Esta mañana he desayunado viendo a una pasiega haciendo manteca en el canal del obispado. Me ha llamado especialmente la atención la imagen fija con la que ha cerrado el programa: tres barras de manteca cada una con una decoración geométrica incisa diferente.
Ducha, recoger un poco y vamos al hospital previo café y vistazo al mercadillo del túnel.
A la venta el boceto de uno de los murales de la biblioteca municipal de Santander. Quédate con el colegio del mural de la espalda como referencia. Al final me quedo con los ojos hundidos del vendedor. La ilustración lleva firma y dedicatoria del autor, Calpe, al arquitecto, Morales. Es de 1956.
He llamado al bibliotecario.
La tarde del jueves la pasé con un arquitecto visitando dos casas de Ucieda. Me dijo que las dos paradas de autobús del pueblo, o asubiaeros, eran probablemente de Morales.
El mismo, me dijo, que hizo el teleférico de Fuente Dé o la biblioteca municipal de Santander.
El del bebedero de Sopeña.
En el bebedero de Sopeña bebíamos nosotros de críos. Metíamos un poco la cabeza porque creíamos que las babas flotaban. La fuente no estaba lejos, pero no era lo mismo.
Puedo decir que he bebido entre vacas.
El bebedero está en lo que es hoy un espacio en abertal, habitual en pueblos antiguos organizados en barrios, aunque Sopeña también cuenta con lo que los vecinos distinguen como calles, que no son lo mismo. Antiguamente pasaba por aquí el regato.
¿Ves? Salía por esa sangradera de la pared de la finca de don Marcelo.
Por favor, quítale el don.
Colarnos para poner una manzana colorada encima del busto del jardín del propietario, Marcelo, que era gajucu de Bilbao, de críos.
Pusieron un busto muy malo de Manuel Llano y luego lo trasladaron donde la iglesia porque decían que el bebedero no era sitio.
En el regato es donde se criaban los corros o patos domesticados. La palabra corru solo la recuerdan los mayores. El paro alcanza en el valle cifras demoledoras.
El regato lo enterraron. Quedó como testigo un árbol en mitad. Como era un peligro para los coches, lo talaron hace unos años.
Un coche dando marcha atrás tiró el acceso escalonado de la bolera que está al lado. La pared sigue rota. Las piedras hacen montón en una esquina.
En una esquina de la bolera es donde quemaron las imágenes de la iglesia durante la guerra.
La abuela de los que hablan despacio.
Pero fue en la otra esquina según me dijo un vecino.
Murió el pasado invierno.
A mi hermano se le murió una vez un pollito en las manos en casa de este vecino.
La dedicatoria del boceto de mural está repasada a bolígrafo.
La señora de la tele del obispado decía que la manteca se hace como siempre, todo manual, muy antiguo.
La cuchara metálica con la que había decorado las barras de manteca, en la mano, cullando.
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