jueves, 9 de octubre de 2025

La vuelta a casa

Tras tres pitidos corren a los vestuarios. Abandonamos la grada y vamos a esperarle a la puerta. No es de los primeros en salir pero tampoco de los últimos. Le precede el portero, un niño sudamericano de lo más simpático. No había dejado de animar durante todo el partido pese a la goleada, los gruesos guantes puestos, aplaudiendo como quien arrastra los remos en un estanque tomado por nenúfares. A él le espera su madre. Le riñe a la salida por según ella tardar. Tiene que ir a trabajar y va con prisa, le recuerda. Montamos en el coche y nos internamos en el dedal de callejuelas de Cueto. Dejamos la mar a nuestras espaldas. Damos con una calle ancha en cuesta y echándose a un lado para dejarnos pasar adelantamos a la madre y el niño. No se dicen adiós. Preguntamos a nuestro sobrino y responde que madre e hijo y algunas veces más familia van siempre andando a los sitios. En autobús y luego andando, se corrige. Ahora están de vuelta: andando y bus, pues. La parada está un poco más arriba.

Sábado por la mañana. Seguimos hasta el encuentro con la calle principal, giramos en dirección al faro, sin llegar a la derecha, por Mataleñas, recto por los agustinos, rotonda de la fuente, derecha, a la derecha los campos de sport, izquierda y túnel, sardinera, bandera y a la derecha, paseo pereda, cuatro caminos, arriba, derecha, vuelta, izquierda y llegamos a casa.

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