viernes, 29 de junio de 2018

¿Y por qué no?

En Terán hay dos escuelas, las actuales, con más de un siglo, y las anteriores, conocidas como Las Antiguas Escuelas de Terán, que son uno de los mejores ejemplos en nuestra CA de arquitectura neoclásica. Este último edificio está incluido en la Lista Roja del Patrimonio, aquí.

Es un magnífico edificio de tres cuerpos: el central, con dos alturas, y dos espaciosas salas laterales, además de un patio trasero.

Imaginároslo rehabilitado como centro de etnobotánica.

Con etnobotánica no me refiero solo al uso medicinal de las plantas, que es lo que más suena, sino también al uso que se hace de la madera en la construcción de casas (distintas especies para distintas partes de la casa) y, por qué no, también barcos (la tradición sigue viva en el monte Canales de Silió, por ejemplo), la elaboración de aperos (carros, garios, rastillos, la madera de Castilla o garáuja, etc.), mobiliario, juegos (bolos, muñecas, etc.), arte pastoril, etc., incluidos programas decorativos de juchas, alacenas, albarcas, colodras, palos pintos, etc.

Imaginaos ahora dedicar el otro ala a exposición permanente de esculturas relacionadas con el bosque, la madera. Propongo cuatro nombres: los vascos Basterretxea (o Remigio Mendiburu) e Ibarrola, el gallego Leiro y el cántabro Mauro Muriedas (por favor, nada de Eloy Velázquez que me matáis). Su obra seguro que no es barata, pero es necesario que sea potente para que sirva de imán.



La foto está tomada en el Patio Herreriano de Valladolid.

Tendríamos, en suma, dos alas, una dedicada al núcleo duro del centro y la otra a exposición permanente de escultura, más un espacio central que decíamos de dos alturas, al que propongo distribuir del siguiente modo: la planta baja para recepción y servicios básicos, como aseo y taquillas, y la superior para biblioteca del centro.

Semilla de la biblioteca:

Aquí está a la venta el archivo personal de Apolinar Federico Gredilla y Gauna (1859-1919), Director del Jardín Botánico de Madrid y Catedrático de Organografía y Fisiología Vegetales, personalidad notable de la época inscrita en el círculo del cabuérnigo Augusto González de Linares.

Y aquí, archivo personal de Enrique Álvarez López (1897-1961), Jefe de la Sección de Historia de la Botánica y de Ciencias Naturales del Jardín Botánico y Presidente de la Real Sociedad Española de Historia Natural.

Estos dos importantes archivos posicionarían los fondos del centro a un nivel de excelencia que convendría mantener para lograr el éxito del proyecto: tratados de construcción naval de época, de botánica, arquitectura tradicional, obra completa de la familia González de Linares (Gervasio y Augusto, que yo mismo me comprometería a donar), etc.

Asimismo, el centro podría convertirse en motor de iniciativas relacionadas con la arquitectura tradicional (ni siquiera tenemos claras nuestras tipologías), la garáuja (de la que apenas nada se sabe, a pesar de su importancia), catalogación de motivos decorativos (estamos todavía a tiempo de estudiarlos y de estudiar también su distribución antes de que las distintas piezas, como las juchas, comiencen a circular en el mercado y se pierda su adscripción geográfica, pero queda poco), documentación del proceso de construcción de un carru chillón (hay un paisano en Herrera de Ibio capaz), etc., incluso liderar propuestas concretas como la declaración BIC de los árboles concejiles de Cantabria.

En suma, un centro oportuno, exigente pero exitoso en un entorno perfecto.

¿Y por qué no?

Cuadra blanca

Entradas más atrás, concretamente aquí, tratamos del color blanco en las casas: llegamos a la conclusión de que si bien seguramente entró por cuestiones higiénicas el uso que de él se hace alcanza criterios claramente estéticos.

La entrada anterior se complementa con estas fotos tomadas desde fuera a una cuadra de Selores. El sol no está del lado bueno y por eso la cuadra no brilla. Lo sé porque perdí unas fotos que hice de esta misma cuadra en condiciones óptimas. Si las hubiera hecho de mañana y no de tarde la luz entraría mejor.

jueves, 28 de junio de 2018

Agradecimientos

Agradezco a la Consejería de Ganadería, Pesca y Desarrollo Rural del Gobierno de Cantabria la señalización de una ruta que partiendo desde la Castañera de Terán conduce hasta la trampa de lobos de Selores. Es una ruta circular, sencilla, salvo quizá el último tramo, que recorre algunos de los mejores parajes del valle.

