martes, 4 de septiembre de 2018

Wonky Bikes de Red Snapper y Cazoña



De chaval estudié en Cazoña, instituto de las afueras de Santander. Recuerdo ir a una hoguera en la playa de San Juan con mi compañero de mesa subido a una moto que tenía trucada: "ponte así que si es asao te quemas con el tubo de escape".

Algunos de sus amigos llevaban la moto con cajones detrás porque empezaban a trabajar como recaderos. Pero no todos. Uno con las gafas de pasta pegadas con celo acababa de entrar en una carnicería y nos decía que había una señora que la cabrona iba siempre a comprar a primerísima hora, lo que le obligaba a abrir a la hora en punto. Se le veía contento. Este chico llevaba la moto además de trucada tuneada con huesos de res, lo mismo que el casco, que recuerdo rojo y, pegadas, mandíbulas de vaca.

Aquella noche fue buena. En la moto de Camus, escorado y a tope, por aquellas curvas, confiando ciegamente en la combustión.

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