miércoles, 12 de julio de 2023

El aire que tocas

Perdió el tren y le acompañé hasta el siguiente, que pasaba en poco menos de media hora. Nos acercamos a la cafetería del hotel cercano. Era a primera hora de la tarde. Hacía demasiado calor para estar en la calle. Pedimos sendos cafés. Él se bebió el suyo en un suspiro para luego suspirar hondamente. Me tranquilizó, me dijo que le solía pasar, que no me preocupara. Será por el mucho café, contesté, y él que no, que le suele pasar sin más, que el café a lo que le anima es a tocar la pandereta en casi cualquier sitio, y me la toca en el brazo.

Entonces cojo yo el platito del café y lo toco como hacía mi abuela.

Le cuento que mi abuela murió hace muchos años de alzheimer y que una de las últimas cosas que hacía era tocar la pandereta en los platos. Le ponían cualquier cosa, cogía el plato y lo tocaba.

De ella aprendí yo el ritmo.

Veo que él abre aún más si cabe los ojos, los tiene grandes y pestañea poco, o yo no me había fijado lo suficiente, y me dice que el movimiento que hago con el dedo gordo se nota que no me lo han enseñando en ninguna escuela de folklore, y acierta. Es un movimiento el que haces muy antiguo, dice.

Pregunto pero no me sabe explicar.

Tocas con eso tan indeterminado que es el aire, concluye.

1 comentario:

Serrón dijo...

Hoy una señora a un barrendero que debía ser amigo: "mueve más la escoba, que veo que tiene mucho aire".

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