martes, 20 de febrero de 2018

En Cieza

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Cajetín del contador.

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Las verduras y hortalizas no se arrancan de una vez, se van quitando las hojas que se necesitan, como se hace con las ramas de los árboles, aquí.

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Animales bosquejados (en la foto se aprecian tres) aprovechando las formas de las piedras en la fuente La Peña, cuya agua, dicen, es muy buena para el riñón, aunque nos dijeron que hierve mal.

Me viene a la memoria un niño vestido de camuflaje y botas de agua saliendo de casa, creyendo que estaba solo, ahuyando.

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Ventana en Villayuso.



Ventana en Collado.

Parecen talladas por la misma mano.

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En casa no se entra con albarcas.

Las zapatillas de la foto están señalando el límite del hogar.

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Ese cajón con arena por dentro indica la posición del lar (la lumbre) en el piso de arriba. La puerta es la del cuartu del portal. El portal de la casa, de frente:



Fijaos que se ha roto una porción de pared para poder acceder al pajar, como sucede en muchas casas de Cabuérniga y el Nansa, por ejemplo aquí.

Esta casa formaba parte de una unidad mayor que fue segregada en dos. El poste central del antiguo portal, con los agujeros característicos para potrear la madera:



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Fregadera y ventana de piedra de una sola pieza que emparenta con otras aquí (punto 5) y aquí (punto 3).

Son muy frecuentes las ventanas abocinadas, pudiera decirse que románicas o al menos de tradición románica, raras en Cabuérniga y en otros valles, sacados los del sur:



En esta casa:



Otras:



Todas están en Villayuso y Villasuso.

También abundan ventanas rematadas por esa llamita (arcos conopiales o flamígeros) que ya vimos en una casa en ruinas en la desembocadura del Pas, en otra casa en ruinas en Soba y en Llanes, aquí. Ejemplos:



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Tallas de cruces concentradas en el esquinal de una casa de Collado cuyo antiguo cuartu del portal no sustenta un balcón, sino una galería que conecta con una pequeña construcción situada al otro lado del camino:



Tantas juntas solo hemos visto en el palacio de Hoznayo, aquí (punto 5).

Otra cruz tallada en la piedra que abre el pecho de paloma que recoge el balcón de una casa de Villasuso:



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Distintos revoques.

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Es una vecina que va guardando los tarmaos para luego encender la lumbre. La pared es de una ermita. Nos dijo un vecino que acaba cubriéndola casi entera.

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Perru de albarqueru colgado de una tejavana. Más aquí y aquí.

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Las joracas son para las gallinas, no para los gatos. Los gatos entran y salen por donde pueden, por ejemplo por el cuarterón.

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Y en el bocarón del pajar de la anterior casa, cierre de madera que ya hemos visto en un portón de huerta en Barcenillas y aquí.

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Poyu con orificios en la base que no sabemos lo que son. Si este poyu fuera la pusiega de una antigua cucina de suelo reutilizada, los agujeros quizá pudieran explicarse en relación con algún tipo de brazo para sostener el puchero, tipo tuérzanu (aquí), se me ocurre, aunque lo veo difícil. Más agujeritos en piedra de uso desconocido aquí.

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Sobre la lógica de los balcones hemos tratado mucho. Decíamos que era un espacio liminal donde se superponían los usos: para dejar solo al crío mientras se va a las tierras, para secar cosecha, para secar y planchar (con piedras) la ropa, dedicado a higiene personal, etc.

Que el balcón se utilizara para lavarse y afeitarse se explica por la luz. Que el balcón tuviera este uso explica, o al menos facilita, que el primer baño se pusiera en el balcón.

Foto de balcón en casa abandonada donde todavía no hay baño cerrado, pero se anuncia:



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Y por si quedaran dudas:



Además del marcu dedicado a Rusia, sorprende el tallado en piedra. Lo hemos visto en algún otro pueblo, el correspondiente marcu tallado, digo. Ejemplos así demuestran que los marcos no solo servían para marcar ganado o aperos, que los que aparecen en puertas no solo son pruebas de fuego, es decir, que estos marcos no solo tenían un uso práctico, sino también simbólico.

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