Ya he contado en otras ocasiones que cuando a mi abuela bastiana se le rompía el vestido compraba tela que se pareciera a la del viejo para que así no se notara que era nuevo.
Mi madre me reveló ayer que cuando llegó recién casada a la casa de los maestros le daba envidia la ropa "repasada, gastada" que tendía una vecina mayor que ella. "Cuándo tendré yo así las mudas de cama", se decía.
El gusto por el gasto, el consumismo, no viene de dentro.
miércoles, 30 de noviembre de 2016
martes, 29 de noviembre de 2016
lunes, 28 de noviembre de 2016
El ríu col que soñó Geniuca
A la mí tía el cochi li jaz mal. Nu es pa evitar mareasi. Si tien de viajar, se pon nerviosa. La nochi anantis de cogé-l cochi y dir a Lamasón soñó con un ríu. Al ser de día empontigaron y tan aína cumu allegarin al primer pueblu masuniegu, en trespusiendo Jozalba, la mí tía jezo aparar nel puenti al mí tíu, que era quin cunducía, y estelá comprebó qu´era ési el ríu col que bía soñáu.
Ya en casa jezo mimoria y arreparó que un apillíu suyu era masuniegu: la sangri flúi cumu augua, mos dijo.
Juéi l´otru día, que juimos Raquel y yo de visita al hespital, onde bían engresáu al mí tíu.
Y juéi Raquel la que retrucó qué forma tan bonita, Geniuca, de explicar lo que te pareces a tu bisabuela.
Ya en casa jezo mimoria y arreparó que un apillíu suyu era masuniegu: la sangri flúi cumu augua, mos dijo.
Juéi l´otru día, que juimos Raquel y yo de visita al hespital, onde bían engresáu al mí tíu.
Y juéi Raquel la que retrucó qué forma tan bonita, Geniuca, de explicar lo que te pareces a tu bisabuela.
domingo, 27 de noviembre de 2016
El lumiagu cruzáu
La tierra aparbaláu
de fruta
astráu de cucas
conos renis pulíos de ruar
polas cuestas
la tierra amiu
l´augua blincando enos tumbos
cullando enas torcas
escindíu al alcontrar un bujar
la tierra robráu
españan las espuncias
los armuellos
la tierra erveláu
si raya el sol ena tarduca
olorosu
si agüelis un embozáu
de tierra vernoriu
escuru si la riegas
blancu
los jalopos cumu chispas seglis
n´hibiernu
la tierra encesu
ena solejá
pero sombriegu si la miras de cerca.
Cuánta riqueza
la muestra tierra
y cuánta probitú,
nos.
de fruta
astráu de cucas
conos renis pulíos de ruar
polas cuestas
la tierra amiu
l´augua blincando enos tumbos
cullando enas torcas
escindíu al alcontrar un bujar
la tierra robráu
españan las espuncias
los armuellos
la tierra erveláu
si raya el sol ena tarduca
olorosu
si agüelis un embozáu
de tierra vernoriu
escuru si la riegas
blancu
los jalopos cumu chispas seglis
n´hibiernu
la tierra encesu
ena solejá
pero sombriegu si la miras de cerca.
Cuánta riqueza
la muestra tierra
y cuánta probitú,
nos.
sábado, 26 de noviembre de 2016
Atlas de murciélagos
Recuerdo que de niño nuestros mayores cogían para nuestro solaz murciélagos y les daban de fumar hasta que morían.
A la vista de los comentarios negativos que está suscitando el proyecto de elaboración de un atlas de murciélagos en Cantabria, tengo que admitir muy a mi pesar que poco hemos cambiado.
También matábamos ciervos volanderos porque creíamos que nos sacaban los ojos cuando íbamos en bici. Los perseguíamos con palos en el haz de luz de las farolas.
A los renacuajos los ensartábamos en tallos.
Disparábamos a los gorriones con escopetas de perdigones. Las urracas, que aprenden rápido, levantan el vuelo nada más adoptar la postura del que va a disparar, aunque sea con un palo o incluso con las manos vacías.
Matábamos a las abejas dando palmas, arriesgando clavarnos el aguijón.
Nos apostábamos en la boca de los hormigueros y matábamos a las hormigas con un balón. Esperábamos a que salieran las que nosotros creíamos enfermeras para matarlas también.
La cola de las lagartijas se mueve sola al arrancársela.
Si empalmas una escoba a la pértiga con la que se cogen los higos puedes desprender los nidos de golondrina de los aleros. Quedan bonitos posados en el cabecero de la cama.
Si llenas un bote de perfume gastado con agua y disparas a una mosca en vuelo, cae y explota cuando la pisas.
Los ciervos, las nutrias, los jabalíes, los urogallos, las águilas, los lobos, los osos, los rebecos.
Los murciélagos:
todavía
es mejor no saber
dónde.
A la vista de los comentarios negativos que está suscitando el proyecto de elaboración de un atlas de murciélagos en Cantabria, tengo que admitir muy a mi pesar que poco hemos cambiado.
También matábamos ciervos volanderos porque creíamos que nos sacaban los ojos cuando íbamos en bici. Los perseguíamos con palos en el haz de luz de las farolas.
A los renacuajos los ensartábamos en tallos.
Disparábamos a los gorriones con escopetas de perdigones. Las urracas, que aprenden rápido, levantan el vuelo nada más adoptar la postura del que va a disparar, aunque sea con un palo o incluso con las manos vacías.
Matábamos a las abejas dando palmas, arriesgando clavarnos el aguijón.
Nos apostábamos en la boca de los hormigueros y matábamos a las hormigas con un balón. Esperábamos a que salieran las que nosotros creíamos enfermeras para matarlas también.
La cola de las lagartijas se mueve sola al arrancársela.
Si empalmas una escoba a la pértiga con la que se cogen los higos puedes desprender los nidos de golondrina de los aleros. Quedan bonitos posados en el cabecero de la cama.
Si llenas un bote de perfume gastado con agua y disparas a una mosca en vuelo, cae y explota cuando la pisas.
Los ciervos, las nutrias, los jabalíes, los urogallos, las águilas, los lobos, los osos, los rebecos.
Los murciélagos:
todavía
es mejor no saber
dónde.
viernes, 25 de noviembre de 2016
Relugadores cántabros y veceiras gallegas
Aquí, quinto punto, expuse por lo menudo lo que eran (y espero sigan siendo) las veceiras gallegas: varas con decoración geométrica asociada a la familia propietaria que se utilizaban para delimitar las fincas.
