jueves, 9 de septiembre de 2021

El maíz del país

Preguntamos primero a un vecino de Valle que era natural del pueblo de El Toju, que nos dijo que las panojas almacenadas en el desván eran para los animales y las del balcón para las personas, para moler, porque las del desván eran peores. También que los granos de ambos extremos de la panoja se daban a las gallinas, que muchas veces aselaban dentro de casa, debajo de las escaleras. De hecho la joraca, ese agujero practicado en la base de la puerta, por ejemplo aquí (en casa cabuérniga de la que hoy apenas queda nada), no es para los gatos sino para las gallinas.

Le preguntamos a la vista de unas panojas colgadas en el balcón de una casa de Valle que tiene la fachada de tabláu, o sea, de madera.

"El granu del país es más finu que el híbridu" (sic).

Luego estuvimos hablando con un vecino de Correpocu que nos dijo que las panojas peores, las más pequeñas, se almacenaban en el desván porque no se podían atar, su hoja era demasiado pequeña, y que las mejores se ataban y ponían en el balcón, pero que estuvieran en un sitio u otro no significaba que fueran para animales o personas, aunque, lógicamente, las mejores eran para las personas.

Creo importante estudiar los distintos tipos de atados que hay, cómo se hacen y cómo se llaman, aquí (punto 11), aquí (donde tipo de atado cuyo nombre creo cabe relacionar etimológicamente con la persona a la que el trueno deja atónita) y sobre todo aquí (vocabulario de mi abuela, donde yeza).

Las mejores panojas eran para personas y también para sembrar.

Ambos nos dijeron, primero, que el maíz hay que plantarlo en tierras diferentes y, segundo, que el maíz mejor si es distinto: que sea en tierras diferentes tiene que ver con antiguas prácticas de rotación de cultivos y que el maíz sea distinto se relaciona con el intercambio de semillas entre familias, que, según el vecino de Correpocu, es lo mismo que decir entre pueblos porque en un mismo pueblo casi todos son familia: los de Correpocu intercambiaban su maíz con los de Saja y éstos con los de El Toju, etc., nos aclaró. Queda en el aire si en estas circunstancias se puede hablar de maíz de un pueblo concreto o si no sería mejor hablar de maíz del valle.

No sabíamos de este intercambio de semillas. Parece importante y sobre todo una tradición que puede aportar densidad (léase legitimidad, al menos en el plano emocional) a prácticas actuales.

El vecino de Correpocu planta un poco de maíz del país en su huerto. Lo guarda en un bote.


Nos dio poco más de un puñado. Nosotros se lo ofrecimos al CIFA, que se mostró muy interesado. Ya se lo hemos entregado.

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