Oye, dame fuego que me he olvidado el mechero en la obra, le pide al camarero que había salido a la puerta del mesón a fumar. De mediana edad, de uniforme.
Se acerca a su mesa de la terraza arrastrando los pies y cabizbajo. Se para, le alcanza el mechero y mientras espera a que el otro prenda el cigarro, tira el suyo consumido al suelo, lo aplasta y frota con el pie.
Eso es lo que hacen los perros al cagar, salta uno.
Eso es lo que me dijeron a mí al echarme de casa: vete, perro, espeta él.
(Silencio)
El otro le devuelve el mechero y el camarero regresa al mesón como vino, arrastrando los pies y cabizbajo.
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