El 30 de diciembre del año pasado El Diario Montáñés publicó en página impar un artículo muy interesante en el que el Colegio de Ingenieros acusaba a la UC de competencia desleal.
"(...) En primer lugar, estos catedráticos cobran un sueldo a tiempo completo por dar clase e investigar, una labor que, en muchas ocasiones, delegan en becarios y asociados para dedicarse a estudios y trabajos que les reportan beneficios económicos añadidos. Estos suplementos son vestidos como investigaciones a través de la Fundación Torres Quevedo, organización que gestiona y cobra a las empresas o a las administraciones públicas por estos trabajos. (...) La universidad, utilizando medios propios y por lo tanto públicos, obtiene un beneficio del que se aprovechan sólo unos pocos, obteniendo un sobresueldo de tareas que en la práctica deberían realizar empresas privadas que pagan sus impuestos. (...) Los consultores aportan dinero en sus impuestos y algunos miembros de la universidad hacen uso de esta aportación para competir con ellos. (...) Un organismo que se ha quejado en los medios de comunicación de la falta de dotación económica por parte del Gobierno regional no puede dedicarse a competir deslealmente con los consultores de Cantabria con ese dinero que tan vehementemente reclama".
Sé de trabajos de consultoría multimillonarios que el Gobierno de Cantabria ha concedido a la UC a pesar de que los podían haber resuelto perfectamente empresas cántabras, impidiendo de esta manera fortalecer un tejido empresarial hoy día prácticamente inexistente. Incluso ha habido trabajos encargados a la UC que se han realizado en gran medida con becarios aportados por la consejería de turno. No es justo achacar el déficit empresarial de Cantabria a que somos poco emprendedores (este rasgo pretendidamente identitario de los cántabros sí que es admitido, interesadamente, por los políticos). La UC, si no se somete a control férreo, corre el riesgo de convertirse en un parásito de la sociedad cántabra, si no lo es ya.
viernes, 4 de enero de 2013
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