En Casar de Periedo tuve la fortuna de poder fotografiar dos relugadores:
Los relugadores servían para tender cuerdas que delimitaban las fincas en las amplias mieses del pueblo. De reluga, la divisoria entre fincas. Ambas palabras las he tomado de un vecino.
Las cuerdas se mantenían en alto mediante palos con un jorcáu en uno de sus extremos.
Foto:
Se me hace que su función es la misma que la de las veceiras gallegas.
En Casar de Periedo tuve la fortuna de poder fotografiar dos relugadores:
Los relugadores servían para tender cuerdas que delimitaban las fincas en las amplias mieses del pueblo. De reluga, la divisoria entre fincas. Ambas palabras las he tomado de un vecino.
Las cuerdas se mantenían en alto mediante palos con un jorcáu en uno de sus extremos.
Foto:
Se me hace que su función es la misma que la de las veceiras gallegas.
jueves, 24 de noviembre de 2016
Al árdora
Aquí hablaba de la pesca al árdora en la bahía de Santander.
Y a continuación lo hace el chef de Aponiente: "PREGUNTA: Ahora, su proyecto de caldos luminiscentes brillará en Harvard. Mostrará los entresijos de su estilo marino en los cursos de ciencia y cocina de la Universidad estadounidense. RESPUESTA: Siempre he querido llevar a la cocina esas luces que yo veía en el mar al salir a pescar, que esa luz y ese momento mágico algún día se pudiera tragar. Por fin hemos dado con la clave de un proceso biológico por medio de una microalga, de un tipo de plancton que produce luz. PREGUNTA: ¿Me lo puede explicar? RESPUESTA: Hemos creado un proyecto de acuicultura con un microorganismo gaditano que se alimenta de esa microalga y después de estar un tiempo alimentando a ese ser en estado larvario lo secamos y obtenemos un producto que cualquier restaurante en un futuro podrá ponerlo en su sopa y producir luz. La idea es que empiece a ser una realidad en el menú del restaurante. Vamos a Harvard a presentarlo porque Ferran Adrià transmitió su interés y José Andrés lo ha tomado como un proyecto suyo, apuesta por ello. Para el equipo de Aponiente va a ser una apertura al mundo muy bestia, que nos va a hacer hablar de todo lo que hemos hecho hasta ahora. Se diga lo que se diga, en España los cocineros arriman el hombro y se apoyan."
Entrevista completa aquí.
Y a continuación lo hace el chef de Aponiente: "PREGUNTA: Ahora, su proyecto de caldos luminiscentes brillará en Harvard. Mostrará los entresijos de su estilo marino en los cursos de ciencia y cocina de la Universidad estadounidense. RESPUESTA: Siempre he querido llevar a la cocina esas luces que yo veía en el mar al salir a pescar, que esa luz y ese momento mágico algún día se pudiera tragar. Por fin hemos dado con la clave de un proceso biológico por medio de una microalga, de un tipo de plancton que produce luz. PREGUNTA: ¿Me lo puede explicar? RESPUESTA: Hemos creado un proyecto de acuicultura con un microorganismo gaditano que se alimenta de esa microalga y después de estar un tiempo alimentando a ese ser en estado larvario lo secamos y obtenemos un producto que cualquier restaurante en un futuro podrá ponerlo en su sopa y producir luz. La idea es que empiece a ser una realidad en el menú del restaurante. Vamos a Harvard a presentarlo porque Ferran Adrià transmitió su interés y José Andrés lo ha tomado como un proyecto suyo, apuesta por ello. Para el equipo de Aponiente va a ser una apertura al mundo muy bestia, que nos va a hacer hablar de todo lo que hemos hecho hasta ahora. Se diga lo que se diga, en España los cocineros arriman el hombro y se apoyan."
Entrevista completa aquí.
miércoles, 23 de noviembre de 2016
El cielo gira, 2005
Fantástico documental de creación sobre despoblamiento rural, Soria.
En Cantabria tenemos sobre este tema Cuando yo me haya ido, centrado en los valles pasiegos, realizado por Burbuja Films, y En la cuna del aire, dedicado a los valles del sur de Cantabria, Premio Goya 2006, de los hermanos Montero.
martes, 22 de noviembre de 2016
Picando escaju
En épocas malas a las vacas se les daba escaju picáu.
Hasta ahora había dado por hecho que el escaju picáu era para, eso, épocas malas, es decir, que se le daba a las vacas cuando no había otra cosa, pero los paisanos parece que lo tienen por una especie de pienso, es decir, que para ellos no tiene el componente negativo que le otorgo yo. Podría ser por un proceso melancólico suyo, que hace que el escaju picáu sea recordado como algo positivo, o porque realmente el escaju picáu sea bueno.
Sea como fuere, el escaju se cortaba en el monte y se acaldaba en landes que sumaban coloños. Había piques por ver quién cargaba coloños con más landes.
Para cargar los coloños de landes de escaju se utilizaba esta herramienta:
Que se utilice la palabra lande para el escaju me sorprende. En cántabru lande se asocia a la bellota. Viene del latín GLANDEM, de donde el castellano glande. Que todavía haya gente que lleve colgadas bellotas al cuello, como los romanos penes, viene de aquí. Pero qué pintan los escajos en todo esto es algo que se me escapa. Supongo que tenga más que ver con los atados que con lo que es atado.
Los escajos se picaban con picas de un corte o dos (estos últimos en cruz) en un cucinu de madera. Una pica en cada mano. El ritmo es monótono, los golpes secos. Se te mete dentro. Se parece al de una txalaparta, aunque es mejor no trazar similitudes que pudieran despistarnos. Las picas suenan como picas. Le pregunté al paisano si al tiempo que se picaba se cantaba y me dijo que no quedaban fuerzas, que solo se picaba.
Pero un vecino que estaba conmigo le dijo: "¡Solo te falta echar una canturriá!" Supongo que se refiriera a la expectación que estaba creando a su alrededor.
Sabiendo de la importancia de los escajos es normal que los escajales se hagan un hueco en nuestra toponimia, de forma similar a como lo hacen los helechos, que se utilizan para cama del ganado en las cuadras y para, en simbiosis con el estiércol, producir cuchu, muy distinto a los purines actuales, que son veneno.
Para helechal hay dos familias, la de jelechal y la de jelgueral.
