Durante mucho tiempo creí que el progreso podía ser respetuoso con la tradición
que incluso podía inspirarse en ella
que la tradición nunca había dado la espalda al progreso
y que éste era positivo
que los errores eran éso
errores
malinterpretaciones
que se podían corregir.
Luego me cuestioné el progreso
la modernidad y la tradición.
Hoy creo que estamos sumidos en una guerra
eterna.
La foto está hecha en el Paseo Menéndez Pelayo de Santander.
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