jueves, 17 de abril de 2025

Lapsus

Estoy de visita en casa de mi tía, que es la que fuera de mis abuelos, un primero, cuando oímos los tambores y salimos a ver la procesión de nuestra señora de la esperanza. Es la que seguía mi abuelo, que echaba el cielo abajo pero era muy sentido. Hago fotos desde el balcón. Mi tía aparta la vista cuando pasa el rostro de la virgen a la altura, por discreción. Me despido, bajo y les adelanto, paso por la farmacia, que tengo que comprar pastillas para dormir, jeringuilla de adrenalina y flis para el asma, toda la batería, que ando escaso y además nos vamos de viaje, y me llego al hospital, que es el destino de la procesión. Voy por la cuesta de los toros y padre rábago para atajar. En la explanada de la entrada encuentro al gerente, nos saludamos y esperamos juntos.

Luego nos quedamos hablando un rato.

Al volver a casa hay una pareja gritando en el callejón de las ambulancias de Nereo. Él está llorando. Está muerto, dice con desesperación. Al bajar les había visto en un portal, anochecía y había enfriado desde muy pronto, la típica pareja de noviecitos adolescentes, creía.

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