Los escajales y los jelechales o jelguerales son cultivos, sí, pero de qué tipo. Me recuerdan a los camberones, caminos que se van modificando en sintonía con la naturaleza. Son antrópicos pero no lo son. Están en un punto intermedio muy interesante.
Pasa también con muchas palabras, sobre todo las más antiguas, como luga, que no tienen una definición clara. Generalmente suponemos que es porque se están perdiendo, pero ¿y si no fuera así, y si fueran palabras de otra lógica, una lógica no escritural, no domesticada por la segmentación del discurso que ha fijado la imprenta? Palabras liminales, espacios liminales, realidades a medio camino, pero de dónde.
Hasta ahora había dado por hecho que el escaju picáu era para, eso, épocas malas, es decir, que se le daba a las vacas cuando no había otra cosa, pero los paisanos parece que lo tienen por una especie de pienso, es decir, que para ellos no tiene el componente negativo que le otorgo yo. Podría ser por un proceso melancólico suyo, que hace que el escaju picáu sea recordado como algo positivo, o porque realmente el escaju picáu sea bueno.
Sea como fuere, el escaju se cortaba en el monte y se acaldaba en landes que sumaban coloños. Había piques por ver quién cargaba coloños con más landes.
Para cargar los coloños de landes de escaju se utilizaba esta herramienta:
Que se utilice la palabra lande para el escaju me sorprende. En cántabru lande se asocia a la bellota. Viene del latín GLANDEM, de donde el castellano glande. Que todavía haya gente que lleve colgadas bellotas al cuello, como los romanos penes, viene de aquí. Pero qué pintan los escajos en todo esto es algo que se me escapa. Supongo que tenga más que ver con los atados que con lo que es atado.
Los escajos se picaban con picas de un corte o dos (estos últimos en cruz) en un cucinu de madera. Una pica en cada mano. El ritmo es monótono, los golpes secos. Se te mete dentro. Se parece al de una txalaparta, aunque es mejor no trazar similitudes que pudieran despistarnos. Las picas suenan como picas. Le pregunté al paisano si al tiempo que se picaba se cantaba y me dijo que no quedaban fuerzas, que solo se picaba.
Pero un vecino que estaba conmigo le dijo: "¡Solo te falta echar una canturriá!" Supongo que se refiriera a la expectación que estaba creando a su alrededor.
Sabiendo de la importancia de los escajos es normal que los escajales se hagan un hueco en nuestra toponimia, de forma similar a como lo hacen los helechos, que se utilizan para cama del ganado en las cuadras y para, en simbiosis con el estiércol, producir cuchu, muy distinto a los purines actuales, que son veneno.
Para helechal hay dos familias, la de jelechal y la de jelgueral.
Los escajales y los jelechales o jelguerales son cultivos, sí, pero de qué tipo. Me recuerdan a los camberones, caminos que se van modificando en sintonía con la naturaleza. Son antrópicos pero no lo son. Están en un punto intermedio muy interesante.
Pasa también con muchas palabras, sobre todo las más antiguas, como luga, que no tienen una definición clara. Generalmente suponemos que es porque se están perdiendo, pero ¿y si no fuera así, y si fueran palabras de otra lógica, una lógica no escritural, no domesticada por la segmentación del discurso que ha fijado la imprenta? Palabras liminales, espacios liminales, realidades a medio camino, pero de dónde.
lunes, 21 de noviembre de 2016
domingo, 20 de noviembre de 2016
sábado, 19 de noviembre de 2016
Venecia
"La marisma de la derecha, la que estaba más cercana a la Reyerta, era el sitio apropiado para pescar esquilas. El lugar de la marisma y sus alrededores no le resultaron agradables. El agua estaba sucia, limosa, amarronada, en ciertos lugares pantanosa, llena de hierbajos y plantas verduscas propias del agua estancada. Un olor a basa, que nada tenía que ver con el de la costa sedimentada y plana en bajamar, resultaba inconfundible.
Al borde de la marisma, a la izquierda, se veían media docena de casuchas de madera, lacustres, estaban pilotadas sobre el agua. Eran míseras y aparecían sin pintar, desconchadas, con las tablas de las paredes desprendidas o rotas. Nunca había visto esas viviendas que daban la impresión de una pobreza extrema, pobreza que probablemente se combatía sin ninguna esperanza. El lugar era conocido con cruel ironía como el barrio Venecia".
Gavias de través, de Baldomero Madrazo Feliú, edición del autor, año 1995, p. 118. Un libro impresionante, solo disponible de segunda mano o en bibliotecas.
Hoy:
Recuerdo que hará unos veinte años había una casa construida sobre pilotes entre la rotonda de Valdecilla y Lamarga. Es hoy un solar invadido por plumeros. Se entraba por un puente. En la planta baja había un bar. Tenía un póster del Che dentro. Se veía desde fuera.
Mi padre iba con mi abuelo a pescar esquilas a este mismo sitio. Dice que no se podían comer, que tenían bultos. Por la fábrica. Pero las utilizaban como cebo. Iban a pescar a la grúa de piedra. Era costumbre durante la posguerra ir a pescar a última hora, para la cena. A menudo se echaba la noche encima.
De noche los bancos de peces fosforecen, asegura mi padre.
Al borde de la marisma, a la izquierda, se veían media docena de casuchas de madera, lacustres, estaban pilotadas sobre el agua. Eran míseras y aparecían sin pintar, desconchadas, con las tablas de las paredes desprendidas o rotas. Nunca había visto esas viviendas que daban la impresión de una pobreza extrema, pobreza que probablemente se combatía sin ninguna esperanza. El lugar era conocido con cruel ironía como el barrio Venecia".
Gavias de través, de Baldomero Madrazo Feliú, edición del autor, año 1995, p. 118. Un libro impresionante, solo disponible de segunda mano o en bibliotecas.
Hoy:
Recuerdo que hará unos veinte años había una casa construida sobre pilotes entre la rotonda de Valdecilla y Lamarga. Es hoy un solar invadido por plumeros. Se entraba por un puente. En la planta baja había un bar. Tenía un póster del Che dentro. Se veía desde fuera.
Mi padre iba con mi abuelo a pescar esquilas a este mismo sitio. Dice que no se podían comer, que tenían bultos. Por la fábrica. Pero las utilizaban como cebo. Iban a pescar a la grúa de piedra. Era costumbre durante la posguerra ir a pescar a última hora, para la cena. A menudo se echaba la noche encima.
