El otro día estuvimos Veceru y yo en una acto organizado por la recién estrenada asociación Alcuentru.
Nos sorprendió la seriedad del planteamiento y lo bien llevado que estuvo el acto.
En las consabidas cañas del después, en un ambiente muy distendido, la mar de a gusto, los organizadores del acto y promotores de la asociación nos dijeron que contaban con nosotros para aclarar dudas.
Bien, vale, respondimos, aquí estamos para lo que necesitéis.
Pero, Veceru, amigo, aunque nos duela reconocerlo, creo que pese a tu optimismo y a mi posibilismo podemos dar ambos la batalla, la nuestra, por perdida.
Lo que nosotros perseguíamos, ¿te acuerdas?, era hacer ver que la lengua no es nada sin la cabeza que la piensa.
"Lo mejor es que el informante hable sin pensar para que haga uso de la modalidad de lengua más pura posible", dijo una de las personas que participó en el acto.
Ha quedado la carcasa, Veceru, nada más.
Lo que nos costó pasar de los derechos de la lengua a los derechos de los hablantes.
"Que el paisano sea consciente de lo que habla y luego que decida", defendíamos nosotros.
"Montañés es la persona", defendíamos.
"El movimiento a favor del montañés tiene que ser ante todo a favor del hablante".
"Lo que no cambia, muere, como en la naturaleza: queremos poder llegar a ser otros desde lo que somos".
La carcasa, solo eso ha quedado.
Si los que ahora llevan el timón no corrigen el rumbo corremos el riesgo de que los paisanos vuelvan a ser considerados, como lo que nos encontramos cuando tú y yo llegamos, meros informantes.
Si no corrigen el tiro será el tiro de gracia.
Me sorprende que te sorprenda...a estas alturas.
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ResponderEliminarHola Serrón. Nu intiendo bien por ondi vas. Creo que, si te intindí bien, jacis una división enti aluchar polos derechos lingüísticos y decender la lengua cumu patrimoniu. Creo que nu estamos ubligáos a dir por un caminu y por otru, son cosas que van de la manu. Nu veo tal dicotomía.
La decensa de los derechos de los hablantis es jundamental (por ciertu, nu solu incluyi a los patrimonialis sino tamién a los neohablantis), peru nu puei entendese namás cumu una custión de derechos endividualis. Es un derechu coleutivu que va ligáu tamién a un tarretoriu u si lo prifieris a una comunidá humana. ¿Un hablanti de suecu en Cantabria tien que tener los mesmos derechos lingüísticos qu'un cántabru hablanti? Yo intiendo que no. Los dos tienin que tener derechu a iscribir u parlar eno que quieran, claru peru el cántabru tien que tener apoyu istitucional, deprendese ena escuela, que los cartelis, la administración atiendan y parlin nesa lengua cosa que nu pasa col casu del suecu.
Nu se cumu lo vees.
La territorialidad es fundamental cuando se trata de política lingüística. Si no tienen un espacio donde vivir, poner carteles y relacionarse, los hablantes desaparecen. Tener literatura publicada también es muy importante porque los libros ocupan espacio en los escaparates de las librerías, o sea, que tasmbién hacen falta sitios donde ponerlos, pero está claro que los libreros no están por la labor y los políticos tampoco y Revilla dice que acá se habla mal el español.
ResponderEliminarMuy interesante el artículo y personalmente estoy de acuerdo. No obstante creo que las cosas llevan su tiempo; como bien dices, a vosotros os costó dar el salto de los derechos de la lengua a los derechos del hablante...
ResponderEliminarTal vez, con vuestra ayuda, todos podamos dar ese salto más rápido y cometiendo los menos errores posibles. O al menos intentarlo. Precisamente por eso todos somos más que necesarios.
Un saludo
Todo el que venga a cosificar a los vecinos, todo el que los reduzca a meros informantes pasivos, cualquiera que sea la tematización del que lo haga (me da igual neohablante que académico de la lengua) será considerado al menos por mi parte un intruso.
