miércoles, 1 de octubre de 2025

La urgencia y la demora

Me siento ayer a última hora en un banco del ayuntamiento que comparto con una señora mayor que ya estaba sentada antes. Ella en una esquina, yo hacia el centro pero no en el centro mismo para dejar sitio. De inmediato se acerca una familia que saluda porque la conocen creo que de haber sido vecino el padre, se quedan de pie, tampoco la señora hace porque se sienten, y se ponen a hablar con ella, sobre todo él, aunque también parece conocerla bien su mujer. La hija no suelta el móvil. Huele mal, a caca. Debe ser la señora, se la ve nerviosa. La familia se va apartando y finalmente se despide. La señora no tarda en marcharse.

Me detengo esta mañana ante el semáforo de cuatro caminos. Le queda poco en verde. Me alcanza un chico que duda si lanzarse. Finalmente no cruza. Están sus compañeros del otro lado, algunos con mono y los que no con ropas manchadas de pintura, pero no la furgoneta que les recoge. Prefiere esperar al siguiente semáforo en verde, como yo. Es primera hora de la mañana, no tiene prisa por estar con ellos.

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