El mastín empezó a ladrarme desde una casa, nada más verme. En Viaña. Yo seguí adelante y se abalanzó sobre mí. Yo me detuve. En estos casos nunca tengo miedo, debo tener algo mal. Frenó en seco y se puso mi pie en su boca, me marcó. Retrocedí con calma y no pasó nada más.
El lobo fue mucho más amable.
El oso no tanto.
1 comentario:
Esa es la otra parte del problema. No habremos resuelto el problema del lobo, pero si que hemos llenado el monte de perros peligrosos y aunque tengas experiencia en como hacer no estas libre del ataque.
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