lunes, 28 de abril de 2014

De abarcas de fábrica en la época de la reproductibilidad técnica, butris en Liendu, documentos medievales cabuérnigos, fonética cántabra y lexías

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El otro día cogí los restos de una abarca en una burdiera de Cabuérniga. Estaba todo apolillado. El dibujo era como un antifaz. Se la llevé a quien más sabe, mi amigo carmuniegu, que además las colecciona, y me dijo que eran de fábrica. Nos echamos todos a reir por mi candidez: una abarca de fábrica en una burdiera, hay que ver. Yo la verdad es que no me dí cuenta que era de fábrica, pensé que era artesana, por eso le dí valor, así que ciertamente lo viví como un error, igual que los demás.

Pero pasados unos días caí en la cuenta de que en Los Tojos había una fábrica de abarcas, probablemente la primera del norte de España. Que esta fábrica se levantó en armas durante la Revolución de Octubre, como cuenta el autor de En la Reserva del Saja, que sufrió cárcel por ello. Digo que en armas porque, al parecer, la Guardia Civil anduvo pegando tiros por allá. De esta fábrica no queda piedra sobre piedra. ¿Cuántas abarcas de éstas quedarán en uso? ¿Ninguna? Las que venden actualmente en Cabezón o en el supermercado de Valle son asturianas.

¿No serían estos restos de abarca que llevé a mi amigo y que quedaron tirados en Carmona uno de los últimos testimonios de aquellas abarcas de fábrica de Los Tojos?

Comentándole ésto a Raquel me hizo ver las conexiones entre la reproductibilidad técnica de la artesanía, entendida en términos benjaminianos, y el pop art, de cómo las latas Campbell de Warhol podrían ser al arte lo que estas abarcas a la artesanía, mutatis mutandis. Y tenía toda la razón. La sigue teniendo.

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Ahier, en gulviendu de Bilbáu, Liendu a la vista, el cielu cripíu de butris por cima l´autupista. En Candina tenemos la única butrera d´acantiláu d´Europa (los sús niales empiricotáos enas picas los urros) juntu con otra en Grecia. Jué un luju veelos.

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- 1471, Pedredo.

"(...) [C]on mas el solar de la serna en que nos vivimos, e todas sus casas, e heredamientos, lo qual es en el dicho logar de Sopeña, segura que el dicho monasterio [de Ozieda] se obligo con sus casas e solares, e nos los tenemos e posehemos. E por la presente escritura e por la tradicion de ella entregamos a la dicha doña Maria Ochoa la posesion del dicho monasterio, e solar, e casas, e orrios con todo lo otro suso dicho, para que todo lo tenga e posea (...)"

- 1471, Pedredo.

"(...) [L]e asignamos (...) el nuestro monasterio de Ojeda, con todos sus heredamientos, e rentas en Sopeña en que vivimos, e sus casas, e orrios, e otras cosas al dicho monasterio e solar pertenecientes (...)"

- 1487, Guadalajara.

"(...) [E] la casa fuerte de Cieza con sus casas, e conales (sic), e orrios, e viñas, e moliendas, e heredades, y prados, y arboles (...)"

"Primeramente la casa solar de Ruedas, que es en el valle de Buelna, con todos los heredamientos que los dichos Gutierre Díaz e su muger tenian e posehian en el dicho valle de Buelna, desde Ruy Corbo e fasta la puente de Ruy Calnt (sic) e desde Ribalamada a Ynlampo, combiene a saber: casas, e solares, e molnares, e prados e torre de Barros, con todos sus heredamientos, e viñas, e solares, e casares, e pueblas, e frutales, e castañares, e heredad, e con todo lo otro a la dicha casa e solar perteneciente dentro de los dichos limites; e la casa fuerte de Zieza con sus entradas, e corrales, e horrios, e viñas, e moliendas, y heredades, e prados, e arboles, e con todo lo al pertenenciente e se contiene en la dicha Cieza (...)"

"E mas la casa fuerte de Anievas, que es en el valle de Yguña, con los molinos que dizen de Piniellas, que es en el conzexo de Riozin, con todos los heredamientos a la dicha casa pertenecientes, asi vasallos como yantares, e tocinos, e martiniegas, e pechos, e derechos, y heredades, y prados, e arboles (...)"

- 1489, Pedredo.

"Primeramente las casas en que nos vivimos de morada, que son en el lugar de Pedredo, que es en este dicho valle de Cabuerniga, con la nuestra llosa, que esta delante las dichas nuestras casas, con todos los horrios, y casas, y heredades, e frutales, y arboles de llevar fruto, o no fruto (...)"

Tomado del inventario del archivo de Casa Terán publicado en la revista Edades del año 2002. A destacar la presencia de hórreos, la relación que hace de las heredades de una casa: (1) vasallos (2) yantares (¿vacas?), tocinos (¿marranos?) y martiniegas (¿ovejas?) y (3) pechos y derechos, y por último la referencia que se hace a pueblas . ¿Tendrán alguna relación estas pueblas adscritas a una casa con los barrios con corraliega que hemos identificado como longhouses? No lo sé, pero podría. Esta documentación es muy interesante para estudiar el modelo de asentamiento bajomedieval, casi ya moderno.

Conozco La Serna en Sopeña, una casa con muro alto junto a la lera del río. Intentaré echar un vistazo, sobre todo por lo de los hórreos. Sí que, ahora recuerdo, hay varias construcciones anexas a la casa.

Pedredo, en Cabuérniga, sin embargo no sé dónde está. ¿Será el barrio de San Pedro, en Carmona?

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Grupo de trabajo interesante: AMPER Cantabria.

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En la anterior entrada enlacé un libro electrónico. Para hacerlo, puse "este libro". El enlace estaba en la palabra "este". Pero dudé ponerlo en "libro". Lo dejé en "este" porque, a fin de cuentas, en internet las cosas son mucho dónde están (de ahí que el nudo gordiano de internet sean los enlaces). Como en la vida, por otra parte.

viernes, 25 de abril de 2014

De todo un poco

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Leo en una web sobre tradiciones asturianas lo siguiente: "Una vez que los materiales se disponían a pie de obra y antes de comenzar a levantar los muros, se ritualizaba la fundación coincidiendo con el proceso de cimentación, por lo general al colocar la primera zapata en una de las esquinas de la casa. Solía consistir en una comida colectiva, la robla, que ofrecía la familia a operarios, familiares y vecinos implicados en la construcción. La fiesta se repetía al cubrir aguas y plantar el ramu, de fresno, de tejo o de laurel, por lo general, que colocado en lo más alto de la cubierta simbolizaba la culminación del proceso constructivo."

La piedra viene una vez se considera la obra terminada, al menos a nivel simbólico. 

En Cantabria el ramu se pone cuando se termina el tejado, ni antes ni después. Todavía recuerdo que cuando se remató el esqueleto de Valdecilla se puso una bandera española y un ramu en lo alto. 