Una iniciativa muy buena y bien resuelta.

Mi agradecimiento en particular a Esteban Ruiz.

Derecho de paso





Derecho de paso en la mies de Valle, que se ve al fondo, al pie del monte Rozalén.

El camino sigue la línea imaginaria trazada por los jisos que separan las jazas o fincas de la mies.

Todos ceden un poco de terreno para que el camino no pase por la finca de uno solo.

Mejor dar todos un poco para que unos pocos no lo tengan que dar todo.

miércoles, 27 de junio de 2018

La Castañera de Terán

El otro día me explicaba un vecino de Correpocu que La Castañera de Terán era donde se reunían los distintos concejos de Cabuérniga. No sé si lo sabe o si lo supone. En cualquier caso me vale, porque que un paisano crea algo así es síntoma de la importancia que confiere a la castañera.

Que es un sitio especial salta a la vista.

A la vista paisana, quiero decir. A la del turista, si no se le explica, no necesariamente.

Mi abuelo, cabuérnigo, no quería que lo enterraran en el cementerio próximo, precioso, por cierto, sino debajo de uno de estos castañares. Y lo decía estando en el hospital, quiero decir, no era el típico arrebato romántico del que se imagina su muerte, cosa a la que por otra parte mi abuelo materno era poco dado, sino que lo decía estando ya en puertas, seguro de su destino.



Hace no mucho abrieron una zanja para construir una bolera y no se pudo seguir con la obra porque apareció una tumba visigoda. La castañera es también una necrópolis.

La iglesia de Terán se levanta en mitad del valle, rompiendo la lógica de asentamientos cabuérnigos: recostados en las laderas para no perder tierra de cultivo, caso de Selores, Renedo, Valle, Barcenillas, etc., salvo Sopeña (no así los barrios de Culapeña y La Barcenuca), con un más que probable carácter defensivo.



Esta foto está tomada desde La Cruz (que no aparece así en los mapas) hace dos fines de semana, lloviendo. El pueblo que está en primer término es Sopeña, con su característica forma de estrella.

El barrio en que se incardina hoy la iglesia de Terán se llama Villanueva, lo cual parece indicar que es posterior, aunque posterior no sabemos muy bien a qué. El barrio de Terán, que da nombre al pueblo, también está contra la ladera, lo mismo que los otros dos barrios del mismo pueblo, La Torre y Sepoyu.



La foto es del barrio de Terán desde la mies. Está tomada este mismo fin de semana, haciendo un calor intenso (en el periodo que media entre las dos últimas fotos entró el verano).

La iglesia de Terán, que es la del valle, tiene un emplazamiento que rompe la lógica territorial cabuérniga actual, aunque quizá decir actual signifique la lógica territorial ajena a la de nuestros paisanos, que, como decía, siguen considerando la castañera (más que la propia iglesia) un lugar especial, incluido mi abuelo o el vecino de Correpocu que señalaba al principio.



Decía que más la castañera incluso que la propia iglesia, aun siendo la iglesia muy importante en el valle. Es así.



Los castañares más antiguos tienen nombre: El Cuatru Patas, El Millizu, El Duende, etc. No me los sé todos. Ignoro si alguien los conoce. Si así fuera es urgente recogerlos.

Muchos están hoy secos. No se han retirado sus restos por respeto. Más respetuoso sería plantar un hijo donde el padre yace muerto. Se ha hecho con el Árbol de Gernika.

Jucha



El único sitio donde se dice jucha es en La Montaña. En el resto es arca. El vasco kutxa empalma con el montañés. Ambos es probable tengan un origen común todavía por identificar del que ya tratamos aquí.

Recupero comentario de Apa: "Ten en cuenta que las primeras juchas son troncos ahuecados."



