En Escobedu, muy cerca de Sanander, se emplea mijotal para el maizal. Atentos porque se trata de una palabra anterior a la llegada del maíz (que, por cierto, en Escobedu llaman máiz). No está registrada en ningún sitio.
En Cabuérniga un sinónimo de maizal es boronal, que también es anterior a la llegada del maíz. Boronal, al parecer de origen céltico, es probable se aplicara en origen a mieses de centenu y escanda (sobre todo centenu, que es más duro).
Son bonitas estas palabras que se han sabido adaptar al cambio. Con el triunfo del maíz el mijotal abandona las mieses de mijo y pasa a dar nombre a las de maíz. Lo que no cambia, como en la naturaleza, muere, lo que no significa que se deba ser otro con el cambio, al contrario, se ha de cambiar para seguir siendo igual (estaríamos hablando de actualización). No obstante, lo que estoy diciendo, ¿no parece excesivamente conservador? Si tildara el cambio radical (disruptivo) como "espúreo", con toda la connotación negativa que tal adjetivo conlleva, ¿no estaría haciendo trampa? ¿Y si calificara dicho cambio rupturista con un adjetivo positivo? ¿No estaría condicionando, de hacerlo, una lectura de dicho cambio en positivo?
Las palabras pueden cambiar (el estudio de la etimología es un viaje movidito), pero lo que se puede decir con ellas es siempre más o menos lo mismo. ¿Cambio sí o no? ¿Hay cambios positivos y otros negativos? ¿Qué determina el signo del cambio? Son ideas que nos acompañan desde siempre, ideas dichas con unas palabras u otras, no importa cuáles. Tampoco importa, si me apuráis, la respuesta a estas preguntas, pues mucho me temo que no la hay. Es una de esas discusiones que mientras se discute se hace, y es suficiente (discusiones no determinantes pero que ayudan a ver la vida, a posicionarte frente a ella de un modo u otro).
Lo que importa de la escanda, del mijo o del maíz es que quitan el hambre. Cómo se diga es lo de menos.
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