Publicaba ayer Cayetana Álvarez de Toledo un artículo de opinión en El Mundo que comenzaba explicando la ansiedad que sintió ante la última prueba de acceso a Oxford.
Y ayer por la noche echaron en no recuerdo qué canal un programa sobre au pairs españolas explotadas en Inglaterra en el que una chica decía que su madre limpia cuartos de hotel y su padre está en el paro así que no le queda otro remedio que tragar (12 horas al día, máximo 500 euros al mes, etc.) si quiere aprender inglés.
Dolería si se reconociera que las oportunidades no son las mismas para una que para otra, para Cayetana Álvarez de Toledo, Marquesa de Casa Fuerte, y para la chica de cuyo nombre (significativamente) no me acuerdo.
Pero es que ni siquiera se reconoce.
No es ya dolor, sino rabia.
Que unos estén arriba y otros abajo es el estado natural de las cosas, pretenden hacernos creer, que unos son mejores que otros. No es que se reconozca que la marquesa parta con ventaja, que no se reconoce, es que, por demás, se defiende que la marquesa es mejor.
Y así nos va a todos.
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