La piedra no entra dentro del ciclo constructivo de carácter simbólico de la casa, queda afuera, es algo aparte.

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En una casa de Carranceja:


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En la entrada anterior hablaba brevemente de puertas góticas. Ésta es una de ellas:


Se ve la doble hoja que comentaba: la pequeña a la izquierda, fija, y a la derecha la de mayor tamaño, que es la de uso diario. Falta el cerrojo. De hecho, cerrojos hemos visto pocos: que ahora recuerde, uno en la iglesia de San Pedro de Carmona, otro en una casa junto al bar Yuyu de Barcenillas y otro en una casa en ruinas en Cosío. De todos he ido poniendo fotos aquí. Esta puerta está en una casa del barrio de La Pesa de Cabezón.

La que viene a continuación está en una casa de Santillana del Mar. La pongo porque es posterior, como delata la forma de su dintel, pero sigue la misma lógica que la anterior doble hoja, la de la izquierda más pequeña, etc.


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Más atrás me referí a las colondras: cierres hechos con listones y piedras que son muy comunes en las fachadas que dan a los balcones de las casas de Bárcena Mayor, es decir, los cierres del primer piso, que se supone resultan del recrecimiento de casas llanas previas, que llegarían hasta la altura del actual balcón y que serían enteras de piedra (no puedo decir lo mismo de lo que había antes de las casas llanas, que no sabemos lo que era), no de colondras. Más tarde supe que a los cajones de los hórreos, mejor dicho, a las tablas que conforman su cuerpo, las llaman colondras. Es como si a la hora de añadir un piso a las casas siguieran el modelo ofrecido por los hórreos.

Pues bien, ahora pongo una foto de una colondra que está siendo rehabilitada en Cabezón y de otra en ruinas en Carranceja:



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Algún día alguien tendrá que estudiar los empedrados. Ya sabemos que las piedras se ponen hacia adentro, como cuchillos clavados en el suelo. Los empedrados actuales, los que podemos ver en Bárcena Mayor, Santillana del Mar, etc. ponen las piedras panza arriba, con lo que se levantan a la mínima. Ya no digo nada de las placas de pizarra que les ha dado por colocar en, por ejemplo, Vega de Pas, un auténtico infierno para el viandante.

Lo que más me intriga ahora es lo que los empedrados nos pueden decir respecto al urbanismo de nuestros pueblos. La primera foto está hecha en Cabezón. La segunda está tomada en el pueblo abandonado de Llendemozó (oficial), Llandemozó (montañés) o Llendejosó (Manuel Llano). Este empedrado tiene una apariencia urbana brutal. Se parece al empedrado de la calle Limón, en Santander, que se supone es la única calle medieval que nos queda en Santander (aunque me ha parecido adivinar un empedrado muy antiguo en el arranque de Tetuán, en un barrio que queda a la izquierda, retrepado en la boca del túnel). Los empedrados responden a una codificación que desconocemos.



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Hace tiempo me preguntaba por las puertas góticas que cierran con un único cerrojo, enorme, por fuera. ¿Por fuera?

Viendo esta foto me doy cuenta de que las puertas góticas es probable que no solo tuvieran un cerrojo enorme por fuera, como el de la foto, sino también algún tipo de cerradura complementaria. La casa se podría cerrar con llave, como hacemos hoy, por seguridad, pero lo normal, entiendo, sería no hacerlo: si estabas dentro podrías tener la puerta botada (quizá sujeta por dentro con un canto, tal y como se hace hoy en día) o abierta, y si marchabas podrías echar el cerrojo por fuera para que no se abriera sola (no ajustarían tan bien como hoy en día), para que no entraran animales en tu ausencia, para que no salieran (las gallinas podrían entrar y salir por la joraca) o para indicar que no estabas (como el carteluco de algunos locales: "vuelvo en cinco minutos").

Que la puerta abra hacia adentro es buena idea porque: (1) si abriera en sentido contrario, es decir, hacia fuera, quitarías espacio al portal o, en ausencia de éste, a la corraliega o a la calle (que no son lo mismo); (2) abriendo hacia dentro puedes controlar cuánto la dejas abierta con un canto, como se hace hoy día (yo mismo en la socarrera de crío, o en la cuadra, cuando arreglábamos dentro la rueda de una bicicleta, por ejemplo, un día de lluvia); (3) es probable que la cocina, a la derecha, contara con un tabique perpendicular a la fachada que hiciera de tope de la puerta, con lo que, realmente, ésta no robaría espacio al interior, se vendría a superponer al tablaú de la cocina; (4) si abriera hacia fuera, ¿cómo dejarla entreabierta?; (5) las puertas de los chozos, en el monte, abren hacia afuera para evitar que entren animales, a lo que se suma su pequeño tamaño, con el mismo fin, pero en las casas no tendría sentido.

La hoja pequeña, la de la izquierda, adquiere pleno sentido, además, gracias a la cerradura. Lo intento explicar a continuación. La puerta de la calle es de quiciu, es decir, una puerta de madera con un remate arriba que entra en un agujero practicado en el dintel, dentro del cual gira, como el eje de una rueda de coche, y que por abajo tiene un hierro que gira sobre otro incrustado en el suelo. La hoja pequeña hace de marco de la puerta: es en ella donde penetra la cerradura (no lo podría hacer en la piedra del dintel). Es por eso que esta hoja pequeña está apuntalada por dentro con una rejostra, porque la seguridad de la puerta entera reposa en esta hoja.

Imagino que habría muchas casas de gente poco pudiente que no necesitaría cerraduras porque no se ausentaría mucho tiempo de casa o si lo hacía alguien quedaría al cuidado de la casa (de las gallinas, por ejemplo), pero eso no quita para que el modelo de referencia sea la puerta con cerradura que vemos en la foto tomada en Santillana del Mar que enlazo párrafos más arriba. El modelo de puerta era el que era, con cerradura, pero si tú no la necesitabas, podías presincindir de ella y ahorrar el coste.

Creo que podemos dar este asunto, entonces, por solucionado.

Sería genial poder estudiar las fuentes de luz y las corrientes de aire de una casa gótica: la puerta, el ventano de la cocina (que podría estar abierto o cerrado, quizá, con ventanas de cuarterón o con bastidores de madera con piel engrasada) y la tronera, sea ésta el casetón que se levanta en el tejado o su realización más primitiva, el agujero abierto en la fachada encima del ventano. Otros vectores a considerar: las rendijas de la puerta (de quiciu) y los espacios entre las tejas. Pocos más, realmente.

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En una obra en Santander:


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La estructura de madera de las casas, el alma, descansa sobre postes que a su vez lo hacen en elementos de piedra parecidos a pegoyos de hórreo que a su vez descansan, a ser posible, en castru o roca madre. Es común también en Santander (los ejemplos son incontables, de hecho está de moda dejarlo a la vista en los bares y las tiendas nuevas). ¿Y las paredes de piedra, dónde descansan? Pongo foto de una casa de Cabezón de la Sal cuyas paredes están levantadas en una especie de zócalo. La aparición de zócalos está asociada a una determinada cronología que se me escapa, pero que remite a la Alta Edad Media (aprox. s. VIII).


