Fijaos en el bancu asturiano en el que está sentado Murakami. Es en Oviedo. Este hombre tiene ojo y sabe que no hay escenario mejor. Pero para reconocerlo y hacer uso de él primero tiene que existir y para existir alguien lo ha tenido que preservar y antes valorarlo.
Murakami es precisamente un escritor que destaca por la revalorización que promueve de la tradición.
Fijaos ahora en el bancu cántabro que hay arrumbado en las Casas del Águila y la Parra de Santillana del Mar:
No hay comentarios:
Publicar un comentario