jueves, 8 de enero de 2015

Panizo quemado, revenants cántabros y penitentes de los panojales, Campoo devanado, la personalidad múltiple del Saja, garrotes y dos libros de la editorial Turner

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Aquí los arqueólogos del Proyecto Mauranus se atreven a lanzar una hipótesis muy atractiva en relación con los extraños enterramientos de época visigoda en cuevas de Cantabria, caracterizados por tratarse de individuos jóvenes enterrados en lo más hondo de las cuevas y muchos con el cráneo aplastado. En pocas palabras, defienden que son enterramientos "profilácticos" que pretendían evitar que los muertos se levantaran y se llevaran a los vivos. La razón: una segunda oleada de peste afectó a los hijos de los que se habían salvado de la primera. La gente acabó echando la culpa a los muertos. Y la tomó con ellos. Leed el blog, que es muy interesante.

Muchos de estos enterramientos se encuentran asociados a saquitos de tela con panizo quemado dentro o panizo quemado sin saquito. No saben qué explicación puede tener este panizo quemado.

Pongo a continuación dos citas tomadas del libro de Jesús García Preciado titulado Cantabria: Cuentos de la tradición oral, volumen cuatro, página ocho.

"Muchas veces algunas mujeres tenían que volverse pa casa, que veían... ¡que había alguien en el panojal! (...) - ¡Que no!, ¡que no! ¡Que era un...! ¡Era algo, algo que andaba por allí, que se veía mover los panojos! - Donde quiera que ibas por más adelante de ti... ¡ya se movían! ¡Ibas a otru lau... y se movían también! ¡Y no!, no se sabía lo que era. Pero se decía que eran los duendes".

"Cosas raras sí que pasaban. Las mujeres iban a las tierras a sallar los panizos; y cuando los panizos estaban ya muy altos, decían que si había penitentes que se metían en las tierras entre los panizos y que salían por la noche. (...) Los penitentes eran como unos hombres altos, ¡qué sé yo! Como vestidos de negro, ¡decían que eran! (...) ¡Personas no decían que eran!"

El primer testimonio es de Salcedo de Piélagos y el segundo de San Felices de Buelna. La mies hoy está penetrada por prados de aprovechamiento intensivo, pero antes estaba ocupada por maíz y antes por otros cereales, como el panizo. Os recuerdo que la borona, aunque hoy se haga con maíz tiene una raíz prerromana, por lo que es imposible que siempre se haya hecho con maíz. De hecho una familia de Escobedo / Escobéu al panojal / maizal lo llama mijotal. ¿Estos seres maléficos de las mieses tendrán algo que ver con algún tipo de rito relacionado con los enterramientos profilácticos estudiados por los arqueólogos del Proyecto Mauranus? A mí me da que sí. Me consta que ellos no han leído a Jesús García Preciado. Sí a otras fuentes del norte de Europa, pero no a las de casa. No les culpo. Los libros de Jesús García Preciado, cinco en total, son una joya. Pero una joya publicada por Tantín. Esta editorial pidió subvención al Gobierno de Cantabria y ya sabemos que cuanto más lujoso sea el libro más dinero puedes reclamar (otra cosa es que te hagan caso, como bien sabe el valeroso Ramón Villegas). Para un libro de tapa dura no queda raro pedir 18.000 euros, por ejemplo, pero para un libro de tapa blanda, sí. El caso es que los libros de Jesús García Preciado son incomodísimos. No son para niños, realmente, ni su aspecto resulta atractivo para los adultos. Resultado: que se han quedado en el limbo. Una mala política editorial ha hecho que una obra de valor inmenso apenas sea conocida por sus lectores potenciales, que somos muchos. Yo no hay vez que abra alguno de estos libros y no me quede maravillado con lo que leo.

En conclusión, creo que la hipótesis del Proyecto Mauranus podría entalingar (oriental) o acabildrar (occidental) sin problema con el corpus de creencias tradicionales cántabro.

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Campoo devanado, un proyecto muy interesante de fotografía y etnolingüística, aquí.

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La etimología del Saja se sabe deriva del prerromano Salia, con la raíz sal-, corriente, curso de agua. Se encuentra en Selores o en Silió. El Besaya es un río doble, un río que nace de la confluencia de dos, de ahí su nombre: Bi-Salia.

Pero cuando remontamos el curso del Saja y nos adentramos en Sejos, el río pasa a llamarse Cureñas. Extraño porque es un topónimo romance. En una leyenda recogida por Jesús García Preciado que ya comentamos aquí su informante decía lo siguiente: "tuvieron en su niñez un encuentro en el río Cureñas, lo que es el cauce del río Saja, cuando eran muy pequeñitos". En nota, añade: "Expresa [el informante] que son los inicios del Saja". Es como si el cauce del río fuera algo distinto al propio río. De ser así, Cureñas podría referirse no tanto al río como al cauce, solo al cauce, al cauce en ese tramo concreto, a su paso por Sejos. En cuanto abandona las anfractuosidades de Sejos, o mejor, las angosturas de Cureñas, y alcanza el valle, el río se convierte en el Saja, es decir, "el río".

Pero es que no bajando sino remontando el río, éste pasa a ser el río Diablo. Ya vuelve a aparecer por aquí la mano negra de entradas más atrás.

Recapitulando: tenemos un río que se llama Diablo en Sejos (enlace con leyenda), que pasa a ser Cureñas cuando se encajona (etimología romance y pudiera ser que circunscrito al cauce), que se convierte en Saja cuando llega al valle (hidrónimo prerromano con el significado diáfano de "río") y que cuando alcanza Ganzo se convierte finalmente en el Besaya (río doble, etimológicamente).

