miércoles, 9 de noviembre de 2016

Revilla y el Año Jubilar Lebaniego

Cuando había dinero Revilla se sacaba un mega proyecto de legislatura de la manga, por ejemplo la Fundación Comillas, y con él tiraba cuatro años. Eran proyectos que nadie reclamaba, que se los autoimponía. Terminada la legislatura, hacía balance de cuentas y siempre le salían a favor.

Aunque el proyecto fuera un fiasco, como se está viendo con la Fundación Comillas, que lo mejor que le puede pasar es que no se hable de ella.

Ahora que no hay dinero y Revilla vuelve a estar al frente (es genial cuando recurre a la herencia recibida como si él no tuviera nada que ver, lo mismo que cuando habla "de los políticos" como si él no fuera uno de ellos) no tiene margen para ponerse a sí mismo deberes, y casi que me alegro, por el bien de todos.

Pero a pesar de todo no falta proyecto estrella, esta vez porque toca: el Año Jubilar Lebaniego.

Es una muy buena oportunidad, objetivamente. Para lo que se quiera. Tanto da de sí, en mi opinión.

Dice Revilla que si no hay dinero no pasa nada, que se trae él a Osborne para un concierto y a Pablo Motos para montar un Hormiguero en Potes.

Cuando estás en zona de penumbra y la única luz que te llega es la de tu jefe y tu jefe es alguien así, ya está, estás jodido. Es que ni aunque te presten una lamparita, ni aunque encuentres tú mismo una fuente de luz alternativa, ni aunque le digas "no, mira, no hace falta una millonada para sacar adelante el proyecto con dignidad, de hecho a día de hoy la dignidad tiene mucho que ver con la contención de gasto", ni aunque le digas "el no tener dinero no nos hace cutres", ni aunque lo que sea, ya está, si tienes un jefe así, date por jodido.

Pero peor que estar jodido es asumir el discurso que te machaca como propio. El tenor, que dicen los bibliotecarios. Si te despistas acabas diciendo lo que el Consejero de Obras Públicas y Vivienda, que el puerto de Laredo es tan importante como los puertos de los romanos. Estoy seguro que Mazón se cree sus propias palabras. Llegados a estas alturas.

Francisco Martín, por el contrario, que es en quien reposa la celebración del Jubileo, todavía tiene margen de maniobra. Se da cuenta, que no es poco. Falta que le compense intentarlo. Cancelada la vía millonaria, se abre una luga, es decir, una ventana de oportunidad. El problema es que Revilla se ha adelantado. ¿Qué hacer? La técnica del judoka, quizá, que es aprovechar la energía del contrincante para completar la llave. Pero tiene que salir muy bien la jugada para que no rueden cabezas. Y nadie puede asegurar que salga bien. Tampoco lo agradecería nadie. ¿A qué arriesgarse, entonces? Yo no lo haría. De ahí el tono derrotista de mi entrada. Pero Francisco Martín es más valiente que yo. Es en situaciones de riesgo cuando se demuestra la pasta de la que está hecho cada uno.

Yo ya me he declarado cobarde.

Que nadie espere nada o que se espere lo peor es el mejor abono para el campo. El Año Jubilar Lebaniego es una muy buena oportunidad para todo.

1 comentario:

Serrón dijo...

He cambiado "Cancelada la vía millonaria, se abre un mundo de posibilidades" por "Cancelada la vía millonaria, se abre una luga, es decir, una ventana de oportunidad."

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