Pero no olvidemos que el indoeuropeo es una reconstrucción relativamente reciente (los asteriscos son prueba fehaciente de ello) que parte de conexiones que se han querido ver, alguna incontestable, entre distintas lenguas. Un ejemplo clásico es la familia de la palabra "viuda". Reconstrucción que a veces se ha utilizado como la excusa perfecta para casi todo: cuando algo se quiere propio, y antiguo, pero no queda claro a qué responde se dice que es indoeuropeo. Pasa entre nosotros con bárcena o braña, que tengo para mí proceden no del oscuro y, depende en qué foros, prestigioso indoeuropeo sino del más vulgar latín MARGINEM y VERANEAM, respectivamente. O incluso cuando algo se quiere propio pero marcando las distancias, entonces se recurre al preindoeuropeo, que es lo que se dice del vasco, que se presenta tan remoto que trasciende lo más antiguo conocido, presentación sostenida para el caso vasco sobre palabras con apariencia ciertamente antigua, como cuchillo o hacha, con la raíz piedra, pero no menos que otras cántabras, como cambera, camino abierto con la pieza curva o camba de la rueda maciza del carro, por ejemplo. Todo viene de otro sitio que a su vez viene de otro y de otro y así hasta donde queramos o seamos capaces de remontarnos. La clave está en no soltar el hilo, es decir, recordarlo o hacer por recordarlo, aunque a veces solo con tener interés baste, de ahí que muchas reconstrucciones sean nada más que interesadas.
Hay que tener cuidado con las etimologías indopeuropeas.
Por el contrario, hay quien defiende, por ejemplo Xosé Lluis García Arias, que Miera procede del latín MERUS-A-UM, que podríamos incluir dentro del campo semántico "blanco, puro".
La primera opción (indoeuropea) va del río al terreno (es Miera río, con raíz prerromana, quien da nombre a Miera comarca) y la segunda (latina) va del terreno al río.
Si llegamos a Miera no por carretera, sino por las alturas, por donde probablemente la gente se desplazara de antiguo, sobre todo en caso de recorrer largas distancias, lo que sorprende es justamente la blancura de la comarca, el protagonismo de la roca viva.
Desde La Piedra l´Hidillu (pongo hidillu con hache porque emparenta con los castellanos ahedo, hayedo) la vista que se tiene de Miera es imponente.
Pongo foto del cabido.
Esta piedra sirve de límite entre varios municipios. Presenta inscripción con apariencia de ser, según me dicen, del s. XIX, que ya no se puede leer.
Miera se nos muestra, efectivamente, blanca.
Perdonad ahora el giro que va a tomar esta entrada, aviso.
El Mons Vindius es donde se refugiaron "los últimos" cántabros. A él subirían antes las olas del mar que las legiones romanas. Al final se adelantaron éstas. Siempre se ha buscado este monte en los Picos de Europa. No es difícil encontrarlos cubiertos de nieve (estos mismos días, mayo), de ahí lo de monte blanco. Se supone. Sé que los mapas de las guerras cántabras se están completando gracias a la detonación de Eduardo Peralta de hace un par de décadas. Sé que si el Vindio se está buscando en Liébana es porque probablemente esté allí. Pero aun así no quería dejar de decir lo siguiente: Miera podría ser la traducción al latín de un topónimo prerromano anterior, por qué no Vindio, si es que éste realmente significa "blanco".
Miera, "blanco", resultado de la traducción latina de Vindio, "blanco", en prerromano.
Blanco no por la nieve, o no solo, sino por la roca.
Además, el gentilicio de Miera, que es merachu, presenta un sufijo con cierta carga despreciativa que no parece lógico que los merachos se pusieran a sí mismos, como tampoco los tresmeranos, los que viven más allá ( de ahí la partícula TRANS-) del Miera (esta vez sin componente peyorativo). Que merachu y tresmeranu fueran acuñados por forasteros (que además despreciaban a los primeros, según parece) puede ir en la misma dirección que apuntaba antes: que Miera sea la traducción al latín de un topónimo prerromano anterior, un topónimo hecho desaparecer.