De noche los bancos de peces fosforecen, asegura mi padre.
viernes, 18 de noviembre de 2016
jueves, 17 de noviembre de 2016
miércoles, 16 de noviembre de 2016
"Entre las tribus del Luzón Central", del cabuérnigo Buenaventura Campa
La editorial Renacimiento acaba de publicar Entre las tribus del Luzón Central, aquí, de Buenaventura Campa, nacido el año 1852 en Ucieda.
Copio y pego de la contra: "Entre las tribus del Luzón Central recoge los relatos en primera persona de dos arriesgadas incursiones en tierras de tribus cortadoras de cabezas en Filipinas a fines del siglo XIX. Publicados originalmente en una revista religiosa de limitada circulación, penetramos de la mano de este dominico en los últimos recovecos del imperio español: territorios montañosos de selva y entre terrazas de arroz cuyos habitantes, después de más de tres siglos de presencia española, seguían viviendo con total libertad, practicaban emboscadas a los caminantes desavisados y eran totalmente reacios a someterse al gobierno de Manila. Sus reflexiones entre ilongotes y mayoyaos dan testimonio no sólo de las dificultades comunicativas con ambos grupos étnicos y del inevitable choque cultural que traslucen los encuentros, sino de las contradicciones internas de la misión civilizadora que el padre Campa pretendía llevar a cabo. Escritos con pasión, carácter e ingenuidad, los relatos del padre Campa proponen la visión de un mundo casi desconocido dentro de la literatura de viajes en español. Buenaventura Campa (Ucieda de Cabuérniga, Cantabria, 1852-Manila, 1916) fue un misionero dominico. Llegó a Filipinas en 1877 y vivió durante la mayor parte de su vida en las arriesgadas misiones de Paniqui (hoy Nueva Vizcaya e Isabela), adentrándose frecuentemente en regiones alejadas en busca de tribus no contactadas. Fruto de estas expediciones a pie y en canoa entre ilongotes y mayoyaos son los dos fascinantes textos que aquí se rescatan. Jorge Mojarro (Huelva, 1980) es licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Sevilla (2003) y doctor en Literatura Española e Hispanoamericana por la Universidad de Salamanca (2016)."
Copio y pego de la contra: "Entre las tribus del Luzón Central recoge los relatos en primera persona de dos arriesgadas incursiones en tierras de tribus cortadoras de cabezas en Filipinas a fines del siglo XIX. Publicados originalmente en una revista religiosa de limitada circulación, penetramos de la mano de este dominico en los últimos recovecos del imperio español: territorios montañosos de selva y entre terrazas de arroz cuyos habitantes, después de más de tres siglos de presencia española, seguían viviendo con total libertad, practicaban emboscadas a los caminantes desavisados y eran totalmente reacios a someterse al gobierno de Manila. Sus reflexiones entre ilongotes y mayoyaos dan testimonio no sólo de las dificultades comunicativas con ambos grupos étnicos y del inevitable choque cultural que traslucen los encuentros, sino de las contradicciones internas de la misión civilizadora que el padre Campa pretendía llevar a cabo. Escritos con pasión, carácter e ingenuidad, los relatos del padre Campa proponen la visión de un mundo casi desconocido dentro de la literatura de viajes en español. Buenaventura Campa (Ucieda de Cabuérniga, Cantabria, 1852-Manila, 1916) fue un misionero dominico. Llegó a Filipinas en 1877 y vivió durante la mayor parte de su vida en las arriesgadas misiones de Paniqui (hoy Nueva Vizcaya e Isabela), adentrándose frecuentemente en regiones alejadas en busca de tribus no contactadas. Fruto de estas expediciones a pie y en canoa entre ilongotes y mayoyaos son los dos fascinantes textos que aquí se rescatan. Jorge Mojarro (Huelva, 1980) es licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Sevilla (2003) y doctor en Literatura Española e Hispanoamericana por la Universidad de Salamanca (2016)."
martes, 15 de noviembre de 2016
Diprindiendo
Ruea unu d´esos escurriatos seyencos de twitter nel que un críu bolivianu diz "julcudo" por juerti y hay quin prigunta si es quechua (y por qué no aymara o guaraní, prigunto yo), al que otru (en twitter es currutu esta clas de diálogos arrendaos) arrespuendi que no, que vien de Hulk.
Y mos riímos toos.
Se supón.
Hay una trova guapisma de un troveru nansu que diz "esniper" por tiraor.
Y es cántabru.
Cuspíu que mesa
y ventana
y casa,
cuspíu que chapapote, que vien del nahua,
galipó, que lu jaz del francés,
o pichi, del inglés,
cuspíu que cabarra, galga, luga o güelga,
palabras de los yelos,
o que cochi, en tal de "coche",
gasulina y no "gasolina",
celpudu o parauguas.
Los del cántabru sabemos
que cántabru es
lu que digas con concencia
de selu.
Y que la concencia surdi
jiendo unu mesmu
enos demás.
Los del cántabru tamién sabemos
arrecunocer la maera tavíu
relambemos cona fruta olleca
esfrutar del augua robráu
quedamos esteláos veendo las estrellas rajar
el cielu
col marcu del caminu de santiagu cumu lechi derramáu
y persiguir col déu las gotas que asedan los cristalis
que jacin auguas.
Sabemos ser eno que mos arrodia
los del cántabru
pero en supiendo esto y más
lo que de verdá hemos deprindíu
y caltendremos ena alcordanza
es a vivir abregonáos
enti los fatos de la derecha y los rusníos de la isquierda
española.
Qué jacer
nesti páis
del que somos
un agréu.
Y mos riímos toos.
Se supón.
Hay una trova guapisma de un troveru nansu que diz "esniper" por tiraor.
Y es cántabru.
Cuspíu que mesa
y ventana
y casa,
cuspíu que chapapote, que vien del nahua,
galipó, que lu jaz del francés,
o pichi, del inglés,
cuspíu que cabarra, galga, luga o güelga,
palabras de los yelos,
o que cochi, en tal de "coche",
gasulina y no "gasolina",
celpudu o parauguas.
Los del cántabru sabemos
que cántabru es
lu que digas con concencia
de selu.
Y que la concencia surdi
jiendo unu mesmu
enos demás.
Los del cántabru tamién sabemos
arrecunocer la maera tavíu
relambemos cona fruta olleca
esfrutar del augua robráu
quedamos esteláos veendo las estrellas rajar
el cielu
col marcu del caminu de santiagu cumu lechi derramáu
y persiguir col déu las gotas que asedan los cristalis
que jacin auguas.
