domingo, 27 de octubre de 2013

Trolebuses en las azoteas de Santander

Alguien me dijo una vez o quizá leí en algún sitio que durante la reconstrucción de la ciudad que siguió al incendio de los años cuarenta (nuestro primer pelotazo urbanístico), por cada piso que se levantaba por encima de la altura permitida había que pagar al político de turno lo que costaba un trolebús, que no sé cuánto sería, pero seguro que no poco. Fue una práctica sistemática.

Siempre que miro hacia arriba me imagino un trolebús por cada piso de más. Son muy fáciles de reconocer, las alturas ilegales. Pongo tres fotos hechas prácticamente al azar, las dos primeras tomadas desde la plaza de la Catedral y la segunda desde la Plaza del Príncipe:




En el edificio del fondo se adivinan tres o cuatro plantas de más. Tres o cuatro trolebuses. Este edificio se levantó encima de una antigua plaza que quedó reducida a su mínima expresión. El constructor empezó a hacer dinero vendiendo las tablas de las cajas de los camiones que le sobraron al ejército tras la guerra. Luego, al calor del poder, con todo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Decían los contemporáneos de la reconstrucción que aquello era el reino del retranqueo. También hay evidencias de que muchas veces no pagaban con trolebuses ni dinero, sino con los propios pisos. En el reparto de viviendas de alquiler indefinido para los damnificados del incendio se colaron algunos apellidos tan célebres como azules...

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