ResponderEliminar¿No es un poco confuso eso de empezar a hablar de intrusos? En todo caso, te pediría que definieras qué es exactamente cosificar o reducir a meros informantes a los vecinos.Vamos que, si vamos a aplicar anatemas, habrá que fijar muy bien, de modo muy concreto, en qué consisten. Digo yo.
ResponderEliminarNo entiendo qué es eso de los "derechos de la lengua" y los "derechos del hablante".
ResponderEliminarPor otra parte, ¿existe un registro de hablantes patrimoniales donde éstos pueden inscribirse? ¿Se les ha consultado al respecto?
Y yo ¿qué soy? ¿Indio o vaquero? ¿Neoparlante o patrimonial? No veo yo una distinción tan clara. Veo más un debate unificador-modernizador versus diverso-purista
ResponderEliminarPara mí los intrusos serán los que pretendan apropiarse de un patrimonio que también es mío.
Saludos
Veceru
A vuela pluma: no es una cuestión de taxonomías, de a quién pertenece el qué, sino de respeto.
ResponderEliminarLo mismo me da alguien que se considere a sí mismo neohablante (que los hay) que alguien que se considere a sí mismo hablante patrimonial (que dudo que los haya; los hablantes patrimoniales más bien son considerados por otros como tales) que un hombre con chistera que monta en moto u otro que canta en la ducha con la boca cerrada para no ahogarse.
Si alguien viene a hablar conmigo y veo que no le importa lo más mínimo lo que le digo sino cómo lo digo, no puedo evitar sentirme utilizado; y es lógico que me moleste.
Respeto.
El tan manido respeto del estado a los pueblos es ya un lugar común (esa oposición entre estado y pueblo también es artificial, como todo, se podría argüir, pero además de artificial a mí se me hace negativa, criterio que en mi día a día empleo para distinguir lo que considero falso: lo artificial como todo pero además negativo). Lo anterior, sea falso o lo contrario de falso (que no sé muy bien lo que es), no debe hacernos olvidar que el respeto también se ha de dar entre personas y en particular cuando una de las partes está organizada y de su organización deriva una clasificación de la realidad que por el momento sólo advierten ellos (la categoría hablante patrimonial es inédita).
Uno de los problemas a tratar son los derivados de la creación ex novo de la categoría o condición de neohablante, porque ésta implica la existencia (o creación o recreación) de otra que está enfrente, como es la de hablante patrimonial, etiqueta que no estoy yo seguro que los así considerados quieran aceptar, menos si aceptándola están de alguna manera dando el consentimiento a que les utilicen (no digo ya manipulen) por el bien de una lengua que supuestamente les trasciende (¿qué trasciende a la persona?). Yo si estuviera dentro del grupo de los considerados hablantes patrimoniales, tal y como están pinados los bolos (la frase entrecomillada que fue detonante de este post es un indicador), me pondría a la defensiva.
Qué demonios, si ya me he puesto a la defensiva aun sin haber sido considerado hablante patrimonial...
En fin, con mi post lo único que pretendía era "jablar" (vid. estudio en inglés sobre lenguaje de Ucieda) a las nuevas generaciones. Espero haya servido para que sean conscientes de que cuando crees que lo tienes ya todo atado no has hecho más que empezar.
Para Vecero:
ResponderEliminarNo sé si con lo que dices inquietarás a los que alzan pedestales. En todo caso, la única manera de apropiarse de una lengua es hablándola. Si no hay hablantes patrimoniales y ya no es lengua materna de nadie, cualquiera puede tener sobre ella pleno derecho, siempre que consiga un mínimo consenso, claro, pero tan mínimo que basta la inteligibilidad. Aunque, por supuesto, siempre se puede fingir que no se entiende.
Veceru, estaba dándole vueltas a una respuesta más elaborada que la que escribí a bote pronto tras leer tu comentario, pero creo que lo voy a dejar.
ResponderEliminarHan pasado ya muchos días.
Han pasado, me temo, demasiados años.