Yo solo digo lo que oigo en la calle
que es el típico argumento suyo:
el de la mujer de Revilla lo mismo que el de la mujer de Pesquera y ahora el de Lombó, la de Educación:
el atuendo
el lujo
que gastan
el no repetir modelo:
que no es de recibo
yo solo digo lo que oigo en la calle
que quién se va a fiar de alguien que cada vez que sale a la calle estrena modelito.
Esta penalización de lo que se considera derroche
y en políticos prueba de mala gestión
se enraíza en la tradición, aquí.
La tradición no porque sí
sino por lo que vale.
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