Este tipo de decoración la hemos visto en la jamba de la puerta principal de una casona de Bedicó y en otra de Úbeda, en ambos casos, Bedicó y Úbeda, hecha con la maceta de cantero:



El propietario debía ser diestro porque agarraba la tapa con la izquierda para poder coger con la derecha:



Es de probable procecencia cabuérniga, quizá de Treceñu, en todo caso montañesa. Está a la venta por quinientos euros en el Reto del Alisal de Santander.

martes, 26 de junio de 2018

Emblema

Manuel Llano nació oficialmente en Sopeña. Pero en Carmona la tradición oral asegura que lo hizo en su pueblo. Puse foto de la casa aquí (punto 7). Y se recuerda no porque se tenga en especial estima al escritor, que realmente nunca gozó de ella, sino porque al nacer su madre se puso mala y todos los vecinos espalaron la Collaa hasta Sopeña, donde, efectivamente, quedó asentado el nacimiento. Yo mismo tuve la oportunidad de conocer a una anciana, hoy fallecida, que me dijo que su propio padre había participado en semejante hazaña. Sin embargo, en Sopeña se defiende lo contrario: Manuel Llano nació en el pueblo, en una casa próxima a la de don Delfín, que, al ampliarse, se llevó por delante la natal de Manuel Llano y otras con las que hacía calleja (así explicado por un vecino). Hoy queda de esa antigua calleja parte de una de las hileras.

Desde la carretera, el barrio:


Dentro, dos opciones:



Es probable que la calleja desaparecida estuviera a la izquierda de la casona, pero no lo puedo asegurar.

Si no fue en este barrio donde nació al menos es seguro que en él vivió.

Don Delfín es como se conoce en el pueblo al escritor Delfín Fernández González, cuya jugosa obra costumbrista, en la estela de Pereda, se sitúa en Sopeña, apodada Urbina, que es la mies que colinda con el barrio de La Barcenuca. Manuel Llano también vela sus localizaciones con nombres inventados: Llendejosó, Monteazor, Brañaflor..., inventados pero con resonancias reales. Llendejosó, por ejemplo, remite claramente a Llandemozó, pueblo hoy abandonado. De todas formas, Manuel Llano toma para componer sus escenarios elementos de distintas localizaciones, a diferencia de su padrino, que describe Sopeña punto por punto.

Quizá el topónimo imaginario más conocido de su producción bibliográfica sea Brañaflor, que da título a uno de sus principales libros.

Estando el otro día preguntando a unos paisanos de Ruente por Monte A me dicen que por detrás de La Cotera, que es el monte que, por así decir, separa Monte A de la mies, y donde, por cierto, Manuel Llano sitúa cuevas de anjanas y moras, está Cantu Colláu. A su derecha, arbolado, Ñieles. El pico de La Cotera que asoma hacia la mies por encima de Ñieles se llama El Pical. Por detrás, en la falda a sur de El Escudo, que los vecinos de Ruente siguen considerando Monte A (los montes en La Montaña no tienen forma física, es una noción más amplia), está Gamonel o Camonel, que de las dos formas puede decirse, de una flor alta y blanca que nace allí, y encima, Peñaflor, una braña.



Es probable que Peñaflor sea la inspiración de Manuel Llano para su Brañaflor y que la flor que da nombre a la peña sea la que abunda en Camonel o Gamonel.

Es probable, también, que esa flor sea ésta:



La foto está tomada en La Pontaya de Sopeña, hoy puente colgante (roto), en el antiguo camino, y precioso, que conduce a Lamiña.

De ser esta la flor (y si fuera otra, otra), cabría considerarla un emblema del valle.

Hombrucu



En casa de Selores.

lunes, 25 de junio de 2018

Molienda

Éstos son Los Mulinucos del Diablu, en el camino de Cureñas o de la Jaya Cruzaa de Sejos:



No sé la razón, pero siempre asocié estos "molinos" a los de viento castellano-manchegos:



El de la foto es de Campo de Criptana.

Pero claro, no, los paisanos a lo que asocian estos "molinos" es a los de mano neolíticos:



Esta foto la he sacado de internet.

