El otro día un vecino del antiguo barrio santanderino de Perines me dijo que cuando era crío salía con los amigos la Noche de Difuntos a pedir con calabazas a las que habían tallado caras grotescas y metido velas dentro. Los vecinos les tiraban monedas y de comer desde las ventanas y balcones. Él tiene ahora unos setenta años así que esta costumbre que entronca con Halloween (una tradición de ida y vuelta previa banalización) debe ser de hace unos sesenta años.
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