hace ya bastantes años,
ajeno de desengaños,
y con la ilusión en mí;
y este pecho desahogando
el pesar que le causaba
dejar lo que tanto amaba,
de Castro salió llorando;
y en un suspiro sincero
que a mis labios acudió
el alma su adiós le dio
al terruño que más quiero.
Del barco, sobre cubierta,
en mi loca fantasía,
veía cual sombra muerta
el país que corría;
porque es muy triste en verdad
correr de fortuna en pos,
aun con la confianza en dios,
en austera soledad,
y abandonar el rincón
donde dejamos la vida,
es abrirnos una herida
que atormenta al corazón...
Concha posada en el mar
de esa Cantabria gigante,
patria que por estandarte
tiene un escudo leal;
recuerdo de mi niñez,
santo solar que conmigo
llevo desde que he vivido
y jamás quiero perder.
Hoy que a tu lado regreso,
con arrugas en la frente,
¿encontraré aquella gente
de mis tiempos embeleso?
No lo sé; mas el afán
de tornar hacia tu suelo
y contemplar ese cielo,
ferviente aliento me dan.
¡Que si el Castro que dejé
es distinto al que me espera,
en mi cerebro yo haré
florecer su primavera!
Del libro Verdades y mentiras en prosa y verso. Barcelona: Gráficas Casulleras; 1951. 1408 p.
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