Por último, me da a mí que Cabuérniga, de etimología indudablemente prerromana, aunque desconocida, quizá guarde relación con el campo semántico de Cureñas. Son solo suposiciones.

Con estos mimbres no llegamos a ninguna parte. Pero ahí los dejo, por si acaso.

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Me he enterado de que un pariente mío de muy atrás, no sé si bisabuelo o qué, murió tras coger una pulmonía de vuelta de la huerta de La Junta, donde había ido a por un garrote de hierba para las vacas de casa.

El garrote es un no sé si llamarlo cesto hecho con avellano. No con tiras (hay un nombre en Cabuérniga para las tiras de avellano, pero ahora no lo recuerdo... ¿quizá latillas?), sino con varas (al contrario de lo que dice el RAE, aquí). La Junta es un barrio de Sopeña donde se juntaba el ganado menor para subirlo a la peña, con pastor, o para echarlo a la lera (hoy ocupada ilegalmente por los vecinos, que la están haciendo prado... que se llevará el río cuando crezca, lo que provocará nuevos encauzamientos que acabarán por encajonarlo peligrosamente). La huerta todavía existe. Tenía una puerta gótica de sillería increíble que yo mismo vi de niño y que ahora está desmontada en una esquina. La acabarán vendiendo, seguro (es práctica habitual: en la huerta de una casona que ha comprado un médico en Renedo han colocado una puerta gótica que no sé de dónde la habrán traído). Las vacas de casa son las que se quedaban para dar leche a la familia. En origen era l´aburtuña o vaca tudanca que había abortado ese año y que se segregaba de la cabaña que subía a Sejos. Después sería una vaca rubia y a lo último una pinta.

Hace no mucho estuvimos Raquel y yo en Santiago de Compostela y en el mercado de abastos, espectacular, había muchas señoras vendiendo castañas que guardaban en este tipo de cestos. No nos atrevimos a hacer ninguna foto pero he encontrado una en internet que creo puede servir.


En Sopeña un vecino hizo un garrote no hace mucho a una tía mía. Voy a ver si lo encuentro y le saco una foto para ponerla aquí.

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Entré en Tipos Infames sin apenas tiempo y cogí este libro, La tejonera, pero el librero, el mejor que hay en España después de habernos abandonado Gisela, me recomendó éste, La comemadre, de la misma editorial, así que cogí los dos.

Acertó él. Su libro es espectacular, lo que no quita para que el mío también merezca la pena. La tejonera va en la estela de John Berger, Manuel Rivas, Xuan Bello, Bernardo Atxaga... y está escrito en origen en una lengua minoritaria europea. Recomendables, pues, los dos (pero sobre todo La comemadre).

3 comentarios:

Serrón dijo...

Una familia de Escobedo / Escobéu al panojal / maizal lo llama mijotal.

chan dijo...

Lo que mencionas de los panojales y García Preciado me parece muy interesante (imagino, no sé si bien, que eres el mismo que me lo comentó en persona el día de la barferencia, el año pasado) y lo tengo apuntado (y conseguir las referencias en la lista de tareas, aunque ahora te las puedo robar...). Pero hay un problema: en esas cuevas que estudiamos, junto a (o sobre) esos muertos no sólo se ha quemado panizo (o mijo), sino también otros cereales y semillas comestibles (varios tipos de trigo, cebada, avena, lino); por lo que la relación entre los mijares (y sus sustitutos, los maizales) y los seres maléficos, de ultratumba o no, no es nada clara. Las fuentes medievales (los libros penitenciales y las recopilaciones) hablan de quemar "grano" junto a los muertos (o donde hubo muertos), sin especificar qué tipo de cereal (hay una entrada del blog sobre el tema que se titula "mulier si grana arserit", frase sacada del Penitencial de Silos, del siglo XI y geográficamente no muy alejado de Cantabria). Creemos que aquí encontramos mucho panizo porque era lo que más tenían (y consumían) en esa época, idea que corroboran los análisis de isótopos estables que se han hecho a los restos humanos, pero no porque tenga una especial vinculación con los muertos. Aunque alguna sí que tiene: en su libro clásico sobre los vampiros y el folklore de Europa central y oriental, Barber menciona la costumbre de introducir granos de mijo en las tumbas de los sospechosos de volver a molestar a los vivos. La presencia de esos granos (de pequeño tamaño, en ocasiones como cabezas de alfiler) estaría dirigida a que el revenant se entretuviese contándolos y no se levantase (también valdrían puñados de arena o semillas de amapola). Y en cuanto a la sustitución del panizo/mijo por el maíz y en la línea de lo que comentas sobre la borona, hay algunos textos de finales de la Edad Media o ya la Moderna (no recuerdo bien) donde se llama así -borona- al panizo (lo de llamar mijotal al maizal me parece un hallazgo fascinante, la verdad, por lo que implica de "recuerdo" de algo sucedido siglos atrás; salvo que sean de ascendencia gallega o portuguesa, claro). Y ya que estamos, enhorabuena por tu blog, que leo menos de lo que me gustaría pero donde siempre aprendo alguna cosa interesante sobre Cantabria y su lengua

Serrón dijo...

¿Un año ya? El tiempo pasa volando. El once de septiembre del año pasado puse el siguiente comentario: "En Cabuérniga tienes que llevar un atadijo de pelos de tejón (tasugu) en un bolsillo para evitar que la bruja te ataque. Dicen que por no contarlos se va a por otro." Creo que podría tener relación con lo que comentas. Respecto a los cereales, la unidad a considerar creo que debería ser "la mies", no tanto "el panojal", "el mijotal" o cualquier otra pieza de "la mies". Si te parece bien lo trato en entrada aparte. Gracias por tu colaboración y ánimos.

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