Me la señaló uno de los jardineros entre dos rocas de la escollera que sustenta la antigua pared que linda con la cuesta de los toros y la vi seca y en mal sitio, eso creía yo, en peligro, así que cuando me acordé, pasarían -no sé- dos días, la cogí y me la llevé a casa para meterla en agua primero y luego pasarla a tierra.
Al cabo de otro par de días la desenredé. Tiene en los tallos filamentos que le sirven para agarrarse a otras plantas de su entorno o a la misma pared. Pero cuando no tiene dónde, estos filamentos le sirven para agarrarse a sí misma, autosustentarse, como si fuera una pérgola. La desenredé y haciéndolo temo haberla perjudicado.
Además el otro día en casa de una amiga crecían varias rúculas silvestres y estaban igual de blanquecinas y prendidas mínimamente a la pared, de forma lastimosa, como desmayadas, así que no estaría tan mal la mía.
Diré que fue sin querer.