Entonces cojo yo el platito del café y lo toco como hacía mi abuela.
Le cuento que mi abuela murió hace muchos años de alzheimer y que una de las últimas cosas que hacía era tocar la pandereta en los platos. Le ponían cualquier cosa, cogía el plato y lo tocaba.
De ella aprendí yo el ritmo.
Veo que él abre aún más si cabe los ojos, los tiene grandes y pestañea poco, o yo no me había fijado lo suficiente, y me dice que el movimiento que hago con el dedo gordo se nota que no me lo han enseñando en ninguna escuela de folklore, y acierta. Es un movimiento el que haces muy antiguo, dice.
Pregunto pero no me sabe explicar.
Tocas con eso tan indeterminado que es el aire, concluye.
Hoy una señora a un barrendero que debía ser amigo: "mueve más la escoba, que veo que tiene mucho aire".
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