Sabemos ser eno que mos arrodia
los del cántabru
pero en supiendo esto y más
lo que de verdá hemos deprindíu
y caltendremos ena alcordanza
es a vivir abregonáos
enti los fatos de la derecha y los rusníos de la isquierda
española.
Qué jacer
nesti páis
del que somos
un agréu.
lunes, 14 de noviembre de 2016
Iglesia con casa adosada
Entre Golbardo y Barcenaciones, al pie de la carretera general.
La iglesia está vacía y la casa adosada en ruinas.
La iglesia está o lo estaba bajo la advocación de San Antonio. A ella iban cojos y mancos. Todavía uno vino hace poco, nos informó una vecina, pero no especificó si qué, cojo o manco.
La casa es de dos plantas, cuadra en el primero y vivienda arriba. A la vivienda se subía por las escaleras del portal de la iglesia. La casa está hueca. La puerta, cerrada con una cuerda. Dice la vecina que para que los peregrinos que se quedan a dormir en el portal no entren y caigan al vacío.
Desde fuera se advierte que nada más entrar había una alacena en la esquina que hace la pared con el contrafuerte de la iglesia.
En la casa vivían dos hermanos solteros. Se privaban de tender la ropa los días de fiesta.
El suelo del portal es de chinos.
Cordón esquemático acompañado de segmentos de siete dientines.
La baranda presenta una línea de dientes de sierra todo a lo largo. Sin foto.
Alacena dentro de la casa:
En el esquinal, Carolina y piqueteado:
La iglesia está vacía y la casa adosada en ruinas.
La iglesia está o lo estaba bajo la advocación de San Antonio. A ella iban cojos y mancos. Todavía uno vino hace poco, nos informó una vecina, pero no especificó si qué, cojo o manco.
La casa es de dos plantas, cuadra en el primero y vivienda arriba. A la vivienda se subía por las escaleras del portal de la iglesia. La casa está hueca. La puerta, cerrada con una cuerda. Dice la vecina que para que los peregrinos que se quedan a dormir en el portal no entren y caigan al vacío.
Desde fuera se advierte que nada más entrar había una alacena en la esquina que hace la pared con el contrafuerte de la iglesia.
En la casa vivían dos hermanos solteros. Se privaban de tender la ropa los días de fiesta.
El suelo del portal es de chinos.
Cordón esquemático acompañado de segmentos de siete dientines.
La baranda presenta una línea de dientes de sierra todo a lo largo. Sin foto.
Alacena dentro de la casa:
En el esquinal, Carolina y piqueteado:
sábado, 12 de noviembre de 2016
Hilo musical
El disco Omega de Lagartija Nick y Morente, aquí, lo descubrí en Araña, la tienda de alquiler de discos que había en Santander.
Me dejó estupefacto, incluso las canciones que atufan a Cohen.
Es por él que me he acordado.
Le contaba hace poco a Jesús Ortiz a raíz de su última columna, aquí, que viviendo en Madrid me acerqué a El Flamenco Vive, tienda de los Ketama próxima a Ópera, para pedirles que me recomendaran un disco por donde empezar, yo, que acababa de bajar como quien dice del monte.
Cuando aquello llevaba la cara cruzada por el frío.
Me dieron un disco de El Agujetas, aquí.
A Morente le vi una sola vez. Fue en un homenaje a las Brigadas Internacionales que se celebró en el teatro de Atocha.
Me tocó en filas de muy atrás.
Levantó el puño, Morente.
El derecho.
Enseguida se dio cuenta de su aparente error y levantó el izquierdo.
Dice Fernando de los Ríos en Mi viaje a la Rusia sovietista que el canto popular ruso es como el montañés, igual de melancólico.
Me dejó estupefacto, incluso las canciones que atufan a Cohen.
Es por él que me he acordado.
Le contaba hace poco a Jesús Ortiz a raíz de su última columna, aquí, que viviendo en Madrid me acerqué a El Flamenco Vive, tienda de los Ketama próxima a Ópera, para pedirles que me recomendaran un disco por donde empezar, yo, que acababa de bajar como quien dice del monte.
Cuando aquello llevaba la cara cruzada por el frío.
Me dieron un disco de El Agujetas, aquí.
A Morente le vi una sola vez. Fue en un homenaje a las Brigadas Internacionales que se celebró en el teatro de Atocha.
Me tocó en filas de muy atrás.
Levantó el puño, Morente.
El derecho.
Enseguida se dio cuenta de su aparente error y levantó el izquierdo.
Dice Fernando de los Ríos en Mi viaje a la Rusia sovietista que el canto popular ruso es como el montañés, igual de melancólico.
viernes, 11 de noviembre de 2016
Valores de la arquitectura vernácula
"The social aspects of rural, mountainous built environment. Key elements of a regional policy planning", en Journal of Cultural Heritage, aquí. Hay formas de conseguirlo gratis. Si alguien está interesado, por favor, que me lo diga.
Highlights:
- Vernacular architecture holds important social and economic value.
- Economic value of vernacular architecture is proportional to its preservation level.
- Economic value of vernacular architecture is proportional to its use level.
- Familiarity with vernacular architecture proves a key factor to its preservation.
- Public funding allocation for built heritage's preservation is socially justified.
Algún día nos arrepentiremos de consentir nuestra ruina.
Highlights:
- Vernacular architecture holds important social and economic value.
- Economic value of vernacular architecture is proportional to its preservation level.
- Economic value of vernacular architecture is proportional to its use level.
- Familiarity with vernacular architecture proves a key factor to its preservation.
- Public funding allocation for built heritage's preservation is socially justified.
Algún día nos arrepentiremos de consentir nuestra ruina.
jueves, 10 de noviembre de 2016
Hoy es otoño
He encontrado en el trabajo fichas de alumnos de un intento que hubo de Facultad de Medicina en la Casa de Salud Valdecilla, año 1936. Cuando cayó Santander a finales de agosto del 37 estas fichas fueron utilizadas por las tropas franquistas para hacer purga. En muchas hay anotaciones a lápiz de color rojo: "rojo", "asesinado", etc.
Uno de los asesinados era vecino de la calle donde vivimos Raquel y yo ahora.
