Mi abuelo
llenaba de espejos
la jaula
para que el pájaro cantara.
Solo cantan
para los suyos.
Los metía dentro
el balcón a norte
y abría las cortinas
sol no
pero luz
y calor
en verano
murió mi abuelo
y reinó el silencio.
Será que se empañaron
los espejos.
sábado, 28 de noviembre de 2015
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1 comentario:
Me gusta tomar notas allí donde esté: en el coche, tomando un café, etc. Estas notas me sirven solo para no olvidar la idea. Suelen ser palabras sueltas. En muy contadas ocasiones escribo el texto en un papel y cuando lo hago a la hora de pasarlo al blog suelo cambiarlo entero. Generalmente escribo de forma directa en el blog a partir de las notas tomadas en un café o, sin más, lo que se me ocurra en el momento. Como decía, casi nunca parto de un texto previo y cuando así lo hago no lo respeto, lo voy cambiando mientras escribo.
Mis textos no pasan por la cocina, a veces eterna, de los que escriben para el papel.
Mi inmediatez, sus riesgos, se compensa con una funcionalidad básica (para mí) de los blogs: que puedo corregir mis textos cuando quiera. Para hacerlo, para corregir mis textos, decía, basta con querer hacerlo y para querer es indispensable tener una idea de los textos flexible, en absoluto cerrada. El mundo tradicional, el del papel, parece moverse siguiendo coordenadas inamovibles: lo que publicas en papel es para siempre. En internet a mí me gusta pensar que lo que publicas está abierto a correcciones tuyas o de quien las proponga, siempre.
Esta entrada es un buen ejemplo de lo que digo, por eso lo digo ahora: escribí directamente un texto que me vino a la cabeza pero tras releerlo transcurridos unos días me di cuenta que no había dejado las cosas claras, así que lo corregí pero como las correcciones eran notables, borré lo escrito y escribí una nueva versión a la que identifiqué como lo que era: una nueva versión (v. 2) del antiguo texto, que borré para no despistar no sin antes enlazar la entrada vieja, ahora vacía, con la nueva que contiene el nuevo texto (éste que estás leyendo). Un texto flexible excretado por una idea de la escritura flexible; y si algún lector me propusiera cambios añadiríamos a esta ecuación una noción de lector también flexible (que yo esté preparado para incluir correcciones planteadas por los lectores de alguna manera reclama un lector flexible; mi previsión adelanta su existencia, que es una forma, incorpórea eso sí, de ser).
En fin, que el mundo digital sí es cierto que cambia el modo de escribir y por ende el modo de plantearse la escritura, al menos por lo que a mí afecta.
Por cierto, que el otro día leí a no sé quién criticar la falta de atención que están provocando los dispositivos móviles. La imagen que servía para ilustrar esta opinión era la de una señora mayor viendo al Papa (creo recordar) mientras todos los jóvenes de su alrededor estaban sacando fotos con sus móviles. Bueno, estar atento a todo lo que se mueve para sacar una foto, para registrarlo en imagen, me parece comparable a un escritor que toma notas de todo lo que pasa a su alrededor y considera relevante. No creo que sea malo que la gente quiera registrar lo que le pasa. Es una salto adelante de calidad. No hace falta que todos seamos escritores, pero genial si todos logramos tomar de los escritores lo que es aplicable en nuestro día a día para bien, como el estar atentos a nuestras vidas.
Bienvenida sea la tecnología y bienvenidos los cambios que provoca de cráneo adentro.
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