La labor arrolladora de la Corona y su fábrica de cañones seguida de la particular colonización del territorio emprendida por los pasiegos podría dificultar la localización de restos, pero quizá ni la labor extractiva de la Corona ni la intensiva de los pasiegos hayan hecho que todo desapareciera. Así, por ejemplo, en La Canal de las Hayas u Hoyo Valluergo (así en los mapas) se aprecian muchas construcciones de proporciones que difícilmente podrían pasar por ganaderas. Yo mismo las he visto, por ejemplo aquí. Animo a subir a quien esté interesado. Y mira, si al final nada, al menos habréis conocido uno de los focos más activos de los emboscados en el oriente cántabro a decir de los vecinos.
La labor arrolladora de la Corona y su fábrica de cañones seguida de la particular colonización del territorio emprendida por los pasiegos podría dificultar la localización de restos, pero quizá ni la labor extractiva de la Corona ni la intensiva de los pasiegos hayan hecho que todo desapareciera. Así, por ejemplo, en La Canal de las Hayas u Hoyo Valluergo (así en los mapas) se aprecian muchas construcciones de proporciones que difícilmente podrían pasar por ganaderas. Yo mismo las he visto, por ejemplo aquí. Animo a subir a quien esté interesado. Y mira, si al final nada, al menos habréis conocido uno de los focos más activos de los emboscados en el oriente cántabro a decir de los vecinos.
Relativo a Miera, me he encontrado con esto en una escritura datada en enero de 1649 en este lugar: (..) una baca parida que se llama Bárcena con un jato. (...) Otra que se llama Pisueña parida con una jata". Me he acordado de aquella opinión de que jatu/a era una palabra reciente traída por tratantes asturianos a principios del XIX. El escribano se llamaba Agustín del Hoyo Maldonado y era el que hacía las escrituras merachas por aquellas fechas. No parece meracho por sus apellidos, pero debía vivir allí. En todo caso parece ser de Cantabria pues otros "del Hoyo Maldonado" se encuentran por aquí más atrás. Viendo esto, al menos entran dudas de que las palabras jatu/a no se conociera por aquí a mitad del siglo XVII, al menos en este lugar. O eso, o estamos ante un cultismo usado solo por este notario, lo cual es ya elucubrar mucho quizás.
ResponderEliminarSe debió equivocar el articulista de "Rutas circulares por Cantabria" al escribir "cabañal de la Tángara" porque me parece que es La Tángana.
ResponderEliminarBuena entrada por otra parte, Robledal. Un saludo.
No tuvieron por qué ser tratantes asturianos. Pudieron ser perfectamente otros.
ResponderEliminarDe hecho, creo que la denominación de "tudanca" para la raza del país podría achacársele a tratantes trasmeranos que acudían a comprar en masa a la feria de La Lastra. Lo mismo que a la hoy llamada "asturiana de los valles" se le llamaba "carreña" por el mercado que allí había.
Una raza no puede ser originaria de una zona tan pequeña. Mi opinión es que se referenciaba según mercados.
Y en sus tiempos el valle de Tudanca tenía la mayor concentración de toda la provincia en esa raza.
Pero, ya digo, es solo una opinión...la palabra jatu podría estar ya presente desde hace mucho en determinadas comarcas y en otras haberse extendido posteriormente por tratantes.
Muy, muy interesante, gracias por compartirlo.
ResponderEliminarLa toponimia oficial de Cantabria está hecha un desastre. La capa de toponimia del portal de cartografía digital del Gobierno de Cantabria es absolutamente insuficiente y además está mal transcrita y en ocasiones ubicada. Hace falta una dura labor de corrección. El portal, por lo demás, es fantástico. Es la toponimia lo que lo echa todo a perder.
Por cierto "La piedra l´hidillu" es como me lo transmitió una familia meracha que vive todo el año (no muda) a los pies de dicha piedra.