En Cabuérniga las avellanas unidas por la cazoleta, los racimos de avellana reciben el nombre de cloques. Esta palabra es probable proceda del latín tardío CLOCCA, "campana", del que el gallego choca, un tipo de cencerro, francés cloche, "campana", e inglés clock, "reloj". La forma latina probablemente sea préstamo de un sustrato céltico presente en el irlandés clog, escocés clag y otras, con el significado de "campana", quizá de la onomatopeya klog, klag, equivalente al montañés drulún-drulún, que es propia de los campanos medios y de los de mayor tamaño, aquí.
En distintos diccionarios cántabros aparece la expresión estar en clo aplicada a las nueces que están a punto de desprenderse. Imagino que forme parte de la misma familia.
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