jueves, 18 de septiembre de 2025

El mirón

Era un vecino que salía al balcón a tomar el sol, cuando hacía. Se tiraba horas. Primero de frente y luego por la espalda. Era de edad avanzada. Durante el COVID le costó ver que era a él al que saludábamos desde nuestras ventanas. Vivía solo en el último piso del edificio de enfrente. La última vez que le vi iba del brazo de un señor al que no había visto nunca. Paré a saludar pero no me reconoció. Era su hijo, me dijo. Poco después vimos a una pareja de jóvenes quitando y poniendo, abriendo y cerrando, como en un antiguo rito de posesión, y entendimos que lo habían metido en una residencia. O que había fallecido. Empezando los calores de este año coincidí un tramo de la subida a casa con una pareja entrada en años que estaban diciendo algo relacionado con el toldo que había puesto su hija. Suelen comer en el balcón, cuando hace sol. La pareja de su hija es un chico joven que no deja de mirar a mi casa

y no por mí

me faltó poco para advertir a sus padres.

Hoy que como solo y hace sol he estado a punto de salir a la ventana de la cocina a saludarle. La chica come de espaldas.

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