En esta casa de Carmona el jastial cuenta con un montón de franjas cuyo significado se me escapa, pero que entiendo reposan todas en una primera que es el zócalo antes aludido.


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Gira, la vida gira, como ruedan las piedras.



En Bárcena Mayor y en Saja.

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En muchas ocasiones he referido que las golondrinas son muy queridas en las casas, que cuando anidan no se quitan los nidos, al contrario, que se cuidan porque se considera que traen buena suerte, que la casa con nidos es afortunada. Incluso se ponen armadijos para que la porquería que cae de ellos no llegue al suelo y no moleste. Pues bien, no siempre es así. En una casa de Bárcena Mayor había un montón de "cosas" hechas con plumas para asustar a las golondrinas.

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Yezas hechas con hoja de panoja, para sentarse. En el museo de Valle. Las piezas intuyo provengan de Carmona.



Hace años organicé una exposición en el Palacete del Embarcadero de Santander. Es un espacio muy complicado cuando no dispones de dinero porque paredes hay pocas (son fáciles de llenar) pero espacio central, libre, demasiado. Organizamos una serie de actividades paralelas a la exposición (un cuenta cuentos, un trovador y un rabelista) y con la excusa llenamos el centro de yezas repensadas que hicimos con papel reciclado, yezas de colores para que se sentaran lo niños en el suelo. Fue un éxito.


El maíz sin desgranar se secaba así: en ramos. Son los que se colgaban de los pinos que hemos visto en tantas salas y carrejos (pasillos). También los he visto, antiguos, tirados en un soberáu de Carmona, junto con restos de patatas, pero no sé si en el soberáu se guardaban así, en ramos, o las panojas quedaban sueltas. Este ramo lo fotografié en Carmona, en una casa con el correor de tabláu.

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Esta foto tomada en una socarrena de Carreju, frente al museo de la naturaleza, me recuerda que las escaleras tenían que estar diseñadas de manera que pudieran subir personas cargadas. Recordemos que los hombres cargaban a la espalda y las mujeres también a la cabeza (solo ellas). En una casa carmuniega hemos visto cómo había como unos picajos en la pared, a buena altura, nada más terminar las escaleras (con las tablas de castaño medio podrias por el agua a los pies) probablemente para colgar en ellos sin necesidad de agacharse la herrada que las mujeres portarían a la cabeza. Quien cargaba bien a la cabeza, quien tenía equilibrio, se decía tenía tarmeñu. En Puentenansa se construyó la primera casa con escalera de caracol, se dice, precisamente por este motivo, para que las mujeres pudieran subir cargadas sin problemas.

Es todo como una maquinaria de reloj. Da un poco de miedo.

martes, 22 de abril de 2014

Romances y casas góticas

En el romance titulado La doncella que va a la guerra, recogido por José María de Cossío en Bielba (Herrerías), leo: "En el primer escalón / su padre le va a encontrar. / - Bien venido sea, padre, / mis hermanas, ¿cómo están? / - Tus hermanas están bien / y tú con honras vendrás. / En el segundo escalón / su madre le va a abrazar. / - Bien venida seas, madre, / ¿mis hermanas, cómo están? / - Tus hermanas están bien / y tú con honra vendrás. / Entre estas palabras y otras / el hijo del rey a la puerta está. / - Déme la su hija, / buen conde, / para con ella casar."

Quiero aprovechar este fragmento de romance antiguo para plasmar aquí una serie de ideas sobre la disposición interior de las casas cabuérnigas a caballo entre la edad media y la moderna.

Este fin de semana hemos tenido la oportunidad de entrar en una casa gótica de Renedo, con permiso del propietario. También hemos podido echar un ojo este mismo fin de semana a otra casa gótica en Cabezón de la Sal, a punto de ser derruida. La primera era establo. La segunda había sido parcialmente modificada, pero conservaba su condición de vivienda. En ella, me decía el propietario, su abuela decía que habían llegado a vivir hasta tres familias (entiendo que una en la planta baja, otra en la superior y otra en el cuartu del portal). Más adelante me detendré a describir ambas de manera pormenorizada. Ahora entresacaré lo que creo puede ser de aplicación común a todas las casas góticas llanas:

La puerta es de arco apuntado y doble hoja. No parte a la mitad. La hoja de menor tamaño queda fija a la izquierda. Está apuntalada por una rejostra que encaja en un pequeño hueco del dintel, por dentro. Se puede quitar y abrir caso de hacer falta. La hoja mayor queda a la derecha. El cerrojo, enorme, por fuera. La hoja mayor, la de uso diario, abre hacia la derecha. En la casa de Renedo hay un rebaje en el suelo para que pueda abrir y cerrar la puerta, aunque me imagino que ese rebaje corrija la elevación del suelo que trajo la conversión de la casa en establo. Las puertas tienen quiciu: por arriba, el quicio de la puerta presenta un saliente que entra en un agujero practicado en el dintel y gira como el eje de una rueda de coche; por abajo, hay dos piezas metálicas, una en la propia puerta y otra fija en el suelo, sobre las que gira la puerta. Por si resulta inspirador, en los molinos antiguos del valle la rueda hidráulica se apoyaba sobre piedras de sílice, posteriormente sobre grillete de bronce y en los últimos tiempos sobre juego de bolas. Las puertas de los tabláos o tabiques de tabla amachiembrada tienen bisagra en todos los casos que he visto, salvo en una casa carmoniega que también tenía puertas con quiciu, no sé si por reminiscencia del pasado o por ser una solución puntual que tomó la puerta con quiciu como modelo.

En el muro de sombra, es decir, a la derecha, tras la puerta, se encuentra el lar de fuego bajo o de pusiega. Esto contradice lo que puse a este respecto en entradas anteriores. Estaba entonces equivocado. La pusiega es una estructura básica de piedra que sirve para controlar el fuego. Muchas pusiegas son ahora poyos a la entrada de las casas. Encima de la pusiega, el ventanu. Formando parte de la estructura de madera que sustenta el ventanu, el rejeru para colgar la olla de los llares (la cadena) y ponerla al fuego. Es la cucina. Encima de la cucina, un entramado de varas de avellano (zarzu o setu) que servía para ahumar alimentos. Este entramado puede soportar un cajón que cuando gana cuerpo se denomina pérgula. Las pérgulas pueden llegar a convertirse en auténticos cuartos para los alimentos. En la casa de Renedo, a la altura de la planta superior, encima del ventanu, es decir, a la par que los alimentos que estaban ahumándose, un ventano aún más basto. No sé cuál podía ser su función. Quizá equivalente a la de la tronera, que servía para orear los alimentos que estaban en el soberáu. No sé si en estas casas góticas llanas había troneras o tan siquiera si había soberáos.

