martes, 27 de julio de 2021

Los rincones

Estábamos dando una vuelta por Mazcuerras, por dentro, al costado del monte, cuando encontramos una ermita con un retablo muy sucio, tanto que apenas se distinguían las figuras. Al menos parecía completo, protegido tras una reja de tornos de madera. Quizá por eso se haya mantenido a salvo de saqueos, a diferencia de muchos santucos, desposeídos éstos de todo, incluso en el mismo pueblo, huecos sin ni siquiera eco.

Fue una vecina la que nos aclaró que estaba dedicada a San Pedro y que era privada. Nos dijo que incluso se le habían cantado picayos.

Sabemos de la importancia que se da a los picayos y por ende comprendimos la preocupación que tenía esa vecina por el estado de la ermita. Sabemos decodificar ese código. Así lo dio ella por hecho al dirigirse a nosotros, allí, por dentro, al costado del monte.

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