En La Montaña, al menos, el lar es el suelo de ladrillo donde se asienta el fuego y el llar o los llares las cadenas que cuelgan del cañón de la chimenea. No lo sabía. El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española sigue sin saberlo (ad infinitum). Manuel Llano emplea con propiedad ambos términos, ahora lo sé. La realidad es mucho más rica de lo que pensamos.
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