A la izquierda, la escalera, que empieza con unos pocos peldaños siguiendo la línea de la fachada y enseguida gira a la derecha, siguiendo el jastial. Sería genial poder decir que estos primeros peldaños están precedidos por dos de piedra, como en el romance, pero no lo he podido comprobar. No me extrañaría que así fuese. Lo cierto es que al menos un peldaño de piedra había, pero no he podido comprobar si más. Es lógico que al menos sea uno porque sobre él se asienta el cuerpo de la escalera, de madera, que es necesario aislar del suelo. Esta escalera tenía puerta de quiciu y estaba envuelta en tablas que impedía que subieran los animales. Debajo de la escalera, las gallinas (el aselaeru). Es probable que el espacio que precede a la escalera, el que da paso a los primeros peldaños de piedra, sea el patiu que encontramos en casas posteriores. Los patios que conocemos (posteriores) suelen estar empedrados. También son conocidos como estragales (de etimología romana).

Arriba no habría un piso, solo un entramado de varas de avellano. Nos lo imaginamos así porque al menos encima de la cucina así era. Estos entramados, que hay que reponer cada cuatro años, se construyen por piezas que se ponen unas junto a otras, no se cubre todo el espacio con una sola pieza. Lo hemos visto en una cuadra de Renedo.

La planta baja sería la principal. Hemos encontrado restos de revocu (capa sobre capa de cal y barro) en toda la planta baja de la casa de Renedo (pero en otra posterior de Carmona hemos visto revocu de abajo arriba, es decir, de la planta baja hasta el propio cumbre). Las personas convivirían con los animales en esta planta. Es por esto que la escalera interior está cerrada con puerta de quiciu y tabláu. De esta convivencia entre animales y personas inferimos que la cucina es probable estuviera protegida por algún tipo de cierre, probablemente tabláu. Podría haber también un cuartu adosado, como pasa en casas posteriores, donde es frecuente que lo haya a busco del calor, como hemos visto en Carmona, cuartos que podrían ser tan pequeños como camastros (una persona tumbada y punto). Las particiones serían de tabláu. Nada nos queda de estas hipotéticas divisiones internas. Pero si los espacios de las personas es probable estuvieran delimitados físicamente, ¿qué el de los animales? Las gallinas entrarían y saldrían libremente por la joraca practicada en la puerta. Su aselaeru ya hemos dicho que se encuentra bajo la escalera interior. ¿Y el resto? ¿Las vacas atadas al pesebre y con un espacio acotado de alguna manera? ¿Las ovejas? ¿El marrano? Probablemente la organización de cuadras actuales nos podría dar pistas.

En fin, nos podemos imaginar a la doncella del romance en el patiu empedrado, al padre en el primer peldaño de piedra, nada más entrar a la izquierda, a la madre en el segundo, por detrás del marido (también por encima de él), y al conde en el umbral de la puerta. Gallinas por allí cacareando, la burtuña mugiendo, muy poca luz. La planta superior no existiría. No sería más que un secadero, ahumadero y pajar.

Pero, si todo lo anterior es cierto, ¿de dónde bajaban los padres de la doncella?

Si os dáis cuenta, en esta última entrada me he estado refiriendo a la casa gótica llana. Es porque creo que no todas las góticas tenían que ser necesariamente llanas. Hay una casa gótica en Valle fechada en 1609. Es una casa sola. En su lateral, a este (la casa está orientada a sur), hay una ventana abierta en una mancha de sillería situada arriba y atrás. Este jastial no ha sido modificado. Esta ventana indica la posición de un cuarto de prestigio, equivalente al que aparecerá tiempo después también arriba pero no atrás, sino en la parte delantera de la casa, asociado a la sala y a la solana, que en las casas góticas no existe. En Sopeña hay otra casa gótica, ésta sin fechar, cuyo armazón tampoco ha sido modificado (es la Casa Lor, junto a la iglesia). Al igual que la de Valle, presenta una ventana de prestigio arriba y atrás. No he podido entrar en ninguna de ellas. No sé que hay tras esta ventana alta y trasera envuelta en sillería. No debería haber nada. Pero lo hay. Y me gustaría saber qué.

La casa del romance podría ser una casa de este tipo, una casa gótica que, rompiendo con el esquema preconcebido, bien pudiera tener una planta superior ya desarrollada en el s. XVI, una planta superior que no se explicaría, así pues, por la presión ejercida por el maíz, que no asoma la nariz hasta un siglo después.

¿Qué había dentro de estas casas góticas de dos plantas? ¿Qué había dentro de las de solo una planta, de las góticas llanas? ¿Existían las góticas de una sola planta o es algo que nos hemos visto obligados a creer dada la ausencia de testimonios materiales? Objetivo prioritario: dar con los propietarios de las casas góticas de Valle y Sopeña y entrar.

lunes, 21 de abril de 2014

De islas, chorcos, tejas, barcos, escudos de madera, modelos de asentamiento y hórreos

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L´Oliu, o Isla del Óleo, en castellano, antigua isla que fue sumida por el crecimiento urbanístico de Santander, actual solar de El Corte Inglés y alrededores, procede del latín ORA, “orilla, canto, margen” y también “orilla de la tierra y el agua, ribera, costa”, y más concretamente de un supuesto adjetivo *ORICUS, en opinión de Fernando Álvarez-Balbuena García.

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En todo el occidente cántabro, al menos, abundan los chorcos, callejos o trampas para lobos. Encima de Selores hay uno impresionante. Se debería recuperar. Tengo noticias de otro en el Monte Corona, tan cerca de la costa. Son muy abundantes, como decía. He estado preguntando por Cabuérniga y ya nadie recuerda que se utilizaran. En las ordenanzas de Pesués, del s. XVII, leemos: "ordenamos y queremos se hagan las montas que dispusiese el ayuntamiento de este valle, generalmente para correr los lobos que parecieren en los términos de él y cazarlos en el callejo que tienen en Helgueras y San Pedro y especialmente en los meses de abril y mayo, aunque no haya montería general el regidor juntará a los vecinos y con ellos y su acuerdo correrá sus montes y castigará al omiso en sesenta maravedís". En torno al año mil seiscientos y pico, entonces, los callejos estaban en uso.

