Cerca de San Andrés de Teixido se encuentra un
milladoiro o
amilladoiro de grandes dimensiones, el de la foto:
Parece que depositar una piedra al pasar por un determinado lugar del camino o por un cruce no era ni sigue siendo una costumbre exclusivamente gallega, sino compartida por todo el noroeste peninsular.
En asturiano existe la palabra
miyadoriu que podría proceder de
amiyar, "amontonar", emparentado con "humillar". El
Léxico Cántabro de Miguel Ángel Saiz Barrio recoge
amijar con el significado de "agachar" y
amillar con el de "refugiar, resguardar" (sinónimo de
asubiar). Esta familia me lleva a
midiar, "sestear", asturiano
miriar, y de aquí a
midiaju, "sesteadero", que López Vaqué quiere hacer derivar del latín MERIDARE, "echar la siesta", etimología que a la vista del conjunto creo necesario revisar.
Quizá estos
milladoiros se podrían relacionar con nuestros
santucos o humilladeros, generalmente situados en los espacios liminales de los núcleos de población, por ejemplo, sin necesidad de salir de un mismo valle, a la entrada de Barcenillas o en el límite con el monte, en Selores, o en un cruce de caminos, en la mies de Cabuérniga.
No hay
milladoiro al que no se le haya plantado una cruz en lo alto. El de la foto tampoco se salva:
Como acabáis de comprobar la fotografía no es "el pincel de la naturaleza" que se publicitaba en su origen, no se trata de una técnica neutral, objetiva: desde el mismo momento en que se decide el encuadre, la toma, se está introduciendo un sesgo subjetivo que los más puntillosos no dudarán tildar de manipulación. En la primera foto evité la cruz. Ahora me interesa mostrarla.
Quizá sea una cuestión de grados: en Galicia estos lugares singulares conservaron una morfología primitiva pudiera ser que por la persistencia de los peregrinos, que no dejaron de transportar piedras desde sus lugares de procedencia a modo de penitencia. Raquel y yo también lo hicimos, también echamos nuestras piedras al
milladoiro de la foto. Más de mil años después. La cristianización se limitó aquí, y no salgo del plano formal, a superponer la cruz. En Cantabria, distante el núcleo irradiador que es Santiago de Compostela, la Iglesia bien pudo someter estos lugares a un proceso de domesticación que los hizo trocar en hornacinas, los
santucos que conocemos, lo cual no significa que antes hubiera necesariamente montones de piedras ni que éstos, por muy primitiva que nos parezca la solución, tengan que ser necesariamente la forma primera: lo primero está de cráneo para adentro, la idea, que toma tierra en lugares especialmente significativos para el individuo en sociedad, de ahí su ubicación liminal que comentábamos antes, lugares pactados con el común, por eso que sigan un patrón (a estudiar), lugares cuya condición de "pista de aterrizaje" mental queda formalizada en ocasiones mediante un
milladoiro y en otras mediante un humilladero.
De todas formas, en Cantabria siempre hay ejemplos que parecen sobrepasar con mucho todo lo que podamos imaginar. Miguel Ángel González González, vecino de San Sebastián de Garabandal, tiene una trova titulada
Desde el Navas al Sebrando que dice:
"Y al pasar Peña Lumbrera
donde anidan muchas aves,
no te olvides de rezar
a Santa María una salve.
Que la gente de este pueblo
al pasarla cada día,
con devoción le rezaban
la salve a Santa María.
Porque a veces caen piedras
y rezándole, nos decían,
si se hacía de corazón
que siempre nos protegían."
Peña Lumbrera se tiene por un sitio peligroso. Interpelando a la Virgen este riesgo se desactiva. Quizá las religiones no sean mucho más que eso. Se me ocurre que si en lugar de un sitio de paso Peña Lumbrera fuera un sitio peligroso por el que no fuera necesario pasar bastaría con agitar la figura del demonio (como en El Palaciu del Demoniu de Sejos) o equivalente, como el
cúlebre, que generalmente se asocia a las simas, para meter miedo y quitarnos las ganas de acercarnos, evitando así el peligro. Cuando no se puede evitar el peligro es cuando aparece la Virgen. O quizá que Peña Lumbrera sea considerada peligrosa se deba no a que realmente lo sea, sino a que así fue cristianizada, con ese trasfondo negativo. Desconozco su etimología y es una pena, porque seguro daba alguna pista, pero la asociación con lumbre es inevitable, quizá porque reciba mucha luz o porque sus rocas la reflejen de manera especial.
Peña Lumbrera es un montón de piedras a escala sobrenatural al que los bastianos tiran salves.
Yendo este fin de semana a Sejos con Veceru nos topamos con un pequeño montón de piedras:
Es probable que esté señalando el camino, aunque no parece, a la vista está, que sea del todo necesario. Decía antes que lo primero es la idea, o mejor, la necesidad fisiológica traducida como idea y luego puesta en escena para ser resuelta en el plano material, efectivo. Los montones de piedra son las luces de estas pistas de aterrizaje ideacionales.
En asturiano a estos montones que marcan el camino, a este tipo específicamente, se les conoce, si no estoy equivocado, como
eslemas, que es el nombre dado al traductor castellano - asturiano desarrollado por la Universidad de Oviedo disponible
aquí.
No sé qué nombre reciben estos montones en montañés, los que marcan específicamente el camino, si es que tienen nombre. Aclaro que
jisu y variantes significan "hito", que podría valer, pero solo como genérico. A las balizas del mar se las conoce como
bulisas.