La primera esparraguera que vimos fue en el bar de un amigo en Peña Herbosa, y nos encantó. No recuerdo si compramos o nos dio. La tenemos donde el gato porque es de las pocas que no come. Las cintas, sin embargo, están en alto para que no llegue. A veces le traemos puñados de hierba. Cada vez cuesta más encontrarla en Santander.
En casa tenemos una planta muy delicada que utilizamos como medida: cuando sus hojas lanceoladas pierden su brío, regamos todas. Procuramos que la esparraguera quede resguardada cuando ponemos corriente. Giramos periódicamente el tiesto para que se reparta el sol por igual y que crezca recta. No está alta pero sí frondosa.
El portal de la ermita de la Virgen del Mar está lleno de plantas. También hay una esparraguera, la de la foto. La beata ha puesto un armazón de alambre por donde va conduciendo las ramitas. Seguro que la planta lo rebasará.
Nuestro gato murió.
ResponderEliminarEl bar de nuestro amigo cerró.