Me sorprendió. No sé por qué. Quizá porque a la Guerra Civil en mi casa he llegado a través de los libros. No es nada, la guerra, que me haya llegado directamente, pese a que no dudo que en mi familia se pasara mal, como en todas. De ahí quizá el extrañamiento. Supongo que a muchos de vosotros os suceda lo mismo. La memoria histórica a fin de cuentas es un proceso de recuperación planteado desde el presente. Una de las necesidades que satisface es precisamente corregir la anomalía que supone sentir como algo ajeno lo sucedido entre nosotros hace escasas tres generaciones.
La ficha de este chico me afectó mucho. Su foto, sus aspiraciones, su firma. Trabajo donde él trabajaba, vivo donde él vivía. Lo mataron siendo más joven de lo que yo soy ahora. Encontré su ficha en primavera. Salí a la calle a tomar fotos.
Quisiera que mereciera la pena.
La vida.
Hoy es otoño. Lo había ido dejando.
Uno de los asesinados era vecino de la calle donde vivimos Raquel y yo ahora.
Me sorprendió. No sé por qué. Quizá porque a la Guerra Civil en mi casa he llegado a través de los libros. No es nada, la guerra, que me haya llegado directamente, pese a que no dudo que en mi familia se pasara mal, como en todas. De ahí quizá el extrañamiento. Supongo que a muchos de vosotros os suceda lo mismo. La memoria histórica a fin de cuentas es un proceso de recuperación planteado desde el presente. Una de las necesidades que satisface es precisamente corregir la anomalía que supone sentir como algo ajeno lo sucedido entre nosotros hace escasas tres generaciones.
La ficha de este chico me afectó mucho. Su foto, sus aspiraciones, su firma. Trabajo donde él trabajaba, vivo donde él vivía. Lo mataron siendo más joven de lo que yo soy ahora. Encontré su ficha en primavera. Salí a la calle a tomar fotos.
Quisiera que mereciera la pena.
La vida.
Hoy es otoño. Lo había ido dejando.
miércoles, 9 de noviembre de 2016
Revilla y el Año Jubilar Lebaniego
Cuando había dinero Revilla se sacaba un mega proyecto de legislatura de la manga, por ejemplo la Fundación Comillas, y con él tiraba cuatro años. Eran proyectos que nadie reclamaba, que se los autoimponía. Terminada la legislatura, hacía balance de cuentas y siempre le salían a favor.
Aunque el proyecto fuera un fiasco, como se está viendo con la Fundación Comillas, que lo mejor que le puede pasar es que no se hable de ella.
Ahora que no hay dinero y Revilla vuelve a estar al frente (es genial cuando recurre a la herencia recibida como si él no tuviera nada que ver, lo mismo que cuando habla "de los políticos" como si él no fuera uno de ellos) no tiene margen para ponerse a sí mismo deberes, y casi que me alegro, por el bien de todos.
Pero a pesar de todo no falta proyecto estrella, esta vez porque toca: el Año Jubilar Lebaniego.
Es una muy buena oportunidad, objetivamente. Para lo que se quiera. Tanto da de sí, en mi opinión.
Dice Revilla que si no hay dinero no pasa nada, que se trae él a Osborne para un concierto y a Pablo Motos para montar un Hormiguero en Potes.
Cuando estás en zona de penumbra y la única luz que te llega es la de tu jefe y tu jefe es alguien así, ya está, estás jodido. Es que ni aunque te presten una lamparita, ni aunque encuentres tú mismo una fuente de luz alternativa, ni aunque le digas "no, mira, no hace falta una millonada para sacar adelante el proyecto con dignidad, de hecho a día de hoy la dignidad tiene mucho que ver con la contención de gasto", ni aunque le digas "el no tener dinero no nos hace cutres", ni aunque lo que sea, ya está, si tienes un jefe así, date por jodido.
Pero peor que estar jodido es asumir el discurso que te machaca como propio. El tenor, que dicen los bibliotecarios. Si te despistas acabas diciendo lo que el Consejero de Obras Públicas y Vivienda, que el puerto de Laredo es tan importante como los puertos de los romanos. Estoy seguro que Mazón se cree sus propias palabras. Llegados a estas alturas.
Francisco Martín, por el contrario, que es en quien reposa la celebración del Jubileo, todavía tiene margen de maniobra. Se da cuenta, que no es poco. Falta que le compense intentarlo. Cancelada la vía millonaria, se abre una luga, es decir, una ventana de oportunidad. El problema es que Revilla se ha adelantado. ¿Qué hacer? La técnica del judoka, quizá, que es aprovechar la energía del contrincante para completar la llave. Pero tiene que salir muy bien la jugada para que no rueden cabezas. Y nadie puede asegurar que salga bien. Tampoco lo agradecería nadie. ¿A qué arriesgarse, entonces? Yo no lo haría. De ahí el tono derrotista de mi entrada. Pero Francisco Martín es más valiente que yo. Es en situaciones de riesgo cuando se demuestra la pasta de la que está hecho cada uno.
Yo ya me he declarado cobarde.
Que nadie espere nada o que se espere lo peor es el mejor abono para el campo. El Año Jubilar Lebaniego es una muy buena oportunidad para todo.
Aunque el proyecto fuera un fiasco, como se está viendo con la Fundación Comillas, que lo mejor que le puede pasar es que no se hable de ella.
Ahora que no hay dinero y Revilla vuelve a estar al frente (es genial cuando recurre a la herencia recibida como si él no tuviera nada que ver, lo mismo que cuando habla "de los políticos" como si él no fuera uno de ellos) no tiene margen para ponerse a sí mismo deberes, y casi que me alegro, por el bien de todos.
Pero a pesar de todo no falta proyecto estrella, esta vez porque toca: el Año Jubilar Lebaniego.
Es una muy buena oportunidad, objetivamente. Para lo que se quiera. Tanto da de sí, en mi opinión.
Dice Revilla que si no hay dinero no pasa nada, que se trae él a Osborne para un concierto y a Pablo Motos para montar un Hormiguero en Potes.
Cuando estás en zona de penumbra y la única luz que te llega es la de tu jefe y tu jefe es alguien así, ya está, estás jodido. Es que ni aunque te presten una lamparita, ni aunque encuentres tú mismo una fuente de luz alternativa, ni aunque le digas "no, mira, no hace falta una millonada para sacar adelante el proyecto con dignidad, de hecho a día de hoy la dignidad tiene mucho que ver con la contención de gasto", ni aunque le digas "el no tener dinero no nos hace cutres", ni aunque lo que sea, ya está, si tienes un jefe así, date por jodido.
