Mi abuela tenía un manzano en Sopeña de Cabuérniga. Empodreció. Dejamos un tocón hasta que ella murió, y lo cortamos. A mi madre le regalamos cuando yo era crío un acebo. También está en Sopeña. Cuando lo plantamos, menudo, tenía dos guías. Quisimos dejar solo una para que creciera enderezado, pero mi padre se opuso. Hoy el acebo tiene dos troncos.
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