sábado, 22 de febrero de 2020

Líneas imaginarias a la vista

Los praos conceju están compuestos por parcelas sin propietario fijo, que se sortean cada año. El cierre es común. Todas las decisiones se toman entre todos.

El único que conozco en la cuenca del Saja es el de Sopeña de Cabuérniga, que está en La Cruz, aunque no sé exactamente dónde. Intuyo esté privatizado de antiguo y aparezca en los mapas con otro nombre. El resto, todos en el Nansa. El único que se mantiene vivo es el de Tudanca, un tesoro. A las parcelas las llaman brañas. No confundir con las brañas netamente ganaderas.

Compartiendo hábitat con los praos conceju están las praerias, donde las parcelas sí tienen propietario fijo. La pared sigue siendo perimetral, común. Su gestión también es colectiva. En Sopeña de Cabuérniga había una praeria en lo que hoy es el invernal de Chuchín y el pueblo de Valle tenía otra en el monte Rozalén. No conozco más en la cuenca del Saja, aunque por fuerza tiene que haber muchas tanto en la del Saja como en la del Nansa.

Las mieses están compuestas por parcelas conocidas como jazas. Son de propiedad privada, fija, como pasa con las parcelas de las praerias. El muro es también perimetral, común. Su gestión, lo mismo, colectiva: es entre todos los vecinos que se decide, por ejemplo, derrotar las mieses o abrirlas al ganado que baja del monte para que aprovechen libremente los restos de la cosecha de acuerdo con normas consuetudinarias recogidas tardíamente en reglamentos.

En todos los casos las parcelas, de propiedad fija o sujeta a sorteo, están delimitadas por líneas imaginarias cuyo reconocimiento mediante jisos u otras referencias más sutiles, sean antrópicas (emparentadas con las veceiras gallegas, aquí, por ejemplo los ramos que se ponían en las praerias) o naturales (al estilo de las referencias que tomaban los marineros en la costa para localizar los caladeros), condiciona la forma rectangular de éstas, pues es más fácil trazar líneas rectas en la cabeza que curvas, estando en todos los casos el conjunto recogido dentro de una pared común. Aprovechamiento individual, pues, sujeto a reparto o no, pero gestión colectiva.

No sé en qué momento empezaron a cerrarse estas parcelas, a privatizarse siguiendo una lógica protocapitalista o plenamente capitalista. Coincidirá en el tiempo con la aparición de los agreos, supongo, pues éstos responden al mismo resorte: la sustracción del común. Es muy llamativo en las mieses probablemente por haber sido éstas víctimas tempranas de la intensificación ganadera.

A continuación, foto de antiguo moriu a medio levantar prolongado en tiempos recientes con alambrada o estacáu.



Es un proceso todavía en marcha. El capitalismo muta pero la base sigue siendo la misma. Hoy se cierra por distintos motivos que hace un siglo, pero se sigue cerrando. No se quieren compartir las decisiones.

Las siguientes fotos están tomadas todas, lo mismo que la anterior, en la mies de Barcenillas. Parece que hubo una oleada de cerramientos que partiendo del pueblo o de la línea que traza la carretera avanza hacia el río. Hay una piedra hincada que parece marcar el límite de este avance, todavía hoy no rebasada. Es una piedra que está marcando una frontera mental, una piedra monumental, por tamaño y simbolismo. Si no estaba ahí de antes, la pusieron ahí por algo.



En la misma mies hay paredes que doblan en ángulos de noventa grados. Supongo que se produzcan al cerrar jazas, que ya dijimos que son cuadrangulares para el mejor reconocimiento de las líneas, de la cuadrícula. Con cantos rodados también se pueden construir ángulos, pero no, la tendencia parece que es resolver los cierres en ángulo con piedras rectangulares. No sé si es por influencia urbana, las esquinas de las casas, o porque hay algo ahí de antes, o dentro de nosotros, que conduce a cerrar los sitios donde convergen varias líneas con piedras cuadrangulares.

Se llega a intentar satisfacer la norma aunque sea mínimamente, como es el caso:



Otro ejemplo más:



A continuación cierre en ángulo con piedras rectangulares en el acceso a la mies de Urbina de Sopeña de Cabuérniga, es decir, en el mismo gozne entre casco y tierras:



Aclaro que los ángulos no son frecuentes en cierros que no sean éstos. Lo normal es que las paredes de las fincas sean curvas o rectas pero que resuelvan los cambios de dirección en curva. Las propias paredes perimetrales de praos conceju, praerias y mieses son así. Incluso dentro del pueblo, los güertos, alveolares. Los ángulos se me hacen posteriores. Es como si hubiera varias capas: los barrios en corro y los güertos por un lado, el gusto por la curva, y por el otro las calles y los cierres en ángulo.

Para terminar, se quieren adivinar alineamientos que trascieden las parcelas, así por ejemplo entre el santucu o humilladero de Barcenillas, un muriazu donde termina una pared que da la sensación de no estar terminada y dos jisos o hitos, uno moderno de hormigón y otro antiguo, que colindan con el camino desde donde está hecha la siguiente foto.



Esta foto también sirve para saber por dónde me he estado moviendo.

Son líneas que hay que saber verlas, es decir, mirarlas.

A simple vista no lo parece. Pero si se presta un poco de atención la gestión del territorio que queda a la luz es complejísima. No, mejor, es completísima, desciende a un nivel de detalle impresionante, no deja prácticamente nada al azar. Normal, son siglos y siglos afinando soluciones. A fin de cuentas, de ello dependía la vida. Es una pena que no estemos prestando la atención debida a este patrimonio también en extinción.

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