Pero peor que estar jodido es asumir el discurso que te machaca como propio. El tenor, que dicen los bibliotecarios. Si te despistas acabas diciendo lo que el Consejero de Obras Públicas y Vivienda, que el puerto de Laredo es tan importante como los puertos de los romanos. Estoy seguro que Mazón se cree sus propias palabras. Llegados a estas alturas.
Francisco Martín, por el contrario, que es en quien reposa la celebración del Jubileo, todavía tiene margen de maniobra. Se da cuenta, que no es poco. Falta que le compense intentarlo. Cancelada la vía millonaria, se abre una luga, es decir, una ventana de oportunidad. El problema es que Revilla se ha adelantado. ¿Qué hacer? La técnica del judoka, quizá, que es aprovechar la energía del contrincante para completar la llave. Pero tiene que salir muy bien la jugada para que no rueden cabezas. Y nadie puede asegurar que salga bien. Tampoco lo agradecería nadie. ¿A qué arriesgarse, entonces? Yo no lo haría. De ahí el tono derrotista de mi entrada. Pero Francisco Martín es más valiente que yo. Es en situaciones de riesgo cuando se demuestra la pasta de la que está hecho cada uno.
Yo ya me he declarado cobarde.
Que nadie espere nada o que se espere lo peor es el mejor abono para el campo. El Año Jubilar Lebaniego es una muy buena oportunidad para todo.
martes, 8 de noviembre de 2016
Seis notas sobre toponimia del occidente cántabro
- En Puentellés, "Retreite". En montañés retraite es el nombre que recibe el estribillo de una canción.
- En Puente Pumar y Lombraña, "La Yuncle" (pico), yunque.
- En San Mamés, "Troméu"; en San Sebastián de Garabandal, "Tremedal", terreno cenagoso, que tiembla al pisarlo, tomado directamente del montañés; en San Mamés también "Saltulagua", en la línea de "Aguasal", "Cailagua" o "Aguanaz".
- En Santa Eulalia, "Umbrá", sierra cuyo nombre quizá provenga del latín UMBRA, sombra, como el catalán ombra. Además, "Esgoyuco", diminutivo del montañés esgobiu, paso estrecho. Se suma: "Las Molleas", terrenos húmedos; "El Palombar", que yo creo que tiene que ver antes con una zona de cuestas que con palomas; "Prás del Pariente", con esa forma de contraer praerias tan bonita; "Tombos de Jelguera", que es un monte, de tombu, pequeño salto de agua, y jelguera, helechal; y "La Jorá", monte, que emparenta con el "Puente Jorao" y "La Horadada" de Santander, aquí. Por cierto, compré hace no mucho un documento del s. XVI del pueblo de Santa Olaya, actual Santa Eulalia, que es el mismo pueblo pero con el nombre castellanizado.
- En Caldas y La Hermida: "La Jorga" (y "Viesca", monte, cuyo significado entre nosotros está prácticamente desaparecido pero no en asturiano); en Piñeres: "Solajorga" (y "Bejo", del montañés beju, desfiladero); en Santotís o Santutís, "Jorga". García Arias defiende aquí que topónimos tipo "Huerga", abundantes en León, proceden del céltico OLCAM, campo fecundo, casi siempre terrenos húmedos o cercanos a corrientes de agua. Quizá que ver con la playa de Usgo o Urgo y montañés güelga, paso en la nieve.
- En Salceda o Zarcea, "El Urcialón", monte; en Uznayo, "El Urcial"; en Belmonte, "Los Urciales". De urce, un tipo de planta, aquí.
- En Puente Pumar y Lombraña, "La Yuncle" (pico), yunque.
- En San Mamés, "Troméu"; en San Sebastián de Garabandal, "Tremedal", terreno cenagoso, que tiembla al pisarlo, tomado directamente del montañés; en San Mamés también "Saltulagua", en la línea de "Aguasal", "Cailagua" o "Aguanaz".
- En Santa Eulalia, "Umbrá", sierra cuyo nombre quizá provenga del latín UMBRA, sombra, como el catalán ombra. Además, "Esgoyuco", diminutivo del montañés esgobiu, paso estrecho. Se suma: "Las Molleas", terrenos húmedos; "El Palombar", que yo creo que tiene que ver antes con una zona de cuestas que con palomas; "Prás del Pariente", con esa forma de contraer praerias tan bonita; "Tombos de Jelguera", que es un monte, de tombu, pequeño salto de agua, y jelguera, helechal; y "La Jorá", monte, que emparenta con el "Puente Jorao" y "La Horadada" de Santander, aquí. Por cierto, compré hace no mucho un documento del s. XVI del pueblo de Santa Olaya, actual Santa Eulalia, que es el mismo pueblo pero con el nombre castellanizado.
- En Caldas y La Hermida: "La Jorga" (y "Viesca", monte, cuyo significado entre nosotros está prácticamente desaparecido pero no en asturiano); en Piñeres: "Solajorga" (y "Bejo", del montañés beju, desfiladero); en Santotís o Santutís, "Jorga". García Arias defiende aquí que topónimos tipo "Huerga", abundantes en León, proceden del céltico OLCAM, campo fecundo, casi siempre terrenos húmedos o cercanos a corrientes de agua. Quizá que ver con la playa de Usgo o Urgo y montañés güelga, paso en la nieve.
- En Salceda o Zarcea, "El Urcialón", monte; en Uznayo, "El Urcial"; en Belmonte, "Los Urciales". De urce, un tipo de planta, aquí.
lunes, 7 de noviembre de 2016
Cabarra
Ötzi, el hombre de hielo con 5.300 años de antigüedad descubierto en el Finialspitze, en la frontera austroitaliana de los Alpes, aquí, padecía la enfermedad de Lyme, aquí.
Esta enfermedad la transmite la garrapata.
Cabarra, "garrapata", es una palabra de la época de Ötzi.
Es una palabra de los hielos.
Tengo para mí que cabarra presenta un núcleo al que se adhiere un sufijo que transmite pertenencia, sufijo emparentado con el indicador de gentilicio vasco /-tar/. Si estuviera en lo cierto, este sufijo nos estaría dando pistas sobre el núcleo, /cab-/, que podría estar apuntando hacia el monte o hacia algún concepto similar que pudiéramos asociar a la garrapata.
Esta enfermedad la transmite la garrapata.
Cabarra, "garrapata", es una palabra de la época de Ötzi.
Es una palabra de los hielos.