A lo que me pregunto, ¿cuántos años tiene este topónimo? Y por cuanto está en lengua romance y por consiguiente muy antiguo no puede ser, ¿cuál es el umbral mental que manejan nuestros paisanos, dónde se sitúa en el tiempo? En otra ocasión ya dijimos que "los antiguos" son los nuestros de los que no guardamos memoria, y que aquéllos que no son los nuestros son "los moros". Seguramente "el diablu" también participe de este marcaje, de este etiquetado mito-cronológico del entorno más allá de su rol bíblico, pero ignoro de qué manera, si es que efectivamente lo hace.

Me encantaría saber si la formación rocosa de Sejos se parece a algún tipo de molino de mano hallado en Cantabria. Supongo que en tal caso a la muela superior movediza no redondeada sino alargada, puesta en pie, del molino de mano lineal.

Este fin de semana en una pared de Selores:



Levanto la piedra:



Es solo que el pedazo de cáscara de nuez que encontré al levantar la piedra fue el que me hizo caer en la cuenta de lo que acabo de contar en la primera parte de esta entrada del blog.

domingo, 24 de junio de 2018

Extravagancias

En entrevista de hoy firmada por Balbona el galerista santanderino Juan Silió, cuyo segundo apellido es Cervera (que a los santanderinos nos suena de algo), responde en relación con el Archivo Lafuente: "[E]s de agradecer el gran esfuerzo y la paciencia que está teniendo [Lafuente] para que termine en Santander ante la desidia [sic] de algunos políticos o las extravagancias [sic] que tiene que leer en la prensa de parte de otros."

Y claro, viendo algunas de las obras que se pueden encontrar a la venta en su galería, como por ejemplo ésta de Vicky Civera, esposa de Juan Uslé (ante el que sí me quito el sombrero)...



..., pues temo que las extravagancias a las que se refiere, sin saber exactamente cuáles pudieran ser (a lo mejor las del Gobierno de Cantabria, que no ve claro gastarse diez millones de euros públicos en un proyecto privado, por mucho que ahora se venda como de vocación pública, extraño caso éste de conducción en sentido contrario), temo, decía, viniendo de este galerista, que sean estas extravagancias extraordinaria, insoportablemente extravagantes.

viernes, 22 de junio de 2018

Femenino plural

En otras entradas, no en una, en muchas, he insistido en que el género masculino es comparativamente inferior o peor que el femenino: mesa (+) / mesu (-), botella (+) / botellu (-), ventana (+) / ventanu (-), ría (+) / ríu (-), etc. O que el femenino es comparativamente superior, mejor que el masculino, que es otra forma de decirlo. Supongo que pase igual en otras lenguas, aunque quizá no de forma tan acusada. Lo que no sé es el porqué, por qué sucede (o por qué se decide aplicar) esta diferente calidad según el género. Imagino que por practicidad, es decir, por sacar el máximo partido a la lengua: si hay dos géneros (dejo a un lado el neutro de materia para que no nos estalle la cabeza) aprovechémoslo cuanto podamos, cuanto dé de sí para enriquecer el modo como nos relacionamos con el mundo.

Sé que desde fuera es habitual considerar la vida de los pueblos pobre, por extensión también la lengua que se asocia en exclusiva, creo que equivocadamente, a la vida de los pueblos, pero puedo asegurar que no hay nada más lejos de la realidad: la precisión con que se maneja el lenguaje en, por ejemplo, Carmona, es impresionante. Nunca, en ningún sitio mejor. Y, para disipar dudas, he estudiado en cuatro universidades y me he titulado en dos (lo de que he leído poesía, dado el canon actual, no cuenta). O con las paisanas con las que tuvimos la fortuna de poder conversar el fin de semana pasado: la riqueza de su caja de herramientas lingüísticas y la habilidad en su manejo no es que fuera asombroso, porque decirlo así implicaría de alguna manera que no me lo esperaba, y no es el caso, pero sí que fue magistral. Pobreza la del que no es capaz de apreciarlo, pero nunca la lengua, la vida de nuestros paisanos.

[Nota al margen: nos extinguimos, y me incluyo, no porque hayamos perdido la capacidad de adaptación, porque no podamos, sino porque no nos dejan, suena duro, lo sé, pero es así, y clausurar el horizonte de futuro, abrir botes de humo desde las instituciones es una forma de impedir que nos adaptemos, quitarnos las ganas de seguir siendo para luego decir que es que no queremos -quién va a subir a Sejos por el camino tradicional, por ejemplo, si el camino tradicional está arrasado, cómo no se va a perder la tradición, que es la liga cultural entre generaciones de los pueblos- y así retirarnos de la lista de problemas, porque una población fuera del estándar y que es consciente de su condición -yendo al otro polo, la población transhumante pasiega es un ejemplo claro de disonancia, todavía no disidencia- representa un problema cierto para las instituciones, instituciones fallidas como las que padecemos; ése y no otro es el problema.]

