Hace un par de inviernos, en la plataforma de acceso al ascensor de la Calle Alta con Castilla Hermida, había otro cubano que mirando los montes nevados del fondo explicaba a alguien también por teléfono que estaba viendo la nieve y que no, que no la podía tocar, que estaba lejos pero que se veía.
Creo no haber coincidido con más, de momento.
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