De improviso, y sin que nadie pudiera decir por dónde había venido, apareció frente a la venta [de La Pasiega] un hombre. Descalzo, arremangados brazos y piernas, patente la velluda piel por los entreabiertos pechos de la camisa que le vestía el busto, traía a la espalda, colgando de un garrote, un par de zapatos y un haz de helechos, entre cuyas hojas relucía la plateada cola de un salmón.
Al punto fue rodeado de milicianos (...).
- Dios sea con la buena compañía - dijo el pescador, levantando su astrosa cachucha. (...)
Breve fue el ajuste (...). Mientras, el salmón, entregado a los más peritos, que nunca faltaban en el arte de la cocina, pasaba a cocer dentro del gran caldero de la venta. (...)
Unos momentos después, el vivaque estaba convertido en comedor inmenso y variado, donde sonaban a la par la cuchara de haya del soldado y la de plata que la celosa madre o esposa había cuidado de alojar en el maletín de un miliciano. Había de estos también quienes, a la vista del ajuar de munición de sus compañeros, se avergonzaban de la plata y la dejaban yacer entre la ropa blanca. (...)
Por ella [por una cuesta] desembocó un jinete, viniendo a turbar la sabrosa ocupación del vivaque. (...) Más de una mano se paró antes de llegar a la boca, y deshaciendo camino, volvió al plato o la cazuela la cuchara llena y próxima a sumirse entre ambas mandíbulas. (...)
En la mesa de los oficiales (...). El salmón humeando, tendido sobre una tabla (que en losa no era posible), curiosamente florecido con ramillos de perejil, era traído de la cocina en los robustos brazos de un soldado. (...)
El salmón seguía humeando, puesto ya en la mesa, abriéndosele por todas partes la suave piel, y mostrando a través de los jirones sus sonrosadas y provocativas carnes."
Del segundo capítulo de Nieblas pardas: Escenas de la guerra civil, relato de Bocetos, narraciones, episodios y paisajes de Amós de Escalante. Yo manejo las obras escogidas llevadas a imprenta el año 1956. La versión primera es del año 1870.
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