Estuvimos de visita en la torre medieval de los Estrada, en Val de San Vicente, cuyo nombre procede del camino que partiendo de San Vicente de la Barquera (que, por su parte, da nombre al valle) alcanza Castilla a través del Nansa, buscando el mítico caminu del potru en las alturas, cuando no la ruta lebaniega a través de Lamasón desde La Puente Nansa (oficial Puentenansa), pueblo éste que hace de bisagra o nudo de comunicaciones, también con Cabuérniga (y de nuevo Castilla a través de Palombera, aquí).
La torre de los Estrada es impresionante. Bien merece una visita. Fuera de temporada permanece fatalmente cerrada.
Está construida sobre castru (roca madre), como suele nuestra arquitectura tradicional, aquí (punto uno), pero con la singularidad de que asoma en la misma entrada, casi entorpeciendo el paso, la roca, elemento de indudable potencia metafórica:
"Yo soy la casa de Estrada,
erguida en este peñasco,
más antigua que Velasco
y al Rey no le debo nada."
Que en versión del Gerardo Diego más Hyde queda así:
"Yo soy la torre de Estrada
fundada en este peñasco,
más antigua en la montaña
que la casa de Velasco."
La han restaurado. Es probable que el poste central que a buen seguro sustentaba la estructura interior de madera, como otras, aquí (punto cinco), al estilo de nuestra arquitectura civil más antigua (con alma de madera, el cuadru, pero sin poste, reservado para arquitectura defensiva), apoyara sobre esta roca, acentuando así la idea de que el linaje de Estrada estaba bien afianzado, como reza su lema. La restauración no ha respetado esta estructura interna probable, ni la huella del poste en la roca, que intenté localizar, pero no pude por impedírmelo la rampa de acceso.
La torre está rodeada de muralla y foso, que apenas se percibe (parece una carricava nansa, aquí y aquí), a lo que se suma una capilla familiar en el interior del recinto. Esta capilla conserva una batería de canecillos espectacular. No están estudiados.
Destaca la cabeza de lobo enseñando los dientes, en la vertical de la puerta, cuya sola visión ayuda a entender el porqué de llamarse los canecillos así, o canes en el norte de Burgos, en relación con otros salmantinos de tradición asturleonesa, aquí, cabeza de lobo que quizá también ayude a poner en contexto los dientes de sierra que copan nuestros balcones y aleros, lo mismo que la cenefa que encontramos pintada en la fachada de una casa de primera generación montañesa increíble, aquí.
Clicando sobre la foto se hace más grande.
Siempre es arriesgado lanzarse a interpretar esta iconografía tan antigua. Así, quizá no se trate de un lobo, sino de un león, que, en este contexto, más que como símbolo de resurrección (para Cantabria creemos que antes águila que león), quizá represente, siguiendo la revelación apocalíptica, al verdadero creyente, aquél que guarda y hace guardar el orden: "No llores; mira, ha triunfado el León de la tribu de Judá, el retoño de David; él podrá abrir el libro y sus siete sellos." Esta carga semántica del león (de apariencia fiera) empalmaría con la producción ideológica emprendida por el antiguo Reino de Asturias en su enfrentamiento con el Islam, en el que el Apocalipsis, en concreto la lectura que de él hizo Beato de Liébana, habría servido como principal fuente de inspiración (si el Islam triunfa el Salvador muere), también iconográfica, evidente en las miniaturas de los beatos, aunque solo sea por simpatía, y no menos en la arquitectura prerrománica asturiana: las ventanas trilobuladas (frente al adopcionismo toledano), la cruz con el alfa y el omega (el principio y el fin), los ángeles que portan las Escrituras sobre la cabeza (ángeles tenantes) en los capiteles de Santa María del Naranco, etc.
"El Comentario al Apocalipsis de San Juan redactado por Beato en 784, era el texto que recogía el trasfondo del combate político y teológico contra un enemigo omnipresente en los momentos históricos posteriores a 711: el invasor islámico en Hispania. (...) Pero ante todo constituiría una respuesta precisa de los cristianos a una incisiva argumentación islámica por la cual la victoria del islam sería una prueba de la protección que recibían de Dios. (...) El recurso al esquema apocalíptico de la historia sirvió en la Asturias / Hispania altomedieval para hacer frente intelectualmente a las invasiones árabes. (...) La superviviencia de los temas apocalípticos es un rasgo característico de la religiosidad popular, el más claro indicio de la resurgencia o supervivencia de formas precristianas de devoción (quizá más que precristianas, añadiría precristianas en plena fase de descomposición, parecido a lo sucedido en el Nuevo Mundo tras el Descubrimiento, que la población precolombina interpretó la invasión europea desde coordenadas internas que no podían ser otras que apocalípticas). Uno de los textos apocalípticos cristianos fundamentales en estos años de mediados del siglo IX lo constituye el Apocalipsis de San Juan, y específicamente el Comentario al Apocalipsis realizado por Beato de Liébana. (...) (Obra) clave para encajar e interpretar con perfección los programas iconográficos del Arte Asturiano."
Lorenzo Arias Páramo en "Iconografía y teología del poder en Santa María de Naranco" (Liño, 2011), libre en internet.
El resto de capiteles quizá responda a esta misma tradición apocalíptica de cuño norteño (más tardoantiguo que altomedieval, si me permitís el matiz tirando de etimología): el guerrero a caballo (sin foto), símbolo de la unión entre el poder terrenal y divino, la figura que toca el cuerno, la mujer tocada alzando sus brazos al cielo o al sol...
Sabido es que la principal influencia asturiana era bizantina pero también que el cristianismo es una religión sincrética (suma de fuerzas) que es probable asumiera (o reformulara) en sus primeras ediciones creencias previas (llevadas al pesimismo en contexto tardoantiguo) para su mejor aclimatación, por ejemplo antiguos cultos solares (como las estelas que cuajan los capiteles de Lebeña o las estrellas hexapétalas, una pintada en rojo, por cierto, en el altar de la capilla). Es solo una suposición.
El sol y las abejas sin rey.
El sábado fuimos Raquel y yo a comprar un jarroncito a la plaza del cuadro para la entrada de casa y nos dijo la propietaria de la floristería que en Cantabria esta planta que cuando se seca las hojas quedan como pergamino, traslúcidas, se llama lunaria.
https://www.elmundo.es/cultura/laesferadepapel/2019/03/01/5c6fd8a6fc6c83207c8b4614.html
ResponderEliminar