Explica una tía mía que el médico le pidió que pusiera los pies "en pico", en palabras de mi tía, para una placa de rodillas. Al decirlo imaginé que era poniendo cada uno de los pies hacia afuera, asomando, como las
abarcas de picu entornáu campurrianas, pero no, era al contrario, los dos hacia dentro, formando entre ambos, efectivamente, un pico. O sea, que al decir "en pico" mi tía no se refería a cada uno de los pies por separado sino a los dos juntos.
Me recuerda a una pescatera de La Esperanza, de familia de marineros, que decía que los ojitos se llaman así no porque tengan los ojos de ninguna manera especial sino porque el pez entero, o el pescado, parece todo él un ojo, con sus dos filas de pestañas, arriba y abajo.
Las partes se supeditan al todo.
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