En mi primer año de parvulitos apenas fui porque estaba malo casi siempre así que debió ser al siguiente, que era ya "popular" y llegó José Ramón que parecía bastante guay así que me dediqué a buscarle defectos hasta que le encontré uno gordo: que se comía los mocos. Me acuerdo de estar en clase varios observando después de habérselo dicho yo y echarnos todos a reír cada vez que se sacaba y comía uno.
Seríamos Luis (en Alemania), Andrés (en Alemania) y alguno más.
Yo todavía no sabía atarme los cordones. Me hacía el favor Cesitar o César El Chico (había otro que era El Grande). Luego me enseñó mi padre pero mal, con dos lazadas, como nos los seguimos atando los dos.
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