Estamos volviendo del monte por el arcén. Un coche parece venir a nosotros. Aparca y sale un chico, saluda y abre el maletero, de donde saca un par de playeras sucias. Se quita las que lleva puestas, limpias, se cambia y dice "empieza a hacer frío". Efectivamente, lo hace. Debemos estar bajo cero. La tierra está blanca, como las playeras que se quita; el cielo negro, como las que se pone. Abre la portilla de la finca de al lado y dos caballos le reciben con alborozo. A él también se le ve contento.
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