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En las ordenanzas de las juntas vecinales de Cosío y Rozadío, año 1870, artículo 16, leemos: "Siempre que cualquier vecino se le quemase una casa de habitación o invernal los vecinos serán obligados a juntarse y hacer la madera y conducirla, así como la teja si la tuviese, y si el vecino a quien esto sucediere, fuera, a juicio del concejo, pobre, tal que no pudiera arrimarla a su costa, los vecinos serán obligados a hacerlo a costa del concejo". Dos puntos interesantes: el primero, la distinción entre "invernal" y "casa de habitación" (me parece que quien escribió este artículo consideraba que no podía haber vivienda sin cuartu, fuera en el portal, en la sala o donde fuera, es decir, que una casa sin cuartu, como las llanas originales, no podía tener la consideración de vivienda, sino ya, a estas alturas, solo la de establo); el segundo, la puerta que deja abierta a que el tejado no tuviese teja. ¿Si no tenía teja, qué tenía? No lo sabemos. Cuatro posibilidades: lastra, como entre pasiegos (improbable); tapines o céspedes, como en algunos chozos de pastor; escoba, como en las pallozas o algunos chozos de pastor lebaniegos; tablillas, como en algunas construcciones pirenaicas y como, al parecer, en algunos hórreos asturianos, que tendrían escondido el techado de madera original bajo tejas posteriores.

La techumbre previa a las tejas, un misterio. Sabemos que en el norte la teja no se popularizó hasta el s. XV. ¿Qué había antes?

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Barco en Santillana del Mar.

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Escudo de madera en Carranceja. No conozco otro.

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Ya comentamos en una entrada anterior que el asentamiento típicamente visigodo es: varios núcleos ligados por vínculos familiares ("gentilidades", aunque no me gusta nada este término) organizados en torno a un cementerio central (la unidad "valle" es clave). Estos núcleos funcionarían como imanes para los campesinos del entorno, que no sabemos cómo estarían organizados de forma previa (el origen de las aldeas, porque es de eso de lo que estamos hablando, del nacimiento de las aldeas, se data en torno al s. VIII). Lo podemos ver en Cabuérniga (el centro sería Terán, donde hay, efectivamente, una necrópolis visigoda debajo del cementerio actual). Algo parecido se detecta en el municipio de Cabezón de la Sal. Imagino que haya otros muchos casos en Cantabria. Curiosamente, todavía hoy es el día en que se da por hecho que los visigodos no pisaron Cantabria.

Es una teoría bastante envalentonada, pero reconoceréis que plausible. Estamos hablando del origen del feudalismo, ni más ni menos.

Estos núcleos estarían organizados a su vez en barrios. El germen de estos barrios sería una casa fuerte, una casa matriz. Esta casa estaría envuelta en una pléyade de unidades de producción, como huertos, hórreos, socarrenas, etc. La familia crece y se suman casas en los laterales. Los barrios en hilera son fruto de este proceso.

Periedo, en Cabezón de la Sal, presenta un urbanismo muy antiguo. Aquí se puede apreciar una configuración claramente alveolar, orgánica, que confirmaría lo dicho en el anterior párrafo. Es un pueblo que quedó al margen de las principales vías de comunicación, y no evolucionó. Las casas matrices siguen siendo tales. Pongo foto de casa con portalá y corralá. Dentro, huerto con su correspondiente acceso (portaliega) y socarrena, aunque no se vea en la foto. En torno a cada casa gira un entramado de piezas que componen un puzle productivo muy complejo. La lógica no sería muy distinta hace mil trescientos años.


No obstante, este modelo, que es el comúnmente aceptado (en Cantabria se lo debemos al arquitecto Eduardo Ruiz de la Riva), se contradice con una realidad que hemos detectado en, al menos, Lamiña y Terán: la existencia de barrios en hilera que han aparecido de una sola vez, hileras levantadas de un solo tirón. Ya he puesto fotos de una de las dos que hay en Terán (puede que haya más). Pongo ahora fotos de una que hay en Lamiña (en este pueblo hay al menos una hilera más de estas características). Esta hilera se encuentra nada más entrar al pueblo a mano izquierda. La habré visto mil veces, pero no me había fijado hasta este fin de semana (hasta que he aprendido a mirar). Están todas las casas cosidas unas a otras. ¿Quién las puso en pie, quién tomó la decisión? ¿Fue un cabeza de familia extensa, fue un señor, fue una colectividad de forma mancomunada? ¿Qué había antes de la piedra traída en el s. XV? ¿Había ya piedra antes? ¿Qué había antes?

Personalmente, creo que estamos ante un modelo particular (me da reparo decir autóctono) de longhouse, nada raro en un contexto atlántico como el nuestro.


Esta hilera de Lamiña presenta una particularidad que la hace especialmente interesante, y es que hacia el centro (la hilera dibuja una comba para captar mejor el sol, una prueba más de su concepción unitaria) hay una antigua casa llana recrecida, en la actualidad establo. Este recrecimiento antiguo no ha llegado a alcanzar la altura del pecho de paloma, es decir, se ha quedado en el arranque de los esquinales, como se puede apreciar en la foto. Esta casa es clave. Gracias a ella sabemos que las que muchas veces consideramos casas matrices, las más grandes, no son las primeras y en su origen únicas, sino que simplemente son casas que nacieron iguales al resto de la hilera pero que, por motivos que desconocemos, crecieron, haciéndose más fuertes que sus casas hermanas. En otras palabras, hasta la fecha cuando veíamos una hilera tendíamos a identificar la más potente como la primera, la casa matriz, la casa a la que fueron adosando otras a medida que la familia crecía, pero ahora, gracias a las evidencias que vamos acumulando en Cabuérniga, sabemos que estas casas notables son en origen iguales a las demás. Es un cambio de paradigma. O no. Realmente el modelo de crecimiento alveolar existe, como demuestra Periedo. Pero tenemos que buscar el encaje de este modelo tradicional con el que estamos descubriendo poco a poco, el de las longhouses cabuérnigas.


Como en Terán, es la casa del extremo la que suma un cuartu al portal, lógico por ubicación. Este cuartu ya sabemos que es el mejor considerado de la casa. Al principio pensábamos que porque significaba un primer grado de segregación entre personas y animales (en el contexto de la casa), pero ahora estamos en disposición de apuntar la posibilidad de una valoración extra en razón de su ubicación, pues solo podía darse en dos de las casas de la hilera, las de los extremos, que pasarían a ser las más deseadas (en el contexto de la hilera). Tener cuartu del portal, la posibilidad de tenerlo, es tener la mejor casa de la hilera. No es más que una teoría.

(7)



En Periedo hay un hórreo. Las fotos están hechas desde el exterior. Está muy modificado. Es el único que queda en muchos kms. a la redonda. Dos ideas: la primera, que por la forma podría ser una panera (no lo creo) o un hórreo que rompa el modelo asturiano de a cuatro aguas, el modelo previsible (un bombazo); la segunda, que este hórreo, el modo como se ha integrado en la casa, me recuerda mucho a los colgaderos santanderinos, uno muy claro en Corbán, visible desde la propia rotonda que lleva a la Virgen del Mar, y otros dos también muy claros en Cueto, en un cruce de caminos que conduce a La Nuncia. Intentaré poner fotos de estos colgaderos santanderinos en próximas entradas. Estos colgaderos santanderinos, como los vargaretos lebaniegos, cumplen una función parecida a la de los hórreos. Posibilidades: o bien son continuación de los hórreos (donde había un hórreo ahora hay un colgaderu o un vargaretu, por eso ya no quedan hórreos) o bien nunca hubo hórreos, sino colgaderos o vargaretos (sabemos que ésto en Liébana no es así) o bien son cosas distintas y los hórreos desaparecieron porque la función que cumplían se cubrió de otra manera (los soberáos) o porque dejó de interesar, sin que colgaderos o vargaretos tengan nada que ver con su extinción.