En fin, convenimos entonces que nuestros paisanos, los que quedan, son tan hábiles lingüísticamente, hecho probado, que exprimen a tope la oportunidad que representa el género más allá de la función estándar.

Pero luego encuentras cosas que te hacen dudar, para bien.

Vale, aceptemos que la diferente calidad que marca el género es fruto de la practicidad (que ya es mucho) y que, por consiguiente, que el femenino sea comparativamente mejor que el masculino es, de alguna manera, casualidad. Podría haber sido al revés y dar igual.

Es entonces cuando nos encontramos con palabras de uso común como el cabuérnigo jembru, "hombre", que está construida a partir de jembra, "hembra". Insisto en que no es una palabra forzada, es de uso habitual, entendiendo habitual, claro, en el contexto de una lengua minorizada que se halla en grave peligro de desaparición.

Jembru, "hombre", de jembra, "mujer". Es que es tan bonito que cuesta creerlo. Pero es cierto.

Llegados a este punto, ¿que el femenino sea comparativamente mejor es de verdad casual? ¿Vamos a creernos que no posee una carga semántica histórica, un sesgo positivo que, a manos de hablantes patrimoniales bien dotados, aflora todavía hoy en sustantivos, en el manejo de los géneros y seguramente en un montón de fenómenos más que se nos escapan? ¿De dónde procede este campo semántico, este sesgo, por qué se ha venido cuidando hasta ahora, por qué decae?

Esta tarde hay convocada una manifestación en Santander en contra de la excarcelación de "la manada". Es una oportunidad inmejorable para seguir siendo lo que somos y, en consecuencia, acudir.

jueves, 21 de junio de 2018

Presentación de "La zozobra de la lengua"



La zozobra de la lengua (El Desvelo, 2018) del poeta surrealista Gherasim Luca llega a La Vorágine, aquí.

Recopilación de lo mejor de Flann O´Brien

El consumo de papata en Irlanda, aquí, que reúne tres obras de Flann O´Brien: La boca pobre, La vida dura y La saga del sagú, de las cuales he leído en ediciones anteriores las dos primeras (la tercera está pendiente), es absolutamente imprescindible.

Cuarterones tallados



En casona de la calle (sic) del Carmen (también llamada de las burras) de Sopeña de Cabuérniga.

Muy recomendable el artículo de Raúl Molleda titulado "Alucha de clas", aquí: "Tres de la cajiga [el corazón de la casa, el cuadru] vinía el castañu enas puertas y tapaventanas, enas barandas y tornos de los correoris, y enos aleros, adornáu con rosetas y jerebequis, manejáu por carpinteros de gustu garaujiegu que no se conformaban con dali la forma y se ubligaban a dali amás, la gracia."

miércoles, 20 de junio de 2018

La ría montañesa y "el río"

Preguntamos a una paisana de Terán por los nombres de montes de su pueblo: Sel de Paju (sic), Las Joyas (sic), Posaoriu (sic), Brañucas (sic)...



..., y ya del láu de allá La Braña´l Pozu (sic), que pertenez a otra ría (sic), la del Nansa
.

Y era de esperar, pese a la sorpresa, que, existiendo ríu, existiera también la voz montañesa ría entendida como sinónimo de cuenca o quizá de vertiente. La ría, pues, la ría montañesa, podría contener l´agüera a cuyo significado intentamos aproximarnos aquí y aquí (punto dos), pero que ahora, tras este "descubrimiento" (obviamente para nosotros, no para la señora), habría que matizar.

Preguntada otra anciana por los ríos merderos, no verderos, que son aquéllos que funcionaban a modo de desagüe, nos dijo que sí, que recorrían todas las estribaciones de los montes donde se recuestan los pueblos, pero que todos terminaban desembocando en "el río". Ese río, el único río, el de referencia, es el Saja, que precisamente deriva del prerromano Salia, "río".

