sábado, 21 de diciembre de 2013

¿Ubi moras?

San Simón es una cuesta no chica. El otro día, subiendo despacio, saludo a una mujer que subía más despacio que yo. La saludo mientras la adelanto. Lo hago porque creo adivinar que es del barrio. Ella me para y me pregunta que si la he visto, que se la han llevado ellos, que ellos creen que no pero que ella lo sabe, que cómo no lo va a saber siendo ella su madre, que la tienen ellos, que si la he visto, que si la conozco, que si la he visto, que si la conozco, ¿la has visto?, ¿no la conocerás?

No señora, no.

La adelanto. Llego a mi calle y a la altura de mi casa se acerca otra señora con el pelo aplastado, grasiento de freír patatas, de hacer huevos fritos, de freír panga, de freír más patatas, me pregunta si conozco a esa señora, que si sé quién es, ¿la conoces?, ¿sabes quién es?

No, mire, no.

¿Y a mí, me conoces a mí?

Tampoco.

Esta otra señora lleva un carrito de la compra. Yo creo que lo lleva vacío pero no sé si va a hacer la compra o está ya de vuelta. Es difícil saberlo.

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