Era lógico que de quedar un hórreo despistado estuviera en Periedo.

miércoles, 16 de abril de 2014

Daque fotos y un embozáu de ideas

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Dos tipos de vivienda altomedievales que creo pueden darnos pistas interesantes: bolckbau y longhouse. Es probable que la casa montañesa anterior al s. XV fuera tipo bolckbau o al menos que respondiera a la misma lógica constructiva y, en paralelo, que muchas de las hileras que hoy conocemos no sean resultado de un largo proceso de adosamiento (los hijos construyen su casa pegada a la de sus padres) sino resultado de una decisión puntual que condujo a levantar toda la hilera de una sola vez, una hilera tipo longhouse, como parece ocurrió en las dos hileras de Terán y en la otra de Lamiña, al menos, ya referenciadas aquí (clara la más cercana a Casa Terán, pegada a la carretera de acceso a la iglesia). No tienen por qué ser opciones excluyentes.

(2)

En el libro Religiosidad popular: Estudio antropológico en un valle español, de Willliam Christian, estudio centrado en el valle del Nansa, se dice que, a diferencia de Cabuérniga y otros valles montañeses, el Nansa no tiene gentilicio. Pero se equivoca. Los habitantes del Nansa son nansos, pero es muy residual, no sé si porque nunca llegó a cuajar del todo o porque ya ha caído en desuso.

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En los balcones de las casas más expuestas y ya en zonas altas, como Bárcena Mayor, pueden aparecer pequeños agujeros practicados en el suelo para que la nieve vaya escullando por ellos y liberar al balcón de tanta humedad y peso. Me lo dijo un buen amigo montañés y yo mismo lo he visto.

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Dice el arquitecto Ruiz de la Riva que los tejados de Cos tienen la misma inclinación que la de las laderas de los montes cercanos. Sería interesante comprobar esta supuesta correlación en pueblos de distintos valles montañeses.

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¿Dónde los hórreos? Cerca de casa para tener los productos almacenados bien a mano y para evitar robos.

En el monasterio de Leire había un hórreo que estaba compuesto, según documentación antigua, por "dos cajas grandes de madera". Los hórreos eran concebidos como grandes arcones.

Los vargaretos lebaniegos son hórreos camuflados.

Hay restos de un hórreo cerca de la librería Carmichal Alonso de Lloreda de Cayón. Yo mismo los he visto. Al parecer hay otros restos en Periedo.

En Asturias el Gobierno daba dinero para arreglar el hórreo a quien lo solicitara. Con la crisis estas ayudas desaparecieron. Las han retomado, pero con otra lógica: el Gobierno ha elaborado un inventario de hórreos a conservar (de los siglos XVII y XVIII sobre todo) y toma él la inicitiva, sin esperar a que el propietario mueva ficha (que pocas veces lo hace). De esta forma se gasta menos dinero y se asegura la conservación de aquellos ejemplares más importantes. Han empezado por el concejo de Quirós. Disponen de 240.000 €. Es una medida a imitar: ¿Cuántos hórreos quedan en pie en Cantabria? Exactamente 19. No son tantos.

He sabido que a las paredes que mezclan madera (listones) y piedra apenas sin debastar (se pueden ver fotos en la entrada anterior) en Bárcena Mayor las llaman colondras, que es el mismo nombre que reciben las tablas de la caja del hórreo al menos en Asturias (no sé en Cantabria). Es curioso que el cierre de la caja de los hórreos reciba el mismo nombre que el cierre del primer piso recrecido de las casas montañesas. Es como si tuvieran presentes los primeros (los hórreos) cuando levantaron las segundas (las casas).

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Aquí se explica un procedimiento de techado con tablitas de madera. Páginas 34, 60 y 61. En el oriente cántabro, al menos, sabemos lo que son las latas y latías. En Ucieda, braña La Collá, hay una cabaña con tejado de céspedes o tapines. Habrá muchas más, seguro. Hay chozos lebaniegos con tejados de escoba, lo mismo que los teitos de Somiedo. ¿Para qué hablar de las lastras en los tejados pasiegos? Las tejas en País Vasco (¿y Cantabria?) no llegan (o generalizan) hasta la Edad Moderna.

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Hace no mucho comentaba aquí lo que decía un amigo sobre la rara disposición de la iglesia de Terán, en el centro del valle, cuando los pueblos se acuestan sobre la ladera del monte para evitar ocupar el espacio productivo central, la mies, salvo en el caso de Sopeña, que está velando el paso por el Saja a la altura del actual puente de Barcenillas. La iglesia, que ocupa una extraña centralidad, está acompañada del cementerio, cementerio que se superpone a una necrópolis visigoda (altomedieval, es decir, de aprox. el s. VI, cuando empiezan a ganar cuerpo las aldeas medievales). Pues bien, hace poco he leído a un arquitecto de la Universidad del País Vasco que los orígenes de las aldeas medievales, y de rebote las actuales, se encuentra en el anclaje al territorio de familias poderosas, visigodas, que lo primero que plantan es el cementerio, que ubican en un espacio central, equidistante de los distintos asentamientos, que sirve a modo de liga, de vínculo entre familias (una por asentamiento). Los campesinos, que hasta entonces no tenían un asentamiento fijo (o sí, pero desestructurado, alveolar) se van arrimando a estas familias que están unidas por un imán que es el cementerio. Se arriman y someten en cierto modo a ellas. Quizá este modelo se pueda aplicar a Cabnuérniga. De hecho, que la iniciativa la tomaran los señores explicaría la existencia de longhouses como las de Terán. Estas longhouses cabuérnigas evidencian una planificación que, entiendo, solo puede estar diseñada desde arriba. Quizá también esta circunstancia explique la conviencia de barrios (con sus corraliegas) y calles (no más de tres en Carmona, por ejemplo, frente a la decena larga de barrios), los primeros más espontáneos y las segundas posible reflejo de una planificación jerárquica acorde con la complejización social que dio lugar al feudalismo. ¿Cabuérniga, laboratorio del origen del feudalismo? Qué buen reclamo turístico.

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Éstas son las tres fachadas de tabla que quedan hoy en Santander. La primera, que cubre la fachada completa auqnue en la foto no se vea (busqué el contraste con la casa de al lado) está en San Simón, la segunda (impresionante) al lado del solar del edificio Moneo y la tercera entre San Simón y Alonso Cabezón, en un callejón. Son fachadas que no sé cómo fucionan. Sería genial que alguien las estudiara. En Asturias hay muchas, de hecho en el casco viejo de Oviedo son habituales. Allí las cuidan. Aquí salvo los vecinos nadie sabe ni que existen.




