sábado, 27 de abril de 2013

Rebeldía en San Vicente de la Barquera

Estoy en casa del padre de Raque en Madrid, echando un ojo a sus libros, cuando me encuentro uno de comienzos del siglo pasado encuadernado en rojo con el también llamativo título de Rebeldía (Barcelona, 1910), de Dicenta. Se lo pido y me lo traigo al cabo de unos días a Santander.

Cuál será mi sorpresa cuando advierto que trata sobre un pintor y un músico vinculados a la Institución Libre de Enseñanza de veraneo en San Vicente de la Barquera. Es un alegato puro y duro al amor libre. Sorprende porque la literatura "naturalista" que nos llega de esta época suele ser bastante conservadora. Ésta, todo lo contrario.

Pongo una serie de fragmentos que me han llamado especialmente la atención. Dejo atrás muchísimos otros. El libro no tiene desperdicio.

*Los protas en boca de un pescador:

"Algo locos deben estar. El otro día que fuisteis a gibiones alquilóme el músico la lancha; metióse dentro de ella con una caja que parecía ataud de niño y cuando estuvimos en la mar sacó de la caja un vigolín (sic) y dale que dale, estúvose más de dos horas rascando las cuerdas y hablando solo en tan y mientras que rascaba. Ello sí, tocar toca bien; ningún ciego de los que aportan a la aldea le pué competir." p. 16

"¡Pues y don Alberto, el pintor! ¿Haisle visto, cuando está dale que le das a la brocha (...)?" p. 16

*Atuendo:

"Sobre el pecho del botero [Güiro] se abre una blusa roja; ceñida a los riñones va por una ancha faja azul; azules son los pantalones que remangados lleva". p. 15

"Llevaba la falda a media pierna, remangados los brazos y en chanclos los pies. Fresca y sana, la criatura montañesa dejaba caer las greñas sobre su cutis requemado por el aire y el sol. Por la chambra de percal entreabierta, descubríanse los arranques del pecho, blanco, palpitante bajo la tela sucia. Un delantalón se amarraba a su talle, dejando al libre las caderas redondas; con bravo dibujo afirmábanse las piernas en los pies deshechurados y callosos. Diez y siete años cuenta la Cantora, así llamada por su bien entonada voz, y por ser ella quien lleva la copla en el baile dominguero y en las romerías". pp. 41 y 42.

*Jardín (me está empezando a interesar mucho el jardín entendido según parámetros tradicionales):

"Es humilde la casa, edificada sobre una calleja que linda con el campo. Llégase a los muros por un huertecillo donde las urgencias del vivir no dan cuartel al jardineo. Coles, patatas y judías son princnipal ornamento en aquella verdura. Solo frente a la puerta se descubren planteles de rosas, de margaritas y geranios. Las rosas murieron a los rayos de julio. Las margaritas se abren tímidas, inclinándose ante el aire que las acaricia en señor. Los geranios, de encendido matiz, cabecean gallardos, con vanidad de buenos mozos. Ancho emparrado sirve de toldo al portalón". pp. 33 y 34.

*Fiestas (atentos, por ejemplo, a la mención de cerveza, muy probablemente de producción casera, ¿la primera referencia?):

"Las fiestas (...) Puestas de perifollos y prendidas con toda la joyería familiar, andan (...) las ricachas presumiendo de lujo, echándoselo unas a otras en cara; bien lavadas casi todas ellas, novedad grande en sus costumbres, y hasta con sus miajas de colorete en los carrillos, y de lápiz carbón en los párpados, único progreso que aceptaron de las madrileñas. Éstas lcuen todas sus elegancias (...) Los señoritos (...) también echan el resto y van como prisioneros en las ropas no acostumbradas. (...) Bajan los indianos en sus coches, adornadas las caballerías con collares de cascabeles; baja con ellos la india con lujo estrepitoso de muselinas y diamantes (...) La gente campesina mézclase con la marinera en las anchuras de la plaza. Repican por ella los panderos; por ella van cantando las mozas y al son de coplas y panderas bailan sin descanso con movimientos de fantoches. (...) En los soportales hacen los mercaderes ambulantes exposición de baratijas. A los puestos donde venden sortijones, collares de aljofar, pendientes de falsa pedrería, pañuelos de seda, peines de cuerno, muñecas de cartón y chupadores para niños, siguen los puestos de cerveza y rosquillas; de nueces y avellanas; a éstos las ruletas al aire libre; las ruedas de azar a cinco céntimos tirada; los blancos y los pim, pam, pum. De una bodega hizo teatro la hamponesca comiquería. Al correr de sábanas, que así fueran blancas como grandes, pueden ver (...) por cinco personajes todas las comedias del antiguo y nuevo repertorio. Cerca de la Cabaña puso un ciego su historiado titirimundi. Hay que ver por aquellos cristales los países y maravillas de la tierra, con más, escenas del último crimen y del penúltimo naufragio. Cántalos el ciego, acompañado por una guitarra y un violín, en bárbaro romance. Impreso anda el romance que no tiene reparo en perpetuar sus versos cojos y sus estupendas asonancias: impreso anda y a perra se vende. Hombres y mujeres hacen provisión de él para que al invierno los relea, en la cocina sin pitanza ni lumbre, algún sabedor de letras de periódico." pp. 68-70

*Traineras:

"Era el viaje de las traineras corto. Llegar a la Peña Grande y volver. Diez embarcaciones con seis remeros y un timonel (...) Había puesto sus dueños esmero en el adorno; y eran las embarcaciones canastillas de flores que solo dejaban libres de capullos y de hojas el sitio del remo y el desplazamiento del timón.". p. 77

*Carreras de ciclistas (¿la primera referencia?):

"Era artístico el grupo formado por los ciclistas al fondo de la calle larga. Las máquinas adornadas con flores, parecían ramos. Vestían los corredores camisetas de rayas, pantalón corto y altas medias de lustroso torzal; caían sobre sus ojos los viserones de las gorras y restregaban contra el suelo los pies, calzados por finos zapatos sin tacón." p. 75

*¿Competición de cante improvisado? (sería un descubrimiento impresionante):

"Pasó por manera igual las cucañas. En ellas alcanzó el premio Güiro con gran regocijo de la Cantora que también llevó primer premio en el concurso de REPICONAS y cantantes". p. 77

Cuántos libros por abrir... cuántas sorpresas.

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