A raíz de la estupenda conferencia impartida por Daniel Lobete en la Casa de Cultura de Puente San Miguel en el marco de la celebración del Día Nacional de Cantabria el pasado 30 de agosto, lo siguiente:
Conforme con Marcos Martínez Roma en que la historia desde la política se ha de considerar un campo de disputa (expresión tan de Podemos, y para bien) en el que dirimir quién fija las coordenadas del discurso, del relato (y es en el pasado donde se asientan los pilares de lo que somos), pero, con todo y con eso, no hemos de olvidar que el objetivo no es, entiendo yo, seguir haciendo mal las cosas pero distinto, sino hacerlas de una vez por todas bien, algo tremendamente revolucionario, aunque solo sea intentarlo (como decía Diegu San Gabriel en el mismo foro, nos conformamos con la búsqueda de la verdad, no tenemos tantas expectativas, o ínfulas, como para creer que la vamos a encontrar, si es que ésta existe).
Los acontecimientos históricos es cierto que nos han llegado tradicionalmente sesgados, que han sido objeto habitual de manipulación por parte de las derechas y que tal circunstancia ha hecho mucho daño a las clases populares, de siempre. Pero no por ello hay que forzar máquinas hasta conseguir, si se consigue, que los acontecimientos históricos o, mejor, la forma de transmitirlos, de narrarlos, cambien de signo y pasen a ser de izquierdas, no: creo que simplemente hay que contarlos de la forma más objetiva posible, y que la gente saque sus propias conclusiones, las que sean, nos gusten o no.
La clave está en dotar a la gente de herramientas que permitan tomar decisiones informadas (que son las que valen, más allá de las opiniones) sobre su vida, sobre lo que les concierne, pero a partir de una base real, no tergiversada, por mucho que creamos que tergiversando la realidad vayamos a beneficiar a muchos o pocos. Hay que facilitar a la gente el acceso a la materia prima, a la masa madre, y que con ella hagan lo que quieran, que hagamos lo que queramos, por fin.
Aunque perdamos.
Pero si las cosas se hacen bien, lo que incluye estar en el sitio correcto, no se puede, no se va a perder.
A nivel político, considerad que cuando acontecimientos y personas libres circulan por la misma vía es inevitable que acaben encontrándose. Las conclusiones que la gente extraiga (y los actos que deriven) de una historia sin aditamentos o, lo que es lo mismo, de una recepción neutral, objetiva de la misma, estarán del lado de quienes defiendan la realidad, que es del lado, el de la realidad, que hay que estar.
La disputa no es, entonces, sobre quién se lo lleva crudo, que de eso ya hemos tenido suficiente, no es una cuestión de apropiación, creo. Es más una labor de limpieza.
Limpiar, esperar a que se seque y ponerse del lado de lo limpio, que es, como decía antes, el sitio correcto donde hay que estar.
Jesús Salas, también presente, comentó en relación con la revuelta santanderina que le valió a Santander el título de muy noble y leal a finales de la edad media que fenomenal si ésta es planteada como una revuelta popular, pero mejor si se hace como lo que fue: una reacción señorial ante la pérdida de sus privilegios, por mucho que en su movimiento reactivo arrastraran consigo al pueblo.
ResponderEliminarSobre esta revuelta traté brevemente aquí.
Aquí la nota de prensa de los autos que jizo el auntamientu y de la que parló otru participante ena charla.
ResponderEliminarhttp://santander.es/contenido/noticia/ciudad/santander-conmemora-550-aniversario-resistencia-villa-dominio-senorial
Celebran el cabudañu de la concesión, no de la alucha; el rey (muy dable y placenteru él) es el protagonista del monólogu... Sí, con sorripiar un pocu la hestoria "oficial" mos val.
Jisús