lunes, 20 de diciembre de 2021

La "cacha" de los "invernales" y el "barru" de las "cachiporras"

En el Nansa es común que los invernales tengan varios propietarios, no tanto en el Saja. Desconozco la razón. Pasa por ejemplo en La Escampaa de San Sebastián de Garabandal (parte es de mi familia) o en Zarceíllu, en la divisoria entre el Saja y el Nansa, aquí, pero no por ejemplo en Cropia o La Coja, invernales de Barcenillas, aquí.

La convivencia en los invernales compartidos nos explicaron dos vecinos de Zarcea que está perfectamente reglada.

El espacio asignado a cada propietario está delimitado por plantones, que no sé muy bien lo que son pero que parecen ser postes pinados, además de por cachas, que, tras mucho preguntar, sabemos que son muescas que se hacen con el hacha en las sollatas, aquí.

La palabra cacha emparenta con el primer elemento de la palabra cachiporra, aquí. Las cachiporras son palos (esta categoría es muy amplia) compuestos por dos elementos: el porru o protuberancia inferior (que sirve para que no se clave en el animal cuando se lanza) y el picáu que es por donde se agarra. Para fotos descriptivas de ambos elementos, aquí.

Precisamente es el picáu la parte representada por el primer elemento de la palabra cachiporra, que emparenta con la cacha de los invernales.

El elemento /cachi-/ de la palabra cachiporra parece claro que procede del latín CAPULUM, "empuñadura". Pero, ¿y cacha? Si la cacha es un recurso propio de los invernales, teniendo en cuenta la cronología de éstos, es probable que cacha derive del primer elemento de la palabra cachiporra, por ser también una muesca, y no directamente del latín.

En una feria cabuérniga unos vaqueros de Mazcuerras nos explicaron que hay palos que se decoran con barru, no se pintan. Se sumergen en lamizas (que ellos empleaban con el significado de turbera, aunque para turbera tenemos la palabra albariza) para que adquieran color, que va desde el marrón al negro.



Son palos muy valorados y costosos de obtener, aquí. Es por este motivo que cuando los sumergen no dicen dónde o incluso que los tumben para que no se vean a lo lejos. Estas prácticas explican que algunas de estas franjas de color no sean perpendiculares al palu, sino oblicuas.

En cachiporras para la venta al turista se remedan estas franjas de barru con pintura negra y a veces también se pintan oblicuas, como reminiscencia del origen de esta decoración (quizá en su día también se hiciera para conferir dureza a la madera) que sigue muy presente entre nosotros.

1 comentario:

Serrón dijo...

El otro día en la feria de la alubia de Casar de Periedo pregunté a un paisano que vendía palos por el nombre de la agarradera de la cachiporra y me respondió que "cacha".

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