Tengo para mí que cabarra presenta un núcleo al que se adhiere un sufijo que transmite pertenencia, sufijo emparentado con el indicador de gentilicio vasco /-tar/. Si estuviera en lo cierto, este sufijo nos estaría dando pistas sobre el núcleo, /cab-/, que podría estar apuntando hacia el monte o hacia algún concepto similar que pudiéramos asociar a la garrapata.
viernes, 4 de noviembre de 2016
Columnistas
No sé si somos conscientes del nivelón que tiene la sección de opinión de eldiario.es en su edición cántabra.
Yo siempre creí que en Cantabria no había narradores, salvando las consabidas excepciones (Álvaro Pombo, Alejandro Gándara, Jesús Pardo y Gloria Ruiz), porque la poesía se lo había llevado todo.
La poesía entendida como estrategia de ascenso social, en los más de los casos. Hay ejemplos evidentes de ello.
Pero resulta que aparece la edición cántabra de este periódico digital de ámbito nacional y no dejo de hallar perlas a cada paso. En los últimos días han publicado artículos de opinión excepcionales Jesús Ortíz, Alberto Santamaría, Javier Fernández Rubio, Rafael Pérez Llano (el más desigual, pero cuando acierta, no necesariamente en su última columna, la de la opereta, hay que reconocer que lo hace de pleno) y Marcos Díez Manrique, solo por citar a los más prolíficos de entre los mejores.
Tenemos que aprovechar y leer cuanto podamos. Una queja de siempre ha sido no tener el qué en clave local. Pues bueno, ahora sí. Quizá no llegó por donde esperábamos, pero llegó, que es lo importante. Hay que saber verlo (valorarlo) y lanzarse a disfrutarlo.
Por cierto, ayer Daniel Lobete me dio una novela breve suya escrita en cántabro que me ha encantado. Por esta vía también se pueden esperar cosas interesantes. Estaremos pendientes.
Yo siempre creí que en Cantabria no había narradores, salvando las consabidas excepciones (Álvaro Pombo, Alejandro Gándara, Jesús Pardo y Gloria Ruiz), porque la poesía se lo había llevado todo.
La poesía entendida como estrategia de ascenso social, en los más de los casos. Hay ejemplos evidentes de ello.
Pero resulta que aparece la edición cántabra de este periódico digital de ámbito nacional y no dejo de hallar perlas a cada paso. En los últimos días han publicado artículos de opinión excepcionales Jesús Ortíz, Alberto Santamaría, Javier Fernández Rubio, Rafael Pérez Llano (el más desigual, pero cuando acierta, no necesariamente en su última columna, la de la opereta, hay que reconocer que lo hace de pleno) y Marcos Díez Manrique, solo por citar a los más prolíficos de entre los mejores.
Tenemos que aprovechar y leer cuanto podamos. Una queja de siempre ha sido no tener el qué en clave local. Pues bueno, ahora sí. Quizá no llegó por donde esperábamos, pero llegó, que es lo importante. Hay que saber verlo (valorarlo) y lanzarse a disfrutarlo.
Por cierto, ayer Daniel Lobete me dio una novela breve suya escrita en cántabro que me ha encantado. Por esta vía también se pueden esperar cosas interesantes. Estaremos pendientes.
jueves, 3 de noviembre de 2016
La selva tiene un imán: por eso todos los animales van a ella
El sábado pasado fuimos Raquel y yo al Cine Club de la Filmoteca a ver Mysterious Object at Noon, primera película del tailandés Apichatpong Weerasethakul.
Es una película documental. Comienza con un travelling rodado desde dentro de una camioneta de reparto. Llegado un punto la vendedora cuenta que ella misma fue vendida de niña. Cuando termina su relato de vida el director la espeta si no prefiere contar una historia inventada. La señora se queda estupefacta. Tras este chispazo de tensión, la señora lanza el cabo, la historia de un niño en silla de ruedas y su profesora, y es entonces cuando da comienzo la maravilla.
El director pide a campesinos de Tailandia, país que recorre de norte a sur, que tejan la historia, que se desarrolla conforme rueda de boca en boca, campesinos a los que graba: criadores de elefantes, una compañía de teatro tradicional (cuyos miembros representan de forma improvisada su parte), dos niñas sordomudas, estudiantes de un colegio, etc.
El director va intercalando la representación de la historia que es interpretada por personajes que también son campesinos. El escenario es una casa rodeada de arbolado, en la que todos están confinados, como el niño a la silla de ruedas.
Los niños del colegio, los últimos de este misterioso artefacto, que no es otra cosa que un cadáver exquisito, detonan la historia, haciéndola inviable. Aparecen entonces los créditos (es característico de este director que lo hagan a mitad de metraje) y da comienzo la segunda parte, titulada at noon, una cámara y un poblado o una cámara en un poblado, grabando. Los niños juegan al balón.
El puro acto de narrar, no importa en qué sorpote, no importa el vehículo.
Si la encontráis no dejéis de verla.
Es una película documental. Comienza con un travelling rodado desde dentro de una camioneta de reparto. Llegado un punto la vendedora cuenta que ella misma fue vendida de niña. Cuando termina su relato de vida el director la espeta si no prefiere contar una historia inventada. La señora se queda estupefacta. Tras este chispazo de tensión, la señora lanza el cabo, la historia de un niño en silla de ruedas y su profesora, y es entonces cuando da comienzo la maravilla.
El director pide a campesinos de Tailandia, país que recorre de norte a sur, que tejan la historia, que se desarrolla conforme rueda de boca en boca, campesinos a los que graba: criadores de elefantes, una compañía de teatro tradicional (cuyos miembros representan de forma improvisada su parte), dos niñas sordomudas, estudiantes de un colegio, etc.
El director va intercalando la representación de la historia que es interpretada por personajes que también son campesinos. El escenario es una casa rodeada de arbolado, en la que todos están confinados, como el niño a la silla de ruedas.
Los niños del colegio, los últimos de este misterioso artefacto, que no es otra cosa que un cadáver exquisito, detonan la historia, haciéndola inviable. Aparecen entonces los créditos (es característico de este director que lo hagan a mitad de metraje) y da comienzo la segunda parte, titulada at noon, una cámara y un poblado o una cámara en un poblado, grabando. Los niños juegan al balón.
El puro acto de narrar, no importa en qué sorpote, no importa el vehículo.
Si la encontráis no dejéis de verla.
MYSTERIOUS OBJECT AT NOON trailer, 4/26 from Mac Scheer on Vimeo.