Creo recordar que una de las condiciones que se puso a los centros comerciales instalados en las afueras de la ciudad, en terrenos comidos a la bahía, es que se ocuparan de la restauración ambiental del entorno.
La Fundación Naturaleza y Hombre vino a resolver la papeleta: contratándoles a ellos este cupo medioambiental de las empresas quedaba cubierto.
Fruto de esta colaboración entre empresas y fundación es la presencia de caballos de raza losina en la marisma, comiendo malas hierbas.
Seguro que SEO Bird Life también tiene algo de parte en el asunto.
Pero si se supone que este frente estaba cubierto, si hay empresas obligadas, si hay fundaciones y asociaciones medioambientalistas contratadas, ¿por qué los plumeros siguen expandiéndose sin control en territorios supuestamente bajo custodia?
A mí nunca me ha gustado buscar culpables, pero en esta ocasión creo que es necesario hacerlo. ¿A quién tenemos que señalar con el dedo? ¿A la administración que no vela por nuestros intereses, a las empresas, por su despreocupación, a las fundaciones y asociaciones contratadas que no cumplen con el contrato o a todos ellos por no hacer lo que se supone que tienen que hacer, en grave perjuicio del común?
Sea quien fuere el culpable, o el responsable, los plumeros siguen avanzando.
No es una cuestión meramente estética. Los plumeros son un impedimento a la biodiversidad: donde hay plumeros acaba por no haber nada más. Hay que tomar medidas, ya. Para empezar, hay que revisar los compromisos adquiridos en su día por la administración, empresas y asociaciones que a día de hoy, manifiestamente, no se están cumpliendo. Y actuar.
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