lunes, 10 de octubre de 2016

La Horadada santanderina, posible caso de sustitución del cántabro por el castellano

En Santander conviven dos topónimos que pertenecen al mismo campo semántico pero a distintos registros lingüísticos: el primero es Puente Jorao (lo escribo así por haber sido así como lo he escuchado, aunque no dudo que la forma lógica sea terminando en /-u/), que otros dicen Puente del Diablo, que es, el primero, topónimo cántabro; y La Horadada, la peña que la leyenda asegura se abrió para que pasara la barca de piedra con las cabezas de los santos Emeterio y Celedonio y el arenal donde arribó, topónimo castellano.

Ni el Puente Jorao ni La Horadada existen ya.

El otro día nos dijo Apa que si a un paisano le pides que traduzca al castellano el adjetivo joráu o joracáu lo que te va a responder es "horadado". Etimológicamente tiene todo el sentido.

La Horadada, siguiendo lo dicho, se podría considerar, sin salir del campo de la suposición, una tradución al castellano de *La Jorá o *La Joracá, hipotéticas formas cántabras para La Horadada que casarían (sobre todo la primera) con Puente Jorao, que ha llegado a nosotros en su forma original gracias a su ubicación remota.

Leyendo un libro de Carmen González Echegaray sobre Camargo me entero de la existencia de una interesante cadena de topónimos de la Edad Moderna en Escobedo, la siguiente: Piedra Jorada, Piedra Dorada y Piedra Horadada, cadena que es la fotografía del momento en que el cántabro es sustituido por el castellano en este pueblo camargués, proceso sufrido, probablemente, también por La Horadada santanderina, aunque no esté documentado.

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