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Esta casa de la calle Los Aguayos, que muere en San Simón, un poco más abajo de la calle del Carmen, en Santander, es antiquísima. Es curiosa la disposición de la planta baja, ocupada por las escaleras y el taller o almacén (conocido como bodega en Santander), muy urbano todo. La casa tiene un zócalo de sillería, como dictan las ordenanzas desde el s. XV (la piedra irrumpe en las ciudades en esta época como prevención contra los incendios). El edificio se apoya en pilares de madera, supongo que roble, que reposan en bases de piedra a modo de pegoyos, como ocurre en, por ejemplo, Carmona. Estos pegoyos apoyan a su vez sobre el suelo, idealmente castru o roca madre. Lo he visto en un bajo en obras vecino. El zócalo de piedra es muy común en la zona (lo que delata su antigüedad). Pero no las dos alturas de la casa. Lo habitual es que levanten al menos dos alturas más (son casas igual de antiguas, probablemente, pero más transformadas, como por ejemplo la que está enfrente del bar El Chanquete, impresionante). Me ha dicho mi vecina de abajo, cuya familia lleva viviendo en el mismo piso desde siempre, que antes nuestra casa también era de dos alturas. Mi casa está entre los primeros números impares de la calle del Carmen o del Sol (del sol porque antes la hilera de portales pares no existía y el sol daba de pleno), enfrente del bar Rubicón. A estos primeros portales impares, con casas abalconadas prácticamente iguales, se los conoce con el nombre genérico de Las Corralas. Son consideradas las más pobres de la calle. También las más antiguas.

(10)

Aquí puse fotos de una cesta de setu (entretejido de varas de avellano) adosada a una casa de Tudanca en ruinas. En origen era, creo, una antigua vargareta o armadijo de madera adosado a la pared (las vargaretas nunca cuelgan del techo). Tiene acceso independiente. Hay indicios de haber sido utilizada para almacenar maíz y como gallinero. Es curioso su parecido con los hórreos de corres de Galicia y norte de Portugal. Este tipo de hórreo se considera el precedente de todos los hórreos del norte peninsular. No digo que nuestra cesta de Tudanca provenga directamente de este tipo de hórreo, pero sí que el paisano, buscando la máxima eficiencia, acabó encontrando una solución que enlaza con el hórreo de corres. A veces a iguales necesidades, en contextos similares, aunque haya siglos de distancia, se responde con los mismos satisfactores: almacenamiento en altura, cerramiento de varas de avellano entretejidas, etc.

(11)

"Desde las primeras horas de la mañana comenzó a llegar ganado al campo de La Llama, que a las 10 se vio repleto. Pronto empezaron las roblas y así continuaron sin interrupción, verificándose 644 transacciones." En El Impulsor nº 2.019

En Mazcuerras, velada: "y en último término todos los vecinos, que dejaban la amortiguada luz del candil, para estar luego algo tímidas y hasta recelosas rodeadas de tanta luz; y no exagero, a una le oí yo decir, yo me voy a casa que estoy como vendida con tanta claridad, ni aunque fuera de día y yo que vine en escarpines." Ibidem nº 2.020

"De pesca solamente sale, y no en abundancia, bonito, maganos y mubles, cotizándose a precios altos." Ibidem nº 2052

"El martes se desencadenó un furioso vendaval que puso en peligro varias embarcaciones que se hallaban pescando maganos en las proximidades de la costa". Ibidem nº 2.053

"En vista que se aproximan las mareas vivas del equinocio, todos nos apresuramos a repasar nuestros esquileros para ver de cazar esas esquilas como langostas que, dicen, se pescarán." Ibidem nº 2.053

"Escenas de Pujayo", en El Adalid, 4 de junio de 1910, en montañés. Es una sección fija en este periódico. Pongo solo la referencia de un ejemplo. Sería interesante recuperar todas las escenas. No abundan los textos escritos enteramente en montañés y menos por estas fechas. Ejemplos: "Así creu porqui aquellus nubarronis, que vienen por allí baju, me paece, que van a sacar agua" "Tómali y léi tú, que léis mejor", etc.

(12)

Todavía me acuerdo de los sueños que tenía antes de ir un año becado a Lisboa, en el 98. Me acuerdo de cómo aparecía la ciudad en mis sueños. Me acuerdo de un barrio de chabolas en lo alto de un monte embarrado y que bajaba entre callejos, entre chapas que hacían de paredes, entre huertos abandonados con cuidado de no ir hacia la derecha porque había un despeñadero. Recuerdo también una especie de ultramarinos antiguo, gigante, en una zona portuaria y que hacia la derecha se abría un plaza con una iglesia y al fondo una rampa que subía.

Nada de esto encontré en Lisboa. El primer día llegué a una casa que estaba en un barrio más o menos moderno, cerca de un centro comercial omnipresente. Alguna casa antigua ví, y quedé fascinado. Pobre de mí, todavía no sabía que había barrios enteros así, y tanto, y que yo mismo acabaría viviendo en una calle que parecía azulejada por el sombrerero loco de Alicia. Recuerdo también que el primer día subí a un alto por donde pasaba un antiguo acueducto y que llovía. Qué casualidad. No recuerdo que lloviera mucho más en todo un año. Tenía entonces una canción en la cabeza de Luar na Lubre, recuerdo, que había estado escuchando en el tren de ida. Creo que no volví a acordarme de esa canción. Hasta hoy.

Hoy es el día en que me acuerdo más de los sueños que tuve en Santander antes de ir a Lisboa que de lo que viví en Lisboa. No existen las fronteras, es verdad. El viaje de vuelta, transcurrido un año, lo pasé durmiendo.

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¿Lamasón, Terán...? Nou, L´Albiricia, en Sanander.




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Huella de casa llana en Monte, Santander.