Es emocionante encontrar a alguien que utilice la noción de río exactamente igual, es de presumir, que hace dos mil años. El río es el río, salvo cuando se está gestando en Sejos, que es el Cureñas, hidrónimo romance (no sé cómo interpretar que arriba, espacio supuestamente marginal, prime el latín y abajo, en los núcleos, el prerromano). Las muchas regueras del valle no cuentan, por su escasa entidad. Por su parte, los ríos que bajan del monte, como el Rubial, son interceptados por el ser humano, que los domestica, de ahí el río Madriz en Sopeña (para alimentar una serrería) o los distintos merderos (como decíamos, desagües): llegando al fondo de valle se "artificializan", abandonan su condición de río, que ostenta en exclusiva "el río", el Saja. Esta lógica cabuérniga, y digo lógica a posta, porque la tiene, parece impregnar al río, que aguas abajo, superada La Hoz de Santa Lucía, frontera de La Montaña, sigue siendo un imán, hasta tal punto que ni siquiera cuando se une a la altura de Torrelavega o un poco antes a otro río de igual porte pierde su predominancia: el Besaya, del híbrido romance y prerromano Bi-Salia, "los dos ríos", por cierto, con realización a la asturiana, lo cual no sé si significa que es más antigua o menos que la solución a la montañesa (con hache aspirada, representada como jota).

"El río", de acuerdo, es el único que hay en Cabuérniga. Pero no olvidemos su género masculino, comparativamente peor, o inferior, que el femenino: y es ahí donde aparece la ría con su amplitud montañesa, inédita por escrito hasta ahora.

martes, 19 de junio de 2018

Camino empedrado en Sejos

Este sábado ha sido 16 de junio, fecha señalada por la tradición, y refrendada por el reglamento de la Mancomunidad, para subir el ganado a los puertos de Sejos. Pero no es de ésto de lo que quería tratar ahora, al menos no directamente. Lo que quería era nada más que llamar la atención sobre el empedrado del camino conocido como de La Jaya Cruzaa que sigue el curso del río Cureñas, río que cuando abandona Sejos cambia de nombre y se convierte en el Saja.

La Jaya Cruzaa que da nombre al camino:



Alguien había subido antes para retirar los árboles caídos que dificultaban el paso:



Restos de empedrado:



Ya llegando casi al final, La Canal del Infiernu a la vista:



Volviendo la vista atrás, el camino recorrido:



Creo que en otra ocasión llamamos la atención sobre el mismo tema: siendo Sejos milenario, este camino también lo es, lo cual no significa que necesariamente las obras de acondicionamiento del mismo también lo sean. Pero lo que es seguro es que recientes no son. ¿Alguien podría intentar cuadrar la cronología de este tipo de vía? Y sobre todo, ¿alguien podría preocuparse de su conservación? ¿Tienen que ser los cabuérnigos mismos, como antaño? ¿Para qué coño pagan los cabuérnigos impuestos?

lunes, 18 de junio de 2018

El azúcar del sol

Este año hay pocas golondrinas. No han hecho nido en casa. Buena señal no es. Pongo periódicos porque las que se posan ensucian mucho. Este año ni la fruta sabe igual. Está sosa. Le falta el azúcar del sol. Como a nuestros huesos.



Nos lo decía ayer una vecina del barrio La Torre de Selores, Cabuérniga.

viernes, 15 de junio de 2018

La tierra

Nu ero p´asigurar ber apañáu y lleváu pa casa daqui embozaos de tierra de las sús jardineras, las mís alcordanzas esbalagan enas cuestas de la mimoria, peru camiento que, de ber esfrutáu de la oportunidá, a güen siguru que sí. Sobraba confianza entrambos. Si la hestoria cuei nun granu d´arroz, cumo dicin, entonz por qué nu va ser pa jacelu tamién nun tapín. Estaba duru y cinicientu, eso sí recuerdo, qu´era tierra istil. Oi, y qué floris pongo yo abora nesta tierra nuevu, priguntaba Manolo. Cactus, Manolo. La copa de licor mijíu con augua era obligáu estando con él.

