domingo, 16 de diciembre de 2012

El mi Juan

He comprado esta mañana El mi Juan: Novela montañesa, de Soledad Ruiz de Pombo, publicado por el Patronato Social de Buenas Lecturas (Madrid, a caballo del s. XIX y XX), por dos euros. Localizo un único ejemplar en la Biblioteca Municipal de Santander.

- Hacheros:

"La gente de Sobreminas volvió a su recogimiento. Solo lo interrumpía de vez en cuando alguna vieja, no sé si de sesenta años o de cuarenta, porque en pasando de los treinta allí todas son viejas, para recoger cuidadosa entre sus dedos encallecidos la cera del cirio encendido delante de ella, fijo en un candelero de madera, con otro compañero, ofrecidos los dos por las Ánimas benditas. Hileras de estos candeleros, colocados sobre paños negros, marcan el puesto de cada familia, que cuida la sepultura de sus difuntos, enterrados todos en el Cementerio, distante de la iglesia, pero en cuyo sufragio arden aquellos cirios, puestos allí por la piadosa costumbre que los mantiene encendidos como oración perenne."

- Vestimenta:

"Otra se hacía aire con la antigua mantilla de paño ribeteada de terciopelo, puesta sobre un pañuelo de lana, atado en cofia alrededor de la cabeza. Con un chal de ocho puntas colocado sobre los hombros, daba compasión verla tan abrigada en un día de Agosto, metida entre tanta gente, pero las más de las mujeres iban ataviadas de igual manera para honrar la fiesta. Y a mayor festividad, mayor número de prendas de abrigo. Solo las jóvenes tenían, en vez de mantillas de paño, pañuelos de seda de colores vivos, pero también llevaban chales, aunque generalmente más ligeros."

"Uno de ellos (...) hubiera parecido hasta elegante, de llevar el traje ciudadano, en vez de la blusa de cuadros, corta y vuelosa, adornada con unas trencillas, que en ambos lados de la abertura delantera formaban complicadas y feísimas labores."

"Ella tenía el cabello castaño sujeto por detrás en abultado rodete, del cual se escapaban multitud de rizos traviesos. En vano su dueña se empeñaba en sujetarlos a fuerza de agua, cuando hacía su sencillo tocado."

"Llevaba Dolores un vestido de percal jaspeado, dando al conjunto una nota rosa. Rodeaba el cuello un pañuelo blanco de seda, prendido con un alfiler terminando en un pajarito de cristal cuajado. Del ramito de clavellinas sujeto en la cintura se había escapado una flor, y sin saber cómo, aquella flor se encontraba sujeta por la oreja izquierda de Juan, adornándole la sien por bajo del pliegue de la boina."

"(...) saltando de piedra en piedra (...) recogida la falda en ambos lados de la cintura, descubriendo otra saya de vivos colores."

- Cestas:

 "Suele traer sobre la gentil cabeza una especie de cesta cuadrada y plana, que llaman aquí garrota."

- Flores y plantas:

"Un segundo después asomaba ella su gentil cabeza por encima de la florida mata de clavelinas que descendía pared abajo desde un cajón que llenaba casi todo el hueco del ventanuco."

"No hay un trozo de tierra donde la vegetación no produzca algo florido. Sobre cada prado hay una magnífica alfombra cubierta a trechos por blancas, inmesas sábanas de margaritas. Las violetas crecen a millares; los narcisos se crían en las praderas, más cortos de tallo, pero no menos fragantes que los que se venden por allá."

"El caserío, ya lo sabes, en estas provincias está repartido y diseminado de modo que apenas hay dos casas juntas. Nada más pintoresco. Cada casita tiene su castaño o su nogal, detrás o delante, y su huerto grande o chico. En tales huertos se crían magníficas hortalizas (...) y sobre todo y ante todo y después de todo, flores y más flores, no ya silvestres, sino rosas magníficas, lirios enormes, geráneos colosales y otras, no abiertas aún, pero prometiendo exuberancias que pueden apreciarse ya en las varas altísimas, cuajadas de capullos, de las azucenas; en los jazmines de extenso ramaje; en las hortensias, alcanzando la altura de los tejados que cobijan."

- Música:

"Él no había oído más música que la que en las romerías arrancaba algún ciego a su destemplado violín."

- Interiores:

"(...) una casita muy limpia, muy cuca, donde el tillado de castaño antiguo reluce al par del ébano pulimentado, de puro barrido y hasta bruñido, como la mesa (de no sé qué siglo) que hay a un lado de la sala, compañera de dos arcas y una poltrona (...) Combinados con estos muebles hay unas sillas de paja, y unas cortinas blancas como la nieve. (...) (Destaca la) abundancia de puntillas de gancho que hay por todas partes. En las citadas cortinas, en las camas, sobre la cómoda, hasta en el vasar de la cocina donde me metí un día por equivocación."



No hay comentarios:

Archivu del blog