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Las casas llanas en origen tenían un único acceso para personas y para animales. Lo hemos visto en Lafuente, Lamasón. Dentro, el espacio probablemente estaría compartimentado mediante tablaos, que ya he explicado en otras ocasiones. La cucina, en el suelo, estaría a la entrada, al lado opuesto del ventanu que solía acompañar a la puerta (con arco apuntado, puerta gótica). Así lo he visto en Lamiña: nada más entrar, a la derecha el ventanu y a la izquierda la cucina. Quizá sea significativa la dirección de la puerta al abrirse, si hacia la derecha (el ventanu en el muro de sombra) o si hacia la izquierda (la cucina en el muro de sombra). Cómo era esta puerta (doble hoja, una más grande que la otra, la pequeña apuntalada por dentro con una rejostra, cerrojo de gran tamaño en el exterior, etc.) lo hemos visto en San Pedro, Carmona, en Valle, en Cosío y más sitios. ¿Habría un cuartu aprovechando la luz del ventanu? No lo sé. ¿Aprovecharían este ventanu para instalar un cuartu para dormir? Dormir, podrían hacerlo en la cucina (hemos visto un cuartu de madera adosado a una cucina en San Pedro, Carmona), en un jergón que se podría retirar durante el día, o incluso en el pajar (joche es el agujero que se practica en la hierba para descansar). Este ventanu me tiene un poco descolocado. A continuación de la cucina (como hemos visto en Lamiña) o aprovechando la luz del ventanu (como dicta la lógica) estaría la escalera que conduciría a un apunte de piso superior con suelo de setu o zarzu (entramado de varas de avellano, muy resistente, aunque habría que renovarlo cada cuatro años, como apunta la tradición) donde guardar la herba y ahumar los alimentos (esta última actividad estaría localizada encima del lar u hogar). Este ahumadero podría tener forma de cajón, como hemos visto en Lamiña. Si este cajón ganaba cuerpo (altura, sobre todo) se denominaba pérgula. El arranque de las escaleras se llamaría patiu o, dependiendo de la zona, estragal. El estragal, en cualquier caso, no es el portal. El estragal es este espacio que antecede a la escalera (¿iluminado por el ventanu?). La escalera está cerrada con tabla (de nuevo aparece el tabláu) para evitar que suban los animales al piso superior. La escalera, así, no solo facilita el paso a las personas sino que se lo impide a los animales (una solución muy inteligente en un contexto de convivencia física entre unos y otros). Bajo la escalera podía estar el gallinero. En la puerta de acceso a la casa, la joraca, no para los gatos, sino para las gallinas.

Llegado el s. XVII las casas llanas empiezan a crecer. ¿Cómo? Hacia arriba, hacia delante y hacia un lado. Primero, fortaleciendo la entidad de este piso superior incipiente, que se convertiría, así, en vivienda (dada la estructura tipo pérgola que sustenta la casa añadir una planta es relativamente sencillo, lo mismo que encajar las nuevas estancias como si fueran cajones de un armario, armario que sería esta pérgola recrecida). Encima de este armario, que termina en plano, el soberáu, que abarcaría desde aquí hasta el cumbre de la casa. En el soberáu se secaría y almacenarían los alimentos. Este espacio explica la desaparición de los hórreos, que sabemos fehacientemente existían en el s. XV al menos en Sopeña gracias al archivo de Casa Terán (quedan restos en Lafuente y Periedo, en el entorno cabuérnigo). Los hórreos se quedaron pequeños ante la irrupción del maíz. Las paneras fueron una solución minoritaria (queda una en Cades). Parece que, a diferencia de Asturias, se primó el soberáu (meterlo dentro, haciendo más grande el interior de las casas, antes que hacer más grande el hórreo). El balcón servía para lucir las panojas que se guardaban para siembra, pero no para secar ni para almacenar.

Hacia delante: Este recrecimiento estaría flanqueado por sendos esquinales que protegerían el portal con sus correspondientes cuartos del portal, a izquierda y derecha. Encima de los cuartos del portal, las vargaretas o pajaretas (cualquier tingladillo de madera adosado a una pared y, por extensión, la parte que queda por encima del cuartu del portal). Si se unen estas vargaretas ya tenemos el germen del balcón, que conecta con esa nueva planta destinada a vivienda. El balcón es balcón o correor, nunca solana. La solana es una balconeta (como dicen en Bárcena Mayor) lateral.

Hacia un lado: Se suma un cuerpo en paralelo, el establu, separado por un muro, aunque bajo un mismo techo, el del portal. Se mantine parte del ganado en la planta baja de la casa original para dar calor a la planta de arriba.

Muchas casas llanas se quedan por el camino y pasan a funcionar como establos. Cuando esto sucede se abre un bocarón encima de la puerta. Pongo dos fotos, una tomada en Renedo y otra en Carmona, que reflejan este momento. Me parece importante intentar documentar cada una de las fases que componen el proceso anteriormente apuntado. No son tantas las casas que quedan y cada paso de dicho proceso cuenta con muy pocos ejemplos. Son particularmente interesantes las casas que representan vías muertas o que no acabaron de alcanzar lo que se esperaba de ellas (estoy pensando en esa casa de Terán que está esperando todavía a recibir un balcón que nunca vino, o esa otra casa del mismo pueblo, integrada en una hilera, que aumentó una altura pero no llegó a trasladar la vivienda arriba). Casas que dejan al descubierto el proceso, no tanto casas que muestran su resultado.


jueves, 10 de abril de 2014

Barciando´l móvil de Raquel

Vo a valcusar abora daque archivos del móvil de Raquel.

(1)

Revoque en el interior de una vivienda. El tradicional era así: acomodándose a la superficie de la pared, replicando su textura.


(2)

Sogueáu en un correor de Bárcena Mayor. Estos cambios de mano eran bien vistos, eran considerados muestra de buen hacer.


(3)

Pajareta en una casa de Bárcena Mayor. Recuerdo que las pajaretas no son necesariamente los espacios que quedan libres en la parte superior de los cuartos del portal (que sirven para colocar los aperos de temporada), sino cualquier tingladillo encajado en la pared (no colgando del techo). En el Nansa, incluido Carmona, se dice vargareta, con una raíz prerromana clara. Pajareta es probable sea una palabra influenciada por paja o pajar. En la puerta que se ve en la foto aparecieron varios dibujos de rosetas (algo habitual) y cuentas antiguas en las que se puede leer garios (bieldos en castellano), igual que en el tabláu de la puerta de un casa de Saja (en la calle la ilesia) de la que puse foto en el blog hace tiempo, concretamente aquí.




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Esquinal con dos pechos de paloma para evitar molestar a los carros. Recuerdo que cada muro lateral se considera que tiene dos esquinas (de ahí la terminación /-al/). Por consiguiente, dos esquinas por dos esquinales, más las dos esquinas traseras, las casas montañesas suman un total de seis esquinas.


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Alacena o lacena. Está empotrada en la pared. Es la segunda del blog.


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Aspecto de una antigua sala a derecha e izquierda. A la izquierda, puerta a cuartu de la sala. En Bárcena Mayor.



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Dos tipos de marcu para el ganado de Bárcena Mayor. B y R. El segundo suma una cruz en lo alto. El tercero es más pequeño. Corresponde al ganadero. Se ponía en los cuernos. También servía para identificar, por ejemplo, aperos, o para "firmar" la garáuja o madera que se llevaba a Castilla. El colectivo, sí, pero también el individuo.




(8)

Restos de pinos en una sala de Bárcena Mayor. La casa entera estaba llena de ellos. Servían para secar alimentos, en particular maíz sin desgranar. Hay que imaginarse un interior vegetal, ristras de maíz cubriendo las paredes, de madera, y todo bañado por la luz (poca) del este o del sur que entraba por el correor.