Amira, la casa de la hija de Botín - dendi la terraza. Erma, vana, la casona. Es güena vicina - asiguraba. Cuando está. Y yo imaginaba a José Hierro matando´l jumarru ena jardinera de la terraza, ensimentando la hestoria, ensin retraé-la miraa, el poeta cara la badía. Las olas rumiando l´airi que li faltaba enos plumonis. Ó estará, aquella tierra. Barciaríala en daqui mudanza.

Seis, llevo.

Seis en Sanander.

Entardahier compramos Raquel y yo pisu.

Gustábali dir a buscar a Teresa cuando lluvía pa tapala arrimáu col parauguas. El sú primer pisu tapaba pocu más. Ellos dos y los libros. Dispués la hija. Y dispués, mucha dineru y otra casa cara la badía.

Las sús jardineras tinían la tierra ayescáu, atalambráu pol sol que tantu prestaba a José Hierro. Ésti jacía vinu, pocas botellas, que mitía en cajas que pintaba´l óliu (recuerdo árbulis y marinas) y Manolo guardaba nel cuartu de los catálogos que acabó regalando a un amigu galirista. Los libros comblaban la casa entera. Los suyos estaban acaldáos, pa mejor caltenelos, nuna estantiría onde´l sol nu acanzaba ni a rayar. Compré tres o cuatru -un poemariu dedicáu a Teresa, un libru d´Eulalio Ferrer dedicáu a Sanander y a manu a Teresa y Manolo, la primer edición d´Anzuelos para la lubina- ena última feria del libru vieju de Sanander.

L´otru día apañamos Raquel y yo de la cera una quimuca de geraniu. La vicina, que sorripiaría la sú jardinera y tiraría al abizu urbanu el piazu de geraniu amortugáu, supongo qué. Mitímo-la quimuca nun vasu augua y pusímola junta las macetas conos geranios de casa. En medrando, cumo paez, tendremos de metela luegu en tierra.

La mejor tierra está ena lera d´escontra la pontaya de Sopeña. Mañana apañaremos.

Y si teno ocasión, echaré un pocu tamién ondi lu de Manolo.

Novela montañesa de los 40

Yosef el santero, novela montañesa de los años cuarenta de Juan Díaz-Caneja (que yo no conocía), libre aquí.

Literatura obrera de primera generación

Muy pero que muy recomendable la novela Justo Vives: Episodio dramático-social de Anselmo Lorenzo en edición de Libros Corrientes (Madrid, 2018, según edición de 1893) con fantástico prólogo de César de Vicente Hernando. Yo lo compré en Madrid pero seguro que lo podéis encontrar en La Libre o en La Vorágine de Santander.

Literatura de obreros para obreros de primera generación. Equivalente al estupendo Los filántropos en harapos (Capitán Swing, 2014, según edición de 1914) de Robert Tressell que compré por recomendación de Alberto Santamaría.

No es la única novela escrita por obreros hartos de verse mal representados en otras escritas desde fuera por Galdós, Concha Espina, Zola, etc. Para profundizar en este tema recomiendo vivamente Leer en rojo: Auge y caída del libro obrero (Fundación de Estudios Libertarios Anselmo Lorenzo, 2017) de Alejandro Civantos Urrutia, a la venta en La Libre y La Vorágine de Santander.

jueves, 14 de junio de 2018

Talla de vaca en piedra y camino empedrado en La Cruz

En el pueblo de Treceño, el pueblo de las brujas, encontramos tallado en una puerta el esquema de una vaca uncida de frente, aquí y aquí.

En un invernal de La Cruz encontramos tallada otra vaca enyugada pero esta vez en piedra, en la jamba, y representada de lado, el izquierdo:



Por los nombres tallados que acompañan a la vaca los propietarios, varios, podrían ser del vecino pueblo de Lamiña.



El invernal es éste:



El camino que conduce a él sigue monte arriba. Está desbaratado por el agua y el abandono. Punto de inflexión:



El camino conserva a partir de este punto el empedrado original, muy valioso (en el pueblo de Sopeña, por ejemplo, ya apenas queda alguna muestra y en la red viaria del valle debe ser este tramo y algún otro que se me escapa, quizá en el camino que sube de Sopeña a Lamiña por el puente colgante, los últimos):



